jueves, 7 de julio de 2011

1º.- LA ECONOMIA COMO CIENCIA - ECONOMIA POLITICA Y REALIDAD (AÑO 2005)

LA ECONOMIA COMO CIENCIA - ECONOMIA POLITICA Y REALIDAD 

 

 



DEDICATORIA


Este trabajo se dedica particularmente a las ONG´s que están en contacto directo con el mundo del subdesarrollo, a los profesionales de la economía, docentes y discentes, especialmente si trabajan en economía política, y a todas las personas preocupadas por el hecho humano.

 

 

INDICE


Pág.

                  

INDICE. 2
INTRODUCCIÓN.. 3
LA ECONOMIA COMO CIENCIA.. 3
1ª. PARTE.- INTRODUCCIÓN A LA ECONOMIA POLITICA.. 5
1º.- El Nacimiento del Mercado y de la “Economía como Ciencia”. 5
2º.- Aparición del concepto “DESARROLLO” en la Ciencia Económica. 6
2ª.- PARTE.- TEORIA ECONOMICA OFICIALISTA REFERENTE AL DESARROLLO.. 8
3º.- “Desarrollo Económico”: sus elementos estadísticos y su medición. 8
4º.- Frenos Técnicos al Desarrollo Económico. 12
4.1.- La carencia de capital. 12
4.2.- El problema de la explosión demográfica y la desigual distribución de la renta. 14
4.3.- La ausencia de un marco institucional favorable al crecimiento. 15
5º.- El Desarrollo Económico como Transformación Estructural 16
5.1.- El cambio sectorial 16
5.2.- La urbanización. 17
5.3.- La apertura comercial 18
5.4.- El aumento de la productividad. 19
6º.- Modelos de Crecimiento Económico. 19
3ª.- PARTE.- RESULTADOS DE LA POLÍTICA ECONOMICA OFICIALISTA EN EL. 21
CAMPO DEL DESARROLLO ECONOMICO.. 21
7º.- El Desarrollo en los llamados “PAISES EMERGENTES”. 21
8º.- Casos Particulares de Países Emergentes: China, India y Cuba. 24
9º.- Fracaso del “DESARROLLO” en la Ciencia Económica. 26
4ª.- PARTE.- ECONOMIA Y SOCIEDAD. TERRIBLE E INHUMANA DICOTOMIA.. 27
10º.- Desarrollo contra Pobreza. La Economía sólo una parte del Teatro Social 27
11º.- El Proceso de “Cosificación” de la Sociedad. 29
12º.- La idea de "Humanidad" bajo el control del "Mercado Mundial". 31
13.- Ecología versus Desarrollismo: “Desarrollo Sostenible” . El Mundo como Sistema. 33

 

 

 







 

PROLOGO


INTRODUCCIÓN


Durante la mitad de las décadas 50 y 60, los que frecuentaron las Facultades de Ciencias Económicas, pudieron vivir un inusitado ambiente preocupado por el Desarrollo Económico y sus procedimientos. Entonces, políticamente el mundo, la ONU, estaba dividido en tres grandes bloques: capitalistas, comunistas y neutrales. El tercer grupo de los llamados “Países Neutrales”, estaba constituido por los países eufemísticamente llamados “subdesarrollados, o en vías de desarrollo”, los cuales estaban liderados, creo recordar, por India. Estos países se hacían querer por los dos grandes bloques, si bien basculaban más hacia el bando de la URSS.
Los estudiosos de la economía descontentos con los planteamientos capitalista y comunista por diferentes motivos, se preocupaban por encontrar la “tercera vía”. Se discutía sobre el modelo sueco, o sobre el sistema cooperativista de Yugoslavia, como sistemas panacea que resolvieran globalmente el problema mundial del subdesarrollo.
En la práctica los nuevos países descolonizados políticamente, sufrían los síndromes de la juventud y de los problemas mentales, complejos de inferioridad, derivados de su comparación con el desarrollo de sus ex-metrópolis. Esto les llevó a asumir el concepto que de ellos tenían sus ex-metrópolis, y desear el desarrollo según los planteamientos de sus antiguos amos. Por otra parte este deseo vino bien a las excolonias para seguir dominando económicamente dichos países ofuscados por el velo de la libertad.
Otro aspecto muy importante que tenía lugar en dicha época, era la proliferación de luchas guerrilleras que se desarrollaron en los países pobres y cuyo resultado, ahora es de todos conocido. Es de resaltar que todavía quedan restos de aquellas actividades, y el problema del subdesarrollo sigue sin resolver.
Pasados los años me ha parecido bueno reflexionar sobre los resultados de aquellos intentos teóricos de la ciencia económica, que se esforzaba en desterrar la miseria de la tierra.

LA ECONOMIA COMO CIENCIA


Cuando una persona observa el tiempo transcurrido en el intento de desarrollar los llamados países subdesarrollados y ve el clamoroso fracaso del intento, surge una grave duda de si la pretendida “ciencia” económica tiene en verdad tal carácter.
Recuerdo que en un tratado de investigación operativa se ponía de relieve que los métodos matemáticos nunca podían suponer una alternativa al sentido común, y que los mismos se debían utilizar en los casos reales cuya complejidad no alcanzaba a ser comprendida por el sentido común. Así pues, el aparato matemático se utiliza para potenciar el sentido común.
El uso y abuso del aparato matemático en economía es proverbial, actuando como un velo que pretende elevar el nivel científico de la materia, como si de su uso dependiera tal consideración.    A pesar de ello, resulta muy difícil comprender prácticas aberrantes defendidas en favor del mantenimiento de precios, dominio de mercados, etc.,.
 La consecuencia es inminente al observar alternativas al sentido común, como por ejemplo, que con una población necesitada se quemen cosechas, arrojen al mar excedentes de pesca, se contamine brutalmente, se agosten recursos naturales, etc., actividades que el estudiante de economía encuentra lógicas o cuando menos comprensibles. Eso es lo que hemos conseguido de entrada, que no se vomite en las facultades de economía ante estos hechos. Algunos pueden opinar que esta reflexión es una tontería y otros dudarán del carácter de ciencia de la economía que tales prácticas explica y comprende, cuando no justifica.
Si la economía es ciencia no lo es por el hecho de emplear matemáticas. La matemática no trata de la verdad de las proposiciones cuyas relaciones estudia, sino sólo de su acuerdo recíproco o coherencia (consistencia lógica). La verdad o falsedad de los planteamientos (axiomas) en economía tiene que ser decidida sobre bases no matemáticas, esto es en la realidad, la matemática misma no ofrece una base para formarse una opinión al respecto.
En los estudios económicos, en ocasiones, con ver unas cosas más o menos claras, ha bastado para que los especialistas intenten articularlas según los ideales del conocimiento de la época. Según señalaba M. Sacristán, “...  en frenética lucha por el prestigio, hay quien ya ha decidido no sumar nunca más, sino “integrar” siempre, no formular hipótesis, sino llamar “teoría” al primer par de ideas que se le ocurren, y no carecemos de personas empeñadas en “axiomatizar” a toda costa las cuentas de la vieja.....”.
No todo conjunto de enunciados es una Teoría Económica, sino sólo aquel conjunto de enunciados cuyo campo de relevancia está unívocamente determinado, y ésto no es caso frecuente en economía. Son habituales los Modelos Económicos donde no está unívocamente determinado el campo de relevancia. De aquí se deriva la importancia de la verificación empírica, no por prurito positivista, sino para dar sentido a los modelos económicos.
Los modelos, como todo conjunto de enunciados cuyo campo de relevancia no esté unívocamente determinado, no tienen en rigor sentido pleno mientras no se les relacione con un campo empírico mediante operaciones de verificación.
Las hipótesis que se presentan como teoremas en la Teoría tienen que ser en principio susceptibles de refutación mediante apelación a la evidencia empírica. Si las predicciones incluidas en las hipótesis no son refutadas por la evidencia empírica, entonces teóricamente pueden ser aceptadas, pero sólo hipotéticamente pues siempre son susceptibles de refutación por nueva evidencia empírica. A tales teoremas o hipótesis se les reconoce como Operativamente Significativos.
Mientras se pueda demostrar que en economía se pueden formular hipótesis operativamente significativas, se podrá sostener que la economía puede situarse junto a la física, química y demás ciencias reconocidas.
La realidad no revela ningún frenesí en establecer teorías operativamente significativas, entre los defensores de tales planteamientos. La situación podría describirse diciendo que se siguen haciendo modelos formales e incompletamente interpretados, más que teorías plenamente especificadas o interpretadas, susceptibles de refutación por datos empíricos.
Así pues, la economía teórica construye modelos no teorías, que en la mayoría de los casos son en sentido lógico, semánticamente incompletos ya que no están adecuadamente definidas las clases de interpretaciones admisibles. En conjunto la economía teórica construye esquemas explicativos flexibles y generales que pueden usarse en un proceso de explicación coherente de fenómenos asociados con individualidades concretas, más que la construcción de teorías que sean capaces de predecir el comportamiento de todas las individualidades históricas con determinados atributos.
La economía se orienta predominantemente a la explicación ex post en términos de esquemas generales o modelos, por ello, es natural que se seleccionen los modelos más sobre la base de su capacidad explicativa que en atención de su capacidad de previsión.
En principio tendría que ser posible construir teorías en vez de modelos. Si lo que construimos es explicación ex post, debemos estar dispuestos a reconocerlo así, en vez de pretender que nuestras “teorías” puedan someterse a las mismas pruebas de validación y verificación que las ciencias mejor desarrolladas.
Hay mucho folklore en torno a la cuestión del carácter científico de la economía que interfiere con el desarrollo de nuevos instrumentos y con el planteamiento de problemas nuevos e interesantes. Reconocer el verdadero carácter de la habitual práctica metodológica, hará avanzar hacia la sustitución del mito por el hecho, abriendo camino a nuevos horizontes de investigación.




1ª. PARTE.- INTRODUCCIÓN A LA ECONOMIA POLITICA



1º. - El Nacimiento del Mercado y de la “Economía como Ciencia”


Tradicionalmente hasta la mitad del siglo XVIII, se definía el mercado, como: un lugar público rodeado de construcciones o puestos donde en ciertos momentos se ofrecía en venta todo tipo de víveres y otras mercancías, por lo que al mismo lugar también se llamaba plaza.
El mercado está definido solamente como una ubicación donde se reúnen multitudes, puestos y canastas. No hay ninguna mención a la participación del mercado en las "fluctuaciones de precios" o en el "equilibrio". El concepto de "mercado" no tiene nada que ver con el concepto contemporáneo. Desde entonces a la actualidad ha habido un enorme cambio en la imagen que de sí misma tiene la sociedad.
Adam Smith fue el primer pensador que, al utilizar el término "mercado", no consideraba ya un sitio localizado de venta de mercancías sino un espacio, tan amplio como la sociedad, a través del cual todos los precios se intercomunican. El término, que hasta entonces había designado un lugar específico, adquirió subsecuentemente su significado generalizado y abstracto: ahora se refiere a la acción de mecanismos de equilibrio supraindividuales.
Se considera que a partir de este momento la economía política sea tratada como “CIENCIA”. La nueva innovación conceptual fue reflejo de la nueva realidad social: la economía de alcance nacional.
Anteriormente un mercado nacional no podía presuponerse, incluso se daba difícilmente el comercio entre diferentes regiones del mismo país a cuenta de la dificultad de comunicaciones. El comercio potente desarrollado en fechas anteriores por la Liga Hanseática, o por Venecia, aunque fuera entre diferentes países, en realidad se mantenía limitado a una relación entre ciudades. Los mercados eran precisamente lugares de intercambio locales y temporales, principalmente entre las ciudades y los campos que las circundaban, con precios determinados por la costumbre.
En la época de Adam Smith, sin embargo, los ESTADOS NACIÓN habían formado una red de relaciones comerciales en la totalidad de la sociedad y habían establecido el mercado nacional.
Anteriormente, el término economía había sido aplicado a la economía doméstica del príncipe, después la nación entera fue transformada en una economía política, y Smith se convirtió en el teórico de una sociedad gobernada por las leyes del mercado.
La “ciencia” económica está centrada en la fijación de precios resultantes de la contraposición de la oferta y demanda, bajo las diferentes condiciones de equilibrio en sistemas walrrasianos y por las relaciones reales de intercambio internacional para la localización de los recursos y factores productivos. Relaciones todas ellas llevadas a término en mercados de diferente tipología (libre, monopolio, monopsonio, etc.,).
En esta nueva “ciencia”, el concepto de desarrollo económico no existe. Ningún “Padre de la Economía” se hace eco de tal concepto.
¿Qué es el Desarrollo económico?, ¿Cómo se mide? ¿Desde cuándo surge? Interesantes preguntas para un mundo de “Científicos, ONG´s, Instituciones religioso-caritativas, etc., y demás personas de buen vivir” que dicen estar preocupados por el desarrollo o subdesarrollo de países, sentirse solidarios, mientras se profesa fe ciega en tan importante ciencia como la economía y otras religiones al buen uso.

2º.- Aparición del concepto “DESARROLLO” en la Ciencia Económica


Llegado 1.949, Harry Truman ante el Congreso de EEUU, definió a la mayor parte del mundo como "áreas subdesarrolladas". Apareció así, repentinamente, una característica permanente del paisaje que comprime la inmensurable diversidad del sur del planeta en una sola categoría: subdesarrollado. Disfrazó de generosidad el interés personal. Truman delineó un programa de asistencia técnica diseñado para "aliviar el sufrimiento de estas gentes" mediante "actividades industriales" y "un nivel de vida más elevado". 
La nueva visión del mundo fue anunciada de este modo: todas las gentes de la tierra tendrían que recorrer la misma senda y aspirarían a una sola meta: EL DESARROLLO. Y el camino a seguir se extendía claramente ante los ojos del presidente: "Una mayor producción es la llave de la prosperidad y la paz".
Viendo retrospectivamente, después de sesenta años, reconocemos el discurso de Truman como la señal inaugural de la carrera del Sur para alcanzar al Norte. Pero también vemos ahora que los corredores se han dispersado en la pista, algunos han caído en el camino y otros han empezado a sospechar que corren en la dirección equivocada.
El sistema internacional imperante hasta dicha fecha, era conocido como COLONIALISMO, aceptado sin bochorno por todas las potencias mundiales, por lo que la nueva idea de definir al mundo como una palestra económica fue completamente extraña para el colonialismo.
Ciertamente, los poderes coloniales se veían a sí mismos como participantes en una carrera económica. Los territorios de ultramar debían servir como fuente de materias primas y mercados. Pero fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando independientes políticamente, tuvieron que bastarse a sí mismos y competir en una arena económica global, aunque sus recursos naturales siguieran en manos de sus antiguos dueños.
Durante el período colonial, para Inglaterra y Francia la dominación de sus colonias fue, antes que nada, una obligación cultural que se originaba en su vocación civilizadora. Los ingleses formularon la doctrina del "doble mandato": beneficio económico, por supuesto, pero sobre todo la responsabilidad de elevar las "razas de color" a un mayor nivel de civilización. Los colonialistas llegaron a mandar a los nativos como amos, y no como planificadores a impulsar la espiral de la oferta y la demanda. Los imperios coloniales eran percibidos como espacios políticos y morales en los que las relaciones de autoridad daban el tono, no como pasos económicos articulados en torno a las relaciones comerciales.
El nuevo concepto en la visión del mundo, es lo que permitió que el concepto de desarrollo se erigiera como un estándar del valor universal.
En 1.930, todavía bajo la influencia del marco colonial, el desarrollo era visto sólo de una manera transitiva: el concepto se aplicaba exclusivamente al primer deber del doble mandato y representaba la explotación económica de recursos como la tierra, los minerales y los productos forestales.
 El segundo deber era definido como “progreso" y "bienestar". Sólo los recursos podían ser desarrollados, no los hombres o las sociedades. Fue en los corredores del Departamento de Estado, durante la guerra, que la innovación conceptual maduró. El "progreso cultural" fue absorbido por la "movilización económica" y el desarrollo fue entronizado como el concepto reinante. Y así, una nueva visión del mundo encontró su definición sucinta: el grado de civilización de un país podía ser medido por su nivel de producción. Ya no había razón para limitar a los recursos el dominio del desarrollo. De ahí en adelante las gentes y las sociedades enteras podían, o incluso debían, ser vistas como objetos de desarrollo.
La “ciencia “ económica no podía permanecer ajena a los nuevos enfoques de la sociedad, y se aprestó con sus técnicas a provocar el desarrollo de los subdesarrollados. El problema que se deriva es que después de sesenta años, no se conoce ningún país subdesarrollado que  haya abandonado su situación de atraso económico mediante las técnicas de tal medicina, lo que hace sospechar del carácter científico de tal disciplina. Por supuesto no vale considerar como ejemplo de desarrollo económico la casuística de los llamados países emergentes de extremo oriente, por la naturaleza del proceso económico que han seguido, y que más adelante se examinará.
El axioma universal desarrollado / subdesarrollado se transforma en una creencia teológica: las sociedades del Tercer Mundo son consideradas más o menos avanzadas de acuerdo con los criterios y dirección de las naciones hegemónicas.
Esta reinterpretación de la historia global no era sólo políticamente halagüeña, sino también ineludible: ningún pensamiento sobre desarrollo puede escapar a una suerte de visión retroactiva, ya que el subdesarrollo sólo puede ser reconocido viendo hacia atrás desde un estado de madurez.
 Desarrollo sin predominio sería como una carrera sin dirección. Hablar de desarrollo no significa otra cosa que proyectar el modelo de sociedad norteamericana al resto del mundo.
Truman necesitaba realmente esta reconceptualización del mundo. Los poderes europeos, que perdían sus súbditos coloniales, representaban un mundo que se había derrumbado y Estados Unidos, la nación más fuerte emergida de la guerra, fue obligada a actuar como el nuevo poder mundial. Para esto necesitaba una visión de un nuevo orden global.
El concepto de desarrollo se presenta al mundo como una colección de entidades homogéneas que no se mantienen unidas por medio de la dominación política de los tiempos coloniales, sino a través de la interdependencia económica. Así, la hegemonía estadounidense no tenía nada que ver con la posesión de territorios, pero sí todo que ver con su apertura a la penetración comercial. En este escenario se permitió el proceso de independencia de los países jóvenes, que automáticamente quedaron bajo el ala de Estados Unidos y de los países Metropolitanos, al proclamarse a sí mismos sujetos de desarrollo económico. El desarrollo fue el vehículo conceptual que permitió a Estados Unidos comportarse como el heraldo de la autodeterminación nacional, al tiempo que fundaba un nuevo tipo de hegemonía mundial, un imperialismo anticolonial, del cual participaron con idéntica eficacia las expotencias coloniales.

 

 

2ª.- PARTE.- TEORIA ECONOMICA OFICIALISTA REFERENTE AL DESARROLLO

 


3º.- “Desarrollo Económico”: sus elementos estadísticos y su medición


El concepto de desarrollo en la técnica económica, debe afrontarse siempre desde una perspectiva temporal y espacial determinada. Lo que en un momento histórico o en una región mundial se considera subdesarrollado, en otra circunstancia deja de considerarse y viceversa. En la práctica, el hecho de que el desarrollo sea un concepto relativo obliga a cuantificar este fenómeno al objeto de poder efectuar comparaciones tanto temporales como espaciales.
Desde un punto de vista puramente economicista, el desarrollo puede cuantificarse a través de diversos indicadores estadísticos, se considera que un país está desarrollado si ha acometido los cambios estructurales económicos y sociales que le han hecho salir de la situación de baja renta y nivel de vida que caracterizan el subdesarrollo.
De esta forma, se puede distinguir entre “crecimiento económico” (fenómeno cuantitativo), entendido como el aumento real del producto o de la renta y “desarrollo económico” (fenómeno cualitativo), considerado como la transformación estructural que mejora los modos de producción y el nivel de vida de una realidad determinada.
En la década de los noventa se ha introducido una nueva concepción de progreso económico entendida como “DESARROLLO SOSTENIBLE”, que según el Banco Mundial se identifica como aquella tasa de crecimiento que se puede prolongar de forma indefinida en el tiempo y que no degrada ni explota el medio ambiente de forma catastrófica, ni produce desigualdades de renta excesivas que al final lo estrangulen, y que mejora el nivel de vida del conjunto de la sociedad.
El crecimiento económico de un país se calcula comparando la producción obtenida en dos períodos. Desde el punto de vista del desarrollo económico más importante que el crecimiento que es un fenómeno coyuntural fruto de la comparación entre dos períodos, es el incremento o variación de la producción obtenida o la renta generada. Así, en general los países con menor nivel de renta suelen crecer a tasas mayores que los países con renta superior, pero esto no significa que los primeros estén más desarrollados que los segundos, sino todo lo contrario. En este sentido, para que dos países se aproximen aritméticamente en términos de renta tiene que suceder que:

              Y país rico/ Y país pobre > Incremento Y país rico/ Incremento Y país pobre
                    (Siendo Y la renta nacional)

La distribución de la renta de una sociedad se representa gráficamente con la curva de Lorenz que relaciona el porcentaje de la renta obtenida con un porcentaje dado de población y se cuantifica mediante el Indice de Gini que en la medida que sea más bajo supone una distribución de la renta más equitativa o igualitaria.
Para las comparaciones internacionales se homogeneizan las cifras a través de la conversión a un tipo de cambio común, por ejemplo el dólar o el euro. Este proceder presenta un problema de distorsión de las cifras por cuanto que el tipo de cambio no refleja el poder adquisitivo relativo de las monedas. Esta dificultad generalmente se soslaya con la utilización como factor de conversión la Paridad del Poder de Compra. En general sucede que los países más pobres tienen un mayor poder adquisitivo con su moneda en el interior del país que fuera, sucediendo justo lo contrario para los países más ricos.
Expuestos los elementos técnico-estadísticos del concepto de desarrollo económico para su medición, bueno será comprenderlos dentro de las sociedades humanas y no al margen de las mismas.
La pobreza a escala global fue descubierta oficialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Antes de 1940 no era un tema de debate. En uno de los primeros informes del Banco Mundial, de 1948-49, se perfila la "naturaleza del problema": "Tanto la necesidad como el potencial de desarrollo son revelados claramente por estas sencillas estadísticas: de acuerdo con la Oficina de Estadísticas de las Naciones Unidas, en 1.947 el ingreso promedio por persona en Estados Unidos fue superior a 1,400 dólares y en otros 14 países se situó entre los 400 y los 900 dólares. Sin embargo, para más de la mitad de la población mundial el ingreso promedio fue mucho menor de 100 dólares por persona. La magnitud de esta discrepancia no sólo demuestra la urgente necesidad de elevar los niveles de vida de los países subdesarrollados, sino también las enormes posibilidades de lograrlo."
Siempre que se mencionó la pobreza en los documentos de los años 40 y 50, fue como una medida estadística del ingreso per cápita, cuya importancia yacía en el hecho de que era más bajo que el promedio en Estados Unidos.
Se considera la renta como un indicador incompleto para medir el desarrollo, ya que un nivel elevado de la misma en términos absolutos puede deberse a que el país en cuestión tenga un elevado número de habitantes y no a que éstos disfruten de un alto nivel de renta. Para evitar esta disfunción es por lo que se relaciona la renta absoluta con la población que la genera o consume, cálculo que se efectúa a través de la renta per cápita. En función del nivel o umbral que alcance la renta per cápita de un país en un momento determinado se considerará subdesarrollado o desarrollado.
El Banco Mundial considera que a estos efectos existen cuatro grupos de países, según su Producto Nacional Bruto per cápita (PNB p c):
a)         de baja renta (PNB p c < 760 $),
b)        de renta mediana baja (760 $ <PNB p c < 3.030$),
c)         de renta mediana alta (3.031$ <PNB p c < 9.360$) y
d)        de renta alta (9.361$ <PNB p c ).
En principio sólo consideraremos desarrollados a los países de renta alta y a algunos de media alta. Es importante destacar que los países desarrollados producen el 78 por 100 de la renta mundial con el 18 por 100 de la población mundial, mientras que en los países subdesarrollados vive más del 60 por 100 de la población mundial que participa con sólo un 6 por 100 de la renta mundial.
Cuando se piensa que la medida del ingreso o renta, sirve para indicar la perfección social, como ocurre en el modelo económico de sociedad, uno se inclina a interpretar a cualquier otra sociedad que no siga ese modelo como de "bajo ingreso". De esta forma, la percepción de pobreza en una escala global no era otra cosa que el resultado de una operación estadística comparativa, la primera de las cuales fue llevada a cabo en 1940, por el economista Colin Clark.
Tan pronto como se estableció la escala de ingresos, el orden reinó en un planeta antes confuso: horizontalmente, mundos tan diferentes como el de los zapotecas, los tuaregs y los rajasthani podían ser clasificados juntos, mientras que una comparación vertical con las naciones "ricas" exigía relegarlos a una posición de inferioridad casi inmensurable. De este modo, la "pobreza" fue utilizada para definir pueblos enteros, no de acuerdo con lo que son o quieren ser, sino con lo que les falta y lo que se espera que lleguen a ser. El desdén económico tomó así el lugar del desprecio colonial.
Esta operación conceptual proveyó además las bases cognoscitivas para la intervención. Y la naturaleza de esta intervención fue la consecuencia lógica de que la individualidad de cada país hubiera sido reducida al criterio cuantificable de los estándares de vida: donde el "bajo ingreso" sea el problema, el "desarrollo económico" es la única respuesta admisible. Apenas se menciona la idea de que la pobreza pudiera también ser resultado de la opresión y, por tanto, exigir una liberación. O que la autosuficiencia pudiera representar una estrategia para minimizar los riesgos, esencial para la supervivencia a largo plazo. Menos aún, que una cultura pudiera dirigir sus energías hacia esferas diferentes de la económica.
Más bien, como fue el caso en las naciones industrializadas desde el surgimiento del proletariado y, más adelante, del Estado benefactor, la pobreza fue definida como una carencia de poder de compra, que pedía ser desterrada mediante el crecimiento económico. Bajo la bandera de "pobreza", la obligada reorganización de muchas sociedades en economías monetarias fue conducida subsecuentemente como una cruzada moral. ¿Quién podría rehusar seriamente la aprobación de una demanda tan bien fundamentada para la expansión económica?
El éxito redondo fue cuando los líderes del sur asumieron la imagen que de los mismos tenía el norte. Los líderes de las naciones recientemente fundadas, Nehru, Nkrumah, Nasser, Sukarno, aceptaron la imagen que el Norte tenía del Sur y la asumieron como su propia imagen: eran subdesarrollados. Algunos de los nuevos líderes, durante sus batallas contra el colonialismo, habían aprendido, de la URSS o mediante la Tercera Internacional, la lección sobre la hegemonía del productivismo occidental. No es una cuestión de teoría, sea comunismo, socialismo o capitalismo, el método que sea más eficaz en traer los cambios necesarios y en dar satisfacción a las masas, se establecerá por sí mismo. Nuestro problema ahora es elevar el estándar de las masas. Era el pensamiento de los nuevos líderes. 
Hacia finales de los años 60, cuando ya no era posible cerrar los ojos ante el evidente fracaso del "desarrollo económico" en elevar el nivel de vida de la mayoría de la población, un nuevo concepto de "pobreza" se hacía necesario: "Debemos esforzarnos decía McNamara en 1973 por erradicar la pobreza absoluta a fines de este siglo. Esto significa, en la práctica, eliminar la desnutrición y el analfabetismo, reducir la mortalidad infantil y elevar la esperanza de vida hasta alcanzar los estándares de las naciones desarrolladas". Cualquiera que viva por debajo de un estándar mínimo definido externamente, es declarado "absolutamente pobre".
Como la renta per cápita en muchos casos no refleja el desarrollo ni el nivel de vida relativo existente en los diferentes países, el parámetro del ingreso per cápita fue arrojado al basurero de los conceptos desarrollistas.
Aunque la renta per cápita es el indicador de desarrollo más habitualmente utilizado, no está exento de defectos y sesgos (desviación típica) que pueden inducirnos a error en su utilización. Abundan las insuficiencias estadísticas, que atañen tanto a la renta como a los censos utilizados por este indicador; en general las estadísticas de los países más subdesarrollados suelen ser menos fiables técnicamente cuando no inexistentes. Además, por convención contable, que ciertamente favorece a las empresas extranjeras, en el cálculo del PIB no se consideran partidas como los recursos no renovables consumidos o la contaminación provocada que en principio debían minorarlo. Existen también sesgos a la baja debidos a la existencia de economía sumergida e ilegal (que se suele infraestimar ya que los agentes involucrados en las mismas dificultan su registro al incumplir sus obligaciones contables, fiscales, censales, etc. ) o de economía informal (efectuada al margen del mercado, orientada a la subsistencia y con utilización ocasional de trueques). La renta per cápita o promedio de las ventas que obtienen los individuos, puede no ser representativa de la realidad de un país como consecuencia de que la distribución de la renta sea muy desigual.
Este abandono del parámetro renta per cápita fue debido al nuevo enfoque en la discusión internacional sobre la pobreza. Por un lado, la atención se desvió hacia las abismales diferencias internas de las sociedades, las cuales habían sido completamente ocultadas por los promedios nacionales, y por otro lado, el ingreso probó ser un indicador bastante inexacto de las condiciones reales de vida de quienes no estaban totalmente integrados en la economía monetaria. Por ello, se utilizaron indicadores alternativos al desarrollo.
Las posibilidades que se ofrecían eran múltiples como por ejemplo, basarse en la importancia relativa del sector industrial; la disponibilidad de bienes de consumo superiores (coches, teléfonos, electrodomésticos...); el grado de urbanización; tasas demográficas; el nivel y calidad de las condiciones alimenticias, sanitarias, educativas, etc.
Los esfuerzos por explicar la pobreza en términos de criterios cualitativos emergieron de la desilusión por los resultados de la estimulación mecánica del crecimiento, pero también implicaban una nueva forma de reduccionismo. Desde los primeros intentos en Inglaterra, a principios de siglo, el cálculo del umbral de pobreza absoluta se ha basado principalmente en una fórmula que involucra valores nutricionales. Los pobres absolutos son aquellos cuyo consumo de alimentos no exceden de un cierto mínimo de calorías. El problema con estas definiciones no es que hayan llevado a una confusa manipulación de normas, sino que han reducido la realidad de cientos de millones de personas a una descripción animalística.
En un intento por encontrar criterios objetivos y útiles, se allanó el camino para una concepción del mundo que ignora la rica variedad de lo que la gente podría esperar y por lo que podría luchar, simplificando situaciones humanas infinitamente variadas en un simple grupo de datos acerca de su supervivencia. ¿Es concebible un mínimo común denominador? No es de extrañar, con tales categorías atrofiadas, que las medidas que se adopten que van desde el reparto de cereales a la gente que come arroz, hasta las campañas de alfabetización en regiones donde la escritura prácticamente no se usa, hayan sido con frecuencia insensibles e irrespetuosas de la autoestima de la población.
Seguramente, la reducción de mundos vivos a niveles de consumo de calorías facilita enormemente la administración internacional de la ayuda para el desarrollo. Permite una nítida clasificación de la clientela, sin la cual las estrategias mundiales carecerían de sentido, y sirve de evidencia permanente de un estado global de crisis, sin el que podrían surgir dudas sobre la legitimidad de ciertas agencias de desarrollo y ONG´es. Esta nueva concepción de la pobreza permitió el rescate del paradigma del desarrollo a principios de los años 70, especialmente en su versión oficial de que la satisfacción de las necesidades básicas requería del crecimiento, o al menos del crecimiento "con redistribución". Fue así como se estableció el vínculo con el dogma del crecimiento de la década anterior, y las ONG tuvieron amplia justificación para desarrollarse.
En aras a la homogeneización, el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo empezó a elaborar un índice sintético de desarrollo “el índice de desarrollo humano”, que se basa en la utilización ponderada de tres indicadores alternativos de desarrollo:
1º.- La renta per cápita medida en términos de paridades de poder adquisitivo,
2º.- La esperanza de vida y
3º.- Nivel educativo
Este índice oscila entre 0 (los menos desarrollados) y 1 (los más desarrollados). El problema de este índice radica en la arbitrariedad de selección de los indicadores utilizados, la ponderación de los mismos y su nivel de referencia considerado como deseable y mínimo
El desarrollo económico como la meta básica del Estado, la movilización del país para incrementar su producción más allá de toda escaramuza ideológica: esto se ajustaba bellamente al concepto occidental del mundo como una pelea económica. Como en todo tipo de competencia, ésta produjo rápidamente su equipo profesional de entrenadores.
Los expertos del Banco Mundial presentaron conclusiones finales decisivas sobre los países subdesarrollados en sus misiones de ayuda: "Esfuerzos esporádicos y de corto plazo difícilmente pueden mejorar el panorama general. El círculo vicioso de la pobreza sólo puede ser roto seriamente mediante el replanteamiento global de toda la economía, junto con los sectores de educación, salud y alimentación".
Un incremento constante de la producción no implicaba otra cosa que un reacondicionamiento de sociedades enteras. ¿Existió alguna vez un objetivo de Estado más fervoroso?
 De ahí en adelante se produjo un florecimiento sin precedentes de agencias y administraciones "guiadas" por numerosas teorías, para dirigir todos los aspectos de la vida para contar, organizar, intervenir insensatamente y sacrificar, todo en nombre de la salida del subdesarrollo.
Hoy, la escena se parece más a una alucinación colectiva. Las tradiciones, las jerarquías, los hábitos mentales todo el tejido social se disolvieron en los modelos mecanicistas de los planificadores. De esta manera, los expertos pudieron aplicar el mismo diseño para las reformas institucionales en todo el mundo, con un bosquejo que casi siempre seguía la pauta del american way of life. No había ya ninguna razón para dejar que las cosas "maduraran por siglos", como en el período colonial. Después de la Segunda Guerra Mundial, los ingenieros salieron a desarrollar sociedades enteras, tarea que sería ejecutada en unos pocos años o a lo sumo en un par de décadas, dada la confianza y optimismo en la medicina económica del desarrollo.

4º.- Frenos Técnicos al Desarrollo Económico


En la literatura y práctica económica oficialistas, se han considerado tres motivos que constituyen un freno técnico al desarrollo económico:
-la carencia de capital (entendido como los elementos físicos, maquinaria, tecnología, etc.,)
-la explosión demográfica y desigualdad en la distribución de la renta, y
-la ausencia de un marco institucional favorable al desarrollo.

 4.1.- La carencia de capital.


La clave del proceso inicial del desarrollo se encuentra en el capital, el cuál es producto de la Inversión. El crecimiento económico está condicionado por las características (cantidad y calidad) de los factores de producción capital y trabajo.
Si bien se puede crecer (fenómeno cuantitativo) incorporando unidades adicionales de inputs productivos, sobre todo trabajo, para hablar de desarrollo económico (fenómeno cualitativo), hemos de introducir la variable productividad, ya que es consecuencia de la eficiencia en el uso de los recursos disponibles y permite aumentar las retribuciones y capacidad de gasto de los trabajadores empleados.
El incremento de la productividad de los factores empleados, se identifica con los aumentos de la producción no explicados por el incremento en la cantidad de los factores empleados, sino por otras causas como son el avance tecnológico incorporado en el nuevo capital, la mejora de las infraestructuras públicas, las economías de escala, el capital humano o la reasignación de factores de unas actividades a otras, circunstancias todas ellas que se identifican con el desarrollo económico pero que son difíciles de potenciar en los países subdesarrollados.
Hay una ecuación en economía, que ex post resulta tautológica. La Inversión es igual al Ahorro, esto es, siempre la inversión está financiada por el ahorro.
La financiación de la inversión se realiza mediante diferentes clases de ahorro: Interior (del país que ahorra), Exterior (ahorro de un país extranjero que se invierte en otro país), Voluntario (ahorro resultante de ciudadanos libres) y Forzoso (ahorro resultante de ciudadanos obligados a ahorrar).
La inversión tenida en Cuba por ejemplo era exterior y forzosa. Normalmente la inversión que tiene lugar en el resto de los países subdesarrollados es exterior y voluntaria, por ejemplo las inversiones de las grandes multinacionales cuyas consecuencias más notorias han sido los llamados países emergentes.
Así pues, la financiación de la inversión, puede efectuarse teóricamente de forma interna, apelando al ahorro nacional inexistente en los países subdesarrollados o bien de forma exterior. Los flujos de capital foráneos son un factor impulsor de desarrollo económico y el nivel alcanzado por los mismos depende de que la rentabilidad que se les ofrezca les compense el riesgo asumido, cuestión nada sencilla, a pesar de la existencia de rendimientos marginales decrecientes en el uso del capital, y que es consecuencia y causa del desarrollo económico, ya que suele ir pareja a la creación de un marco institucional y de estabilidad económica que caracteriza a los países más prósperos.
Mejor alternativa es teóricamente, la obtención de recursos foráneos obtenidos a través de las exportaciones, pero éstas, no suelen abundar en las fases iniciales del desarrollo, sobre todo si se carece de una generosas dotación de recursos naturales que les permita efectuar exportaciones de recursos primarios con carácter previo y temporal a las exportaciones de productos manufacturados que son las que verdaderamente constituyen la clave para el desarrollo. Este planteamiento teórico es un auténtico eufemismo, puesto que las exportaciones de dichos países, ya sean recursos naturales o manufacturas, son efectuadas por empresas extranjeras cuyas prácticas esquilman al país.
En teoría, el ahorro interno del país se suele convertir en la principal fuente de financiación de la inversión que el mismo efectúa en los estadios iniciales de desarrollo, condicionando el nivel del ahorro en última instancia el nivel alcanzado por la inversión, ante la reducida importancia cuantitativa de los flujos netos de entrada de capitales foráneos. El problema es que dichas economías en gran medida están fuera del circuito monetario, practicando el trueque, y el pequeño sector monetizado con bajo nivel de renta se ve obligado a dedicar un alto porcentaje de la misma a satisfacer necesidades básicas primarias ineludibles, como sucede con la alimentación y la vivienda, cuya satisfacción deja reducidas posibilidades de ahorrar. Esta baja propensión al ahorro, que se reduce aún más en los casos en los que el sistema fiscal y la inflación merman en exceso sus rendimientos, provoca que disminuya el nivel de inversión o stock de capital disponible por trabajador, lo que a su vez provoca que la productividad y la renta sea baja, generándose así un “círculo vicioso de pobreza” que es un fenómeno empobrecedor que se realimenta a si mismo.
Históricamente cuando el capital extranjero se ha invertido en un país subdesarrollado, se ha destruido la economía natural indígena que alimentaba a sus gentes. Se han puesto a trabajar por un salario en las inversiones extranjeras consiguiendo pasar a la economía monetaria de mercado donde compran para abastecer miserablemente sus necesidades. Las infraestructuras son las mínimas y normalmente construidas por las propias empresas extranjeras sin cuidado ninguno del medio ambiente por reducción de costes y sin planificación ninguna por lo que se convierten en cuellos de botella para el desarrollo económico del país.
Sus limitados niveles de renta dejan poco margen para invertir en capital social, al que sólo se dedican los recursos residuales posteriores a satisfacer las necesidades primarias de las capas de población más desfavorecidas (como son las subvenciones para alimentación o acceso a servicios públicos elementales, muchas veces concedidas de forma regresiva la concentrase en las zonas urbanas) y de atender los gastos de sostenimiento de los regímenes (como son las burocracias administrativas y los gastos militares).
Las carencias existentes en infraestructuras básicas de transportes, comunicaciones y suministro de energía, fragmentan sus mercados, encarecen sus producciones y los aíslan del exterior. Otro problema generalizado, es la carencia de viviendas con aspectos tan básicos como agua corriente, electricidad o saneamiento; ya que el fuerte crecimiento demográfico y los flujos migratorios hacia las ciudades, generan desarrollos incontrolados de infraviviendas en los arrabales de las mismas (Ej. Caracas, etc.,).

4.2.- El problema de la explosión demográfica y la desigual distribución de la renta

 

La explosión demográfica que experimentan los países subdesarrollados se convierte en muchos ocasiones en un lastre para el desarrollo económico. El aumento de la población, posibilitado por la reducción de las tasas de mortalidad, dificulta el crecimiento de la renta per cápita creándose así condiciones propicias para la aparición de sacos de pobreza y situaciones de inestabilidad política.
La población de los países con menor nivel de desarrollo suele crecer a tasas elevadas como consecuencia del retardo existente entre la caída de la mortalidad y el subsiguiente ajuste de la natalidad. Cualquier incremento del PIB queda absorbido por un incremento mayor de la población.
El esquema general es que en cuanto comienza la mejora de la renta, lo primero que se observa es una mejora en la satisfacción de las necesidades básicas, alimenticias y sanitarias, que reducen la mortalidad en general y la infantil en particular. Según se van desarrollando los países, éstos efectúan su transición demográfica, por la cual las tasas de natalidad decaen y se ralentiza el crecimiento poblacional. Como consecuencia de la mejora del nivel de vida: al reducirse la mortalidad infantil las familias reducen el número de nacimientos; la incorporación de la mujer al mercado de trabajo encarece el coste de la crianza y educación de los hijos al tiempo que las brinda un mayor poder de decisión en la elección del tamaño de familia y por último, cambia el papel de los hijos dentro de la familia, que dejan de ser una fuente de renta (mano de obra agrícola y pensión familiar para la vejez) para convertirse en una fuentes de gasto (es necesario educarles y alimentarles durante muchos años antes de su emancipación). La verdad es que este esquema general es teórico y deducido a lo largo de la historia del comportamiento de las sociedades desarrolladas en su proceso de desarrollo, ya que los subdesarrollados no han llegado a despegar para vivir el proceso completo.
La conclusión es que el crecimiento demográfico dificulta el aumento de su renta per cápita, ya que su pirámide poblacional muy joven hace que sus tasas de dependencia aumenten retardando así el crecimiento económico e impidiendo que se generalicen los esfuerzos de educación y capacitación profesional. La distribución de la renta y la riqueza en los países subdesarrollados suele ser muy desigual lo que reduce las posibilidades de desarrollo. Gran parte de la población vive por debajo de los umbrales mínimos de pobreza lo que imposibilita la generación de ahorro e introduce restricciones de endeudamiento que les imposibilita efectuar inversiones a las personas con vocación emprendedora. Aunque en el largo plazo el desarrollo económico suele conllevar una aproximación de las rentas dentro de una sociedad, en los momentos iniciales del despegue pueden producirse aumentos temporales de las desigualdades en favor de aquellos colectivos que poseen los factores productivos más escasos, como son por ejemplo el capital humano cualificado, la capacidad emprendedora o el capital productivo.
Siguiendo con la teoría, en general el ahorro aumenta en función de la renta, cuando ésta se concentra en pocos individuos esta circunstancia no se produce tan claramente, ya que los colectivos más ricos dejan de ahorrar, al carecer ya de incentivos para aumentar su patrimonio (ya son los más ricos) al tiempo que intentan acometer las pautas de consumo de los colectivos más acaudalados de los países ricos (efecto demostración), gastando así muchas veces por encima de sus posibilidades reales. Cuestión distinta es cuando el aumento de la renta posibilita que surja una extendida clase media, ya que la misma sí que genera altos niveles de ahorro, en cuanto cauce para mantener sus niveles intertemporales de consumo relativamente constantes en el tiempo como para efectuar las inversiones que les permitan aspirar a mejorar su nivel relativo económico: capital humano y financiero.

4.3.- La ausencia de un marco institucional favorable al crecimiento


El sector público de los países subdesarrollados suele tener amplias competencias de intervención en el ámbito económico. La corrupción y el intervencionismo público, estimulados por burocracias hipertrofiadas, entorpecen y dificultan el funcionamiento correcto de la actividad económica e impiden que las señales del mercado guíen la transformación estructural necesaria para el progreso económico. Se suele generalizar la presencia de empresas públicas en todos los ámbitos del tejido productivo. Los regímenes políticos autoritarios suelen tener una mayor propensión a estas prácticas, que permiten obtener “rentas” extraordinarias del ejercicio del poder, al no estar sometidos a la disciplina que introduce el riesgo de no-reelección en los países democráticos o un sistema judicial independiente que controle las ilegalidades ejercidas por el poder administrativo. Como consecuencia de la ilegitimidad de algunos gobernantes aumentan las posibilidades de acceso al poder por medios violentos “golpes de Estado” con los consiguientes riesgos de inestabilidad políticas o guerras civiles.
Los países subdesarrollados suelen carecer de un marco institucional (normativa legal y sistema judicial) que garantice la defensa de los derechos elementales de los individuos, como son el respeto a la vida humana, a la libertad, a la propiedad privada, etc. Esta circunstancia provoca que las inversiones con prolongados períodos de maduración (las más intensivas en capital) lleven consigo un nivel de riesgo e incertidumbres que disuaden a los agentes económicos nacionales de acometerlas, dejándolas para los agentes extranjeros que son los causantes y controladores de tales desatinos.
El Estado puede desempeñar un papel de estímulo al desarrollo interfiriendo la asignación de recursos en beneficio del mismo. En este sentido, cuando los países reorientan su gasto público de carácter improductivo (militar, subvenciones, etc.) hacia la construcción de infraestructuras económicas se suele producir una mejora del bienestar global del conjunto de la población. Estos retos suelen chocar con las dificultades que tienen estos países para exigir un nivel de impuestos suficiente para sus necesidades, centrados en el gravamen del consumo más que en la obtención de renta, por la presencia de economía informal y sumergida y por el bajo nivel de renta. Las múltiples demandas de gasto y la insuficiencia de ingresos elevan los déficits públicos, y en la medida que se financian monetariamente son la génesis de situaciones inflacionarias, factores ambos que presionan al alza los tipos de interés. Las inflaciones de los países subdesarrollados, se ven estimuladas por los múltiples cuellos de botella existentes y por el limitado nivel existente de competencia, distorsionan fuertemente la asignación de recursos y hacen perder competitividad a sus producciones en los mercados internacionales.
Como ejemplo, basta citar la generalización de los déficit públicos en diversos países iberoamericanos en la década de los ochenta que les llevaron a acumular ingentes niveles de deuda externa que alimentaba la inflación, configurándose así permanentes expectativas de devaluación de sus monedas que les obligaban a pagar elevadas primas de riesgo del país y estimulaban la fuga de los capitales endógenos de la zona, proceso todo el que al ser insostenible en el tiempo dio lugar a la llamada “crisis de la deuda” y a una recesión económica que se prolongaría más allá de la década. De hecho, la gravedad extrema de la situación desembocó en la necesidad de acometer drásticos programas de estabilización ( recorte del déficit público, financiación ortodoxa de los déficit, anclaje monetario, liberalización interior y exterior, etc.) con los consiguientes costes en términos de bienestar en el corto plazo.
En todo este planteamiento teórico oficialista, nunca se alude a la intervención y control económico de intereses ajenos al país en cuestión y que actúan en el interior del mismo, y sólo se alude a las burguesías nacionales que forman una auténtica rémora del desarrollo. Parece una teoría sacada de otro planeta, y con tales diagnósticos no se sabe ni se puede curar al enfermo.

5º.- El Desarrollo Económico como Transformación Estructural


Los modelos sociológicos de transformaciones estructurales que se presentan corresponden más a lo que debería ser que a lo que es, pero la ciencia económica no tiene otros. Son abstracciones puramente teóricas que delinean un desarrollo teórico, impoluto, que nunca tiene lugar. Por ejemplo, estos modelos de transformación estructural basados en la evolución seguida por los países desarrollados, se extrapolan a los subdesarrollados, pero falta un elemento importante en los modelos. Los países desarrollados para seguir esos procesos de transformaciones estructurales mantuvieron unos procesos de violencia, revueltas, revoluciones, etc., etc., que no figuran en los modelos. Por lo que se infiere que la técnica económica pretende que los países subdesarrollados arreglen sus enormes intereses contrapuestos, tanto dentro del país como con los países desarrollados, por las buenas y aplicando simplemente sus asépticas recetas.

5.1.- El cambio sectorial


La estructura productiva de las economías subdesarrolladas se caracteriza por el fuerte protagonismo del sector primario y terciario frente al sector secundario. La participación de la agricultura en el total de renta de un país subdesarrollado puede rondar el 30 por 100, porcentaje que en el caso de los servicios supera el 55 por 100, mientras que el sector secundario suele ser minoritario, con una proporción sobre el producto del 15 por 100. A medida que los países se desarrollan suele perder peso el sector primario, cuyo cambio estructural le permite liberar recursos productivos al sector que más peso gana, el sector industrial. Por su parte, el sector servicios no suele variar su importancia cuantitativa en función del desarrollo, aunque sí se cambian la tipología de los servicios producidos, ya que el comercio interior y los servicios personales, son progresivamente reemplazados por los servicios financieros, de distribución a empresas, ocio, etc. Este proceso se ve reforzado por el hecho de que la estructura de la demanda de los países también se modifica según aumenta su nivel de renta (Ley de Engel). A bajos niveles de renta los gastos principales son la alimentación y la vivienda. Posteriormente, empiezan a ganar peso los bienes de consumo duradero (electrodomésticos, automóviles, etc.). Para llegar a una situación que el principal gasto es el consumo de servicios: financieros, educativos, de ocio, sanitarios, personales, etc.
En los estadios iniciales de desarrollo la mayor productividad relativa de la industria (que se refleja también en los salarios relativos) estimula la afluencia de nuevos trabajadores a la misma, siempre y cuando no se interfiera artificialmente las señales del mercado manifestadas a través de la estructura de precios relativos. Posteriormente, la agricultura en la medida que se va modernizando consigue también productividades elevadas y se convierte en un sector competitivo, quedándose sólo rezagado en este aspecto, el sector servicios cuya menor productividad, consecuencia de la dificultad de capitalización, le obliga a absorber un porcentaje creciente de desocupados.
En la medida en que los países se desarrollan, la agricultura pierde peso relativo. No quiere decir que la agricultura pierda importancia, se favorece el desarrollo, ya que una agricultura competitiva es una de las condiciones necesarias para el desarrollo económico, bajo riesgo de incurrir en una balanza de pagos deficitaria y encarecimiento de los inputs primarios para el resto de sectores, con el consiguiente efecto negativo sobre la configuración de precios y salarios de la economía. De hecho, para que surja un sector no agrícola, la agricultura debe obtener un excedente que lo alimente, circunstancia que es imposible en una agricultura limitada al autoconsumo.

5.2.- La urbanización


La acelerada migración de las zonas rurales a las regiones urbanas se produce como consecuencia de los diferenciales de niveles de vida y salariales existentes entre ambas zonas, circunstancias que se ve estimulada en ocasiones por que las autoridades penalizan a la agricultura con impuestos, aranceles a sus inputs exteriores, apreciación de la moneda que dificulta sus exportaciones y control de sus precios. Por el contrario, en las zonas urbanas se benefician de las subvenciones que se suelen conceder al acceso a los bienes básicos y a la industrialización, sector que también se apoya a través de la política comercial y cambiaria. En ocasiones la agricultura se ve tan penalizada que ve reducida su producción, generándose situaciones de insuficiencia alimentaria y freno a la industrialización que se ve obligada a pagar por sus inputs agropecuarios y a sufrir elevaciones salariales a sus trabajadores para compensarles la pérdida de poder adquisitivo derivada de la subida de los precios de los alimentos. Como resultado, se desperdician las ventajas comparativas que algunos países tienen en determinadas producciones agropecuarias que en otro caso hubieran podido ser fuente de generación de rentas y obtención de recursos exteriores.
Las economías subdesarrolladas suelen tener una fuerte dualidad entre las zonas rurales y urbanas que se identifican con la dicotomía existente entre el sector agrario e industrial y entre la economía informal y formal. La economía informal se identifica con la parte de la economía que opera al margen de las regulaciones laborales, fiscales, etc. y está compuesta por actividades de lo más diverso: servicios personales, agricultura de subsistencia, economía de trueque, artesanía, etc., cuyo común denominador suele ser los bajos niveles de rentas obtenidas y su alta intensidad de factor trabajo, por lo que se identifican en ocasiones con el sector tradicional. Por contra, la economía formal se compone de la actividad moderna, de carácter agrícola, industrial o servicios que cumple con las normas y regulaciones públicas, lo que las obliga a mantener un nivel de productividad superior a la informal en aras a financiar estos sobrecostes con lo que constituyen el sector más moderno de la economía. Las interrelaciones existentes entre el sector tradicional y el sector moderno de la economía son claves para comprender el proceso de crecimiento. En este sentido, el modelo de Lewis se centraba en que la existencia de mano de obra sobrante de baja productividad existente en el sector tradicional informal favorecía la industrialización en la medida que la acumulación de capital no llevaba a una escasez del factor trabajo (que desembocaría en un encarecimiento relativo del mismo que frenaría la inversión) sino a una utilización del excedente laboral existente en el sector tradicional, alimentándose así el progreso económico al difundirse este a nuevos colectivos. Muy ligado a este fenómeno se evidencia el proceso migratorio de las zonas rurales a las zonas urbanas atraídos por los diferenciales de salarios y retribuciones existentes en las mismas.
El reducido nivel de actividad económica impide que se desarrollen las externalidades y complementariedades que la concentración de la actividad económica genera. En este sentido, las localizaciones donde existe una mayor densidad de empresas gozan de una mayor fluidez de flujos económicos de conocimientos, capital humano y relaciones interempresariales que permiten una mayor especialización en productos o procesos. Los mercados con mayor tamaño (parámetro que depende tanto de factores demográficos como del nivel de renta) permiten la aparición de economías de escala. Por todo ello y de forma pareja al desarrollo el crecimiento económico se tiende en los primeros estadios a concentrarse en determinadas localizaciones, generalmente las zonas urbanas, que absorben recursos (capital y trabajo) del resto del territorio hasta alcanzar un nivel de actividad en el que el proceso de absorción se troca en un proceso de difusión del crecimiento económico hacia otras localizaciones.

5.3.- La apertura comercial


No existe una pauta generalizada entre apertura comercial, medida como la suma de las exportaciones e importaciones en relación a la renta, y al desarrollo económico, ya que esta circunstancia se ve influida por el tamaño de los países. Es obligado recordar que algunos países subdesarrollados puedan situarse en un círculo vicioso de pobreza, en el que el débil crecimiento entrampa a los países en una situación de la que tienen muchas dificultades para salir por sí mismos, a no ser que obtengan un empuje del exterior, por vía financiera o comercial.
El comercio exterior es un factor dinamizador del desarrollo por diversas vías. La principal es que permite aprovechar el amplio tamaño del mercado mundial y que los países se especialicen en función de sus ventajas relativas, obteniendo así un mayor nivel de producción que mediante el comercio exterior, nos sitúe en unas mayores posibilidades de consumo, que si hubiéramos intentado producir la totalidad de bienes y servicios que demandan los consumidores y productores de un país. En todo caso, existen bienes como los inputs energéticos o los bienes de capital con las tecnologías más avanzadas, cuya producción es imposible técnicamente en algunos países, por lo que como el desarrollo económico obliga a un uso creciente de los mismos, su importación necesita de la obtención previa de recursos internacionales a través de las exportaciones. Además, la apertura comercial genera efectos pro competitivos que estimulan la eficiencia y permite alcanzar economías de escala al aumentar el tamaño del mercado, circunstancia muy importante para los países reducidos en términos relativos. En general, la evidencia empírica nos señala que los países con una mayor proporción de exportaciones con relación a su renta suelen alcanzar mayores tasas de crecimiento. Hoy en día, el entorno económico mundial goza de una elevada apertura comercial que por esta vía ofrece mayores oportunidades para los países que opten por estrategias de desarrollo basadas en una industrialización orientada hacia las exportaciones a los mercados mundiales.
Estas afirmaciones teóricas se ven desmentidas por las prácticas proteccionistas de los países desarrollados, salvo que el exportador sea una multinacional que ha invertido su capital en el país subdesarrollado. En este sentido, existen algunas regularidades específicas de los países subdesarrollados en la composición de su comercio internacional que se caracteriza por la gran importancia de los productos primarios (recursos naturales y productos agropecuarios) dentro de sus exportaciones. Por el contrario, sus importaciones son de todo tipo: productos primarios, bienes manufacturados y servicios avanzados. Dado que la demanda de productos primarios tiende a reducirse en términos relativos dentro de la estructura de consumo de los países más ricos, los precios relativos de los mismos (su relación real de intercambio) tienden en general a deteriorarse en el tiempo, con la excepción de los productos energéticos.
La mejor estrategia es la “industrialización orientada a las exportaciones” ya que ésta permite especializarse de acuerdo a las ventajas comparativas (iniciales y adquiridas) y obtener recursos de la demanda externa de forma continua y creciente en el tiempo, lo cual estimula el desarrollo desde la perspectiva de la renta. Además, en la medida que la industria exportadora esté imbricada e interrelacionada con el resto del tejido productivo, el tirón de la exportación actuará de locomotora para el aumento de la oferta. Esta ha sido la estrategia seguida en gran parte por los países emergentes del sudeste asiático (incluido Japón). El problema es que las decisiones no las tomaron los países emergentes, sino los europeos y americanos que decidieron llevar a ellos sus plantas de componentes y ensamblaje, sus acerías y demás industria contaminante, en general industrias de alto componente de mano de obra para aprovechar su bajo costo y luego vender los productos en Europa y América. Un ejemplo de lo que ocurre cuando el país trata de controlar las exportaciones de sus productos nacionales, lo tenemos en Chile con Allende, y ahora en Bolivia con el petróleo.

5.4.- El aumento de la productividad


Es necesario distinguir entre mejora del producto debida al incremento de la dotación de capital empleado o la explicada por incremento de su productividad. En general, los países cuanto más desarrollados son, su crecimiento se explica por la productividad, mientras que cuanto menos desarrollados la base del aumento del producto se suele producir más como consecuencia del incremento en la dotación de capital. Esta circunstancia es bastante lógica y obedece a que la menor dotación de capital les permite crecer simplemente incorporando nuevo capital sin necesidad de mejorar los rendimientos del ya existente, cuestión que por otro lado, en los estadios de mayor pobreza les resulta difícil alcanzar, en la medida en que en términos relativos les es más difícil generar los factores ajenos al capital que aumentan su productividad que el capital en si mismo. A este respecto, la introducción de algunas tecnologías avanzadas desarrolladas en los países más ricos en función de los precios relativos de sus factores productivos (con encarecimiento continuo del factor trabajo) puede ser contraproducente en un país más pobre donde el factor trabajo es más abundante y por lo tanto más barato. Por ello, es importante que los países subdesarrollados utilicen las tecnologías idóneas a su situación específica lo que en la práctica lleva a que el nivel tecnológico óptimo para un país subdesarrollado sea distinto que para un país desarrollado sin que ello quiera decir que en determinados procesos productivos éstos últimos se vean obligados a adoptar las tecnologías más avanzadas disponibles.
Los aumentos de productividad del trabajo, aumentan las posibilidades de creación de empleo y de mejoras de salarios reales, lo que incrementa el nivel de vida al existir una mayor disponibilidad y accesibilidad de bienes y servicios o lo que es lo mismo, un mejor nivel de vida. Así pues, el desarrollo económico es un proceso dinámico que necesariamente ha de ir acompañado de elevaciones continuas de la productividad, para lo que es necesario invertir, para aumentar el stock disponible de capital por trabajador y renovar y mejorar la tecnología utilizada en el proceso productivo (proceso de “catch up” que acelera el desarrollo mediante el acceso a las tecnologías líderes). En este sentido, los países según van aumentando su nivel de desarrollo suelen dedicar a la inversión un porcentaje mayor de su renta.

6º.- Modelos de Crecimiento Económico


El crecimiento económico es uno de los asuntos de mayor complejidad y su explicación ha variado en el tiempo de acuerdo a la evolución de los modelos teóricos y su contrastación empírica en el tiempo. A nuestros efectos vamos a prescindir de desarrollar el álgebra de estos modelos para centrarnos exclusivamente en la descripción y explicación de las variables cuyos resultados en cada modelo se consideran más relevantes para alcanzar el crecimiento económico. Nos centraremos en los más reputados: el modelo de HARROD-DOMAR; el modelo de SOLOW y las TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ENDÓGENO. Al eliminar el aparato matemático y contraponer cada modelo versus realidad, la impresión que suscitan es de encontrarse ante un razonamiento puramente filosófico-especulativo.
El modelo clásico de HARROD-DOMAR, desarrollado en torno a la segunda guerra mundial, basaba el crecimiento económico en la tasa de ahorro y la relación entre el capital y el producto, que en el caso de rendimientos constantes, se considera invariable. Así, aquellos países que una mayor proporción de su renta destinara al ahorro (que a la postre se traduciría en inversión o aumento del capital productivo) serían los que alcanzaran un mayor grado de crecimiento económico. Si consideramos también el aumento de la población, el desarrollo económico identificado con aumentos de la renta per cápita, sólo se produciría cuando la tasa de crecimiento de la producción fuera mayor que la de la población. En este modelo, el ahorro y el crecimiento demográfico son endógenos, ya que con bajos niveles de renta cercanos al nivel de subsistencia es difícil ahorrar mientras que el crecimiento demográfico en los estadios iniciales de desarrollo suele ser muy elevado. De esta forma, se generan sacos de pobreza o círculos viciosos que lastran el desarrollo económico y que han de resolverse incentivando el ahorro o reduciendo el crecimiento poblacional.
El modelo de crecimiento económico del nóbel SOLOW fue desarrollado en la década de los sesenta y explica el crecimiento económico de acuerdo a la acumulación de factores productivos (trabajo y capital) bajo el supuesto de rendimientos crecientes, que conduce a que la combinación óptima varíe de acuerdo a la proporción de la dotación relativa de los mismos. Esto es, en términos marginales, cuando el capital es escaso la incorporación de nuevas unidades aumenta la producción a un mayor ritmo que el que se produciría en el futuro una vez la acumulación de capital haya provocado que este factor se convierte en abundante (y por lo tanto el trabajo se convertirá ahora en el factor escaso) hasta un nivel en que su productividad marginal sea tan reducida que se alcance un estado “estacionario” en el aumento de la producción por trabajador, que ya no aumenta aunque se incremente el capital per capita. Hay que destacar que en el modelo de Solow la proporción capital- trabajo varía en el tiempo de forma endógena al comportamiento del modelo y provoca que hasta llegar a la situación estacionaria y bajo el supuesto de rendimientos marginales decrecientes, un país crecerá más rápidamente cuando menor sea su dotación inicial de capital. Así, en principio las economías más atrasadas crecerán a tasas superiores a las de más avanzadas, hasta que en el largo plazo convergen en términos absolutos en sus niveles de renta per cápita, en los casos en que sus tasas de ahorro, nivel tecnológico y crecimiento demográfico sean similares; si estos parámetros fueran distintos, la convergencia no se produciría necesariamente entre todos los países sino sólo entre grupos de países que tuvieran una cierta homogeneidad en ellos, produciéndose así lo que se llama la convergencia condicional. Como consecuencia, los países no pueden aumentar de forma indefinida su renta per cápita, a no ser que introduzcamos una nueva variante, el progreso técnico que permite obtener una mayor producción con una misma cantidad de inputs (o lo que es lo mismo, cambia la función o métodos de producción), variable que en este planteamiento se considera exógena.
Las “TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ENDÓGENO” fueron desarrolladas en la década de los ochenta por una serie de autores entre los que destacan el nóbel Robert Lucas y el profesor Paul Romer y destacan como factores endógenos de crecimiento al capital humano y al progreso técnico. El capital humano (conjunto de conocimientos aplicables a la producción que se adquieren a través de la formación y la experiencia) es más abundante en los países desarrollados, ya que su menor población y sus mayores tasas de ahorro les permiten invertir más en el mismo. Este capital complementa al físico en la función de producción de los mismos permitiendo alcanzar en ocasiones rendimientos mayores, a pesar de la productividad marginal decreciente, que los que se obtienen en los países subdesarrollados donde la ausencia de capital humano (ya que lo que les sobra es trabajo no cualificado) restringe los rendimientos marginales del capital físico, a pesar de la baja dotación que tienen también de este último.
El progreso técnico se explica dentro del modelo, por los estímulos a la investigación e innovación que se establecen en función de la rentabilidad esperada para las actividades. La rentabilidad esperada depende ante todo del grado de concurrencia en los mercados (cuanto más competencia más rentable suele ser innovar, sobre todo si la innovación posibilita rentas temporales de monopolio) y del nivel acumulado en el resto de factores (cuanto más cerca esté una economía de su estado estacionario más beneficios se obtienen de la innovación tecnológica). Una vez desarrollada una innovación su incidencia sobre el crecimiento económico dependerá ante todo del grado de difusión que alcance en el tejido productivo, surgiendo aquí una curiosa paradoja: la mayor difusión se produce cuanto menores derechos de propiedad sobre los resultados de I+D tengan los innovadores, pero que el nivel absoluto de las innovaciones depende a su vez de estos mismos resultados. Con todo, desde la perspectiva aislada del cambio técnico a los países más pobres les resultará menos costoso adquirir la tecnología más moderna (catch-up tecnológico) aunque sea con retardos temporales respecto a su desarrollo, circunstancia que permite a los países más innovadores mantener un nivel superior de desarrollo. De hecho, aunque los países más pobres crezcan a mayores tasas, las diferencias en términos de capital, sobre todo humano y tecnológico, permitirán que las desigualdades se mantengan o aumenten en el tiempo, entre otras razones porque este tipo de capital tiene rendimientos crecientes. De aquí la importancia para todos los países de mantener una alta política de I+D+i.

 

 

 

3ª.- PARTE.- RESULTADOS DE LA POLÍTICA ECONOMICA OFICIALISTA

EN EL CAMPO DEL DESARROLLO ECONOMICO

 


7º.- El Desarrollo en los llamados “PAISES EMERGENTES”


El sudeste asiático ha sido la zona donde mejores resultados se han obtenido en las últimas décadas en términos de desarrollo económico, los primeros éxitos se localizaron en Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong para posteriormente extenderse progresivamente a otros países del área como Tailandia, Indonesia y Malasia, etc.
El desarrollo en todos los países se ha basado en la INVERSIÓN en los mismos, financiada por el AHORRO EXTERIOR, proveniente de los países superdesarrollados que buscaban una situación de salida para su sobre inversión nacional, como ahora está ocurriendo respecto a China e India.
El desarrollo en los países emergentes ha tenido al mercado internacional como mecanismo regulador de asignación de recursos siguiendo la Economía Clásica de Adams Smith, en las VENTAJAS COMPARATIVAS, en razón de sus menores costes sociales y laborales. La inversión extranjera ha gozado de subvenciones o protecciones comerciales por parte de los países destinatarios, basándose en el argumento de la industria naciente, y sin poner ningún condicionante a la inversión que les llegaba (Union Carbide en India, Altos Hornos de segunda mano ya amortizados, etc.,)
La producción de la inversión extranjera constituye la exportación de dichos países a los países originarios de las inversiones, cuyo componente barato de mano de obra en el coste de los productos es fundamental. Su mano de obra industrial constituye la base de una economía monetizada de mercado en los países subdesarrollados, rompiendo los marcos naturales, y comenzando un proceso de desarrollo de mercado en condiciones de flagrante explotación laboral y humana.
 La consecuencia de adaptarse a las necesidades de ahogo de los países desarrollados, les ha permitido beneficiarse de las rentas de situación derivadas de su proximidad a Japón (flujos financieros, comerciales, tecnológicos, etc. ) y de la “tutela y ayuda” de los Estados Unidos.
En el continente Iberoamericano fue donde en mayor medida se vivieron las necesidades, euforia e interés desarrollistas hace sesenta años. Las universidades mundiales debatían acerca de los modelos de desarrollo al mismo tiempo que se constituían organizaciones intergubernamentales, bajo el auspicio, protección y tutela del gobierno USA, del Banco Mundial, etc., para conseguir el desarrollo del continente. Era tanto el interés que fuera de las universidades los partidarios del desarrollo también lo intentaban con otros procedimientos guerrilleros. Todo el mundo quería y luchaba teórica y prácticamente por conseguir el desarrollo. Ahora podemos ver en qué ha quedado tanta ciencia, y práctica económica.
 La mayor parte de los países emergentes de Ibero América (Méjico, Brasil, Argentina, Venezuela, Chile, Ecuador, Colombia, etc.) persiguieron como estrategia de desarrollo la industrialización basada en la sustitución de importaciones, para lo cual abusaron del proteccionismo frente al exterior, confiados en su amplio tamaño y favorable dotación de recursos naturales, que les permitían obtener recursos por su exportación. El paradigma más cercano de dichas políticas proteccionistas está en las políticas iberoamericanas de la década de los 50as y 60as.
Esta política creó una cierta efímera euforia en los países que no fue duradera. Interiormente se crearon puestos de trabajo en las empresas nacionales protegidas que en el campo internacional estaban con nula posibilidad competitiva, y que se veían beneficiadas por la afluencia interna de recursos (capital y trabajo) resultante de la estructura de precios relativos existentes entre los distintos sectores de la economía. Estas empresas autónomas nacionales que evitaban la importación de ciertos productos no tenían capacidad competitiva internacional en el campo de las exportaciones. Sin embargo había otras empresas cuya producción se exportaba en su totalidad a USA, pero los precios no se podían subir por estar controlados por los mismos USA (petróleo,  cobre, productos agrícolas, etc.,).
La realidad es que tal estrategia estaba definida por las multinacionales americanas en función de los intereses de la economía yanqui, Los gobiernos nacionales no eran libres de definir sus políticas económicas que cuando se separaban de los intereses de los patrones, saltaban hechos pedazos por los aires sus gobiernos, y sustituidos por acreditados dictadores que mantuvieron a su alrededor importante cohorte de técnicos económico-militar-desarrollistas, que esquilmaron los países junto con sus protectores yanquis.
Como resultado de la ineficiencia industrial resultante de esta estrategia y de la ausencia de economías de escala fruto del reducido tamaño del mercado interno (en comparación con los mercados mundiales) la industria nacional se volvía dependiente del proteccionismo con el consiguiente coste en términos de bienestar para el conjunto del país, debido a una inflación galopante para financiar los desajustes presupuestarios. El problema es que a la postre, tarde o temprano, el país en cuestión se veía imposibilitado de obtener ingresos suficientes procedentes de la exportación para financiar algunas inversiones ineludibles, como los bienes de equipo con las tecnologías más avanzadas o los inputs energéticos, con lo que la estrategia terminaba estrangulándose internamente viéndose obligados los países involucrados a abandonar de repente la autarquía con los consiguientes costes transitorios de ajuste.
Esta estrategia empezó a mostrar sus debilidades con ocasión del deterioro de la RELACIÓN REAL DE INTERCAMBIO de los años setenta, consecuencia del encarecimiento del input petrolífero, a pesar de ser productores de petróleo alguno de dichos países, ya que estaba en manos yanquis la distribución del mismo, y de su falta de competitividad internacional que les sumió en una aguda crisis y una amplia brecha deficitaria en la balanza de pagos que hizo necesario acudir al endeudamiento externo para financiarla.
La situación de crisis, se intentó paliar a través de la incursión en déficits públicos, que se financiaban monetizándolos, lo que a su vez abrió la brecha de la hiperinflación. Todo ello les situó en espirales devaluatorias que hicieron perder la confianza internacional en estos países, lo que se tradujo en evasiones de capitales, (legales e ilegales), frente al exterior y en un aumento de los tipos de interés que soportaban y que situó en tal gravedad “la crisis de la deuda” que hizo que muchos de ellos tuvieran que pedir ayuda al FMI y acometer los planes de estabilización y ajuste que éste les requería, con lo que los ochenta fueron su década de pérdidas
En los años noventa estos países han cambiado de estrategia y han apostado por la “apertura” frente al exterior y la estabilidad macroeconómica. Algunos de ellos han decidido “dolarizar” su economía, por lo que el dólar pasa a ser la moneda nacional y su economía totalmente esclava de Fort Knox. Asimismo para recuperar la credibilidad internacional se han comprometido a mantener sus tipos de cambio fijos frente al dólar.
Se asegura así el dominio internacional del dólar como sistema de pagos internacional en dicho continente. China aparece recientemente en dicho Continente con sus condiciones de compra de energías, materias primas y productos de consumo, y pretendiendo efectuar inversiones en oleoductos, etc., y veremos su desenlace. Esta actuación de China supone un movimiento de independencia económica respecto de los EEUU, cosa que ya intentó en su tiempo el General De Gaulle y más tarde la UE con nulos resultados.
Africa ha sido el continente que menos progresos ha hecho en los últimos tiempos y que contiene los países más pobres del mundo. Muchos de los países están desvertebrados, diseñados de forma antinatural sobre mapas por las naciones colonialistas, por ello, con múltiples diferencias tribales y étnicas que son foco continuo de conflictos civiles internos, alimentados por la existencia intervencionista de poderes oligárquicos que se aprovechan de los recursos naturales del continente. Gran parte de la población está al margen de la economía monetaria de mercado y sus mercados están fragmentados geográficamente con inexistencia de infraestructuras de transporte y comunicaciones que les unan posibilitando reducidos tamaños de mercados y desajustes continuos entre la oferta y la demanda.
Son países no industrializados con lo que sus exportaciones se basan exclusivamente en el sector primario controlado por las internacionales americanas y europeas, con el consiguiente problema de deterioro de su RELACIÓN REAL DE INTERCAMBIO. Su sector primario se ve hipotecado por múltiples gravámenes, sus inputs pagan aranceles y sus outputs se ven penalizados con gravámenes a la exportación que con las deficiencias institucionales, llamémoslas corrupción, impiden su desarrollo y dificultan su transición de agricultura tradicional a moderna, con lo que se ven impotente incluso para cubrir sus necesidades alimenticias nacionales, cosa que con la economía natural no habría ocurrido.
Por último, la explosión demográfica de mayor índice que los incrementos que puedan tener de PIB, hacen que la misma quede diluida en el torrente poblacional, obligándoles a dedicar la mayor parte de sus insuficientes recursos a abastecer sus necesidades primarias más acuciantes como la alimentación y la sanidad, -máxime cuando tienen relativamente cerrada la válvula de escape migratoria hacia otros países-, sin permitirles dedicar recursos cuantiosos a la inversión que les permitiría salir de su pobreza.

8º.- Casos Particulares de Países Emergentes: China, India y Cuba


El proceso de desarrollo en todos los países emergentes ha seguido un camino similar, sin embargo, China, India y Cuba, presentan unas singularidades que merece la pena destacar. China e India por ser los países más poblados de la tierra y Cuba por su proximidad a los EEUU.
CHINA era el país que anualmente sufría importantes hambrunas con fallecimiento de millones de sus habitantes. La población, como en todos los países subdesarrollados, con altísimos porcentajes de analfabetismo, altas tasas de natalidad, falta de infraestructuras y carente absolutamente de una base industrial.
Podemos decir que el despegue de la economía china se ha debido al ahorro forzoso interior, más que en ninguna otra sociedad. Este brutal proceso de acumulación les ha llevado a vivir situaciones de dureza extrema que ha llevado a la situación actual de la economía china. El férreo control de la natalidad, los procesos educativos y el trabajo militarizado, les ha permitido crear las bases para levantar un monstruo económico cuya presencia va a influir poderosamente en la palestra mundial.
Los Derechos Humanos entendidos al estilo Occidental, han sido completamente olvidados por los gobiernos chinos, lo que ha supuesto una fuente inagotable de sufrimiento y sangre. El problema preocupante se presenta cuando otros países del área occidental, cuya población sufre secularmente los padecimientos de los chinos, ven que su sufrimiento no ha valido para nada y siguen sumidos en la misma miseria sin horizontes de cambio. Este es un pensamiento que me ha llamado la atención de algunos politólogos que señalan el posible brote de desesperación de las poblaciones oprimidas en los países que dicen defender los valores occidentales.
La independencia que ha mantenido China en el proceso inicial de acumulación de capital, le permite mantener actualmente una independencia política y económica respecto de los países desarrollados que necesitan imperiosamente invertir en dicho país. Ocurre frente lo habitual de las inversiones en países subdesarrollados que se pliegan a la voluntad y condiciones del inversor, que China fija condiciones lo más leoninas que puede en sus contratos, los controla y los aprovecha para su salto adelante.
Otra característica de la economía china es su intervención activa en el mercado mundial, donde actúa buscando inversores a la vez que invirtiendo, comprando a la vez que vendiendo. La perspectiva para los próximos treinta años es de que la economía china alcance a la norteamericana, si se mantienen las actuales tasas de crecimiento.
INDIA es un país que a corto plazo se espera supere en número la población de China. Constituye el ejemplo más clamoroso de sociedad con dificultades para abordar el desarrollismo en el sentido occidental del término. Una sociedad dividida en castas que impide relacionarse a la población entre sí, unas religiones animistas y contemplativas que son freno de la actividad capitalista, etc.,. Por primera vez en la historia apareció en la prensa occidental este año que en una importante ciudad, el gobierno había ordenado desalojar las vacas de las calles céntricas de la misma por dificultar el tráfico rodado. En fin, se concluye que es un país donde su estructura social y creencias religiosas, constituyen auténticas trabas para el desarrollo capitalista.  
India durante el periodo de la Guerra Fría, era señalado miembro del grupo de Países Neutrales, constituido por países subdesarrollados. La influencia de la URSS en India era superior que la de EEUU, y desaparecida la misma, es objeto del máximo interés yanqui para hacerse con su mercado.
"Si la India decidiera alguna vez imitar a Inglaterra, sería la ruina de la nación". Gandhi formuló esta convicción en 1909 cuando se encontraba aún en Sudáfrica y con la que durante cuarenta años luchó por la independencia de la India. Ganó la batalla, pero la causa la perdió. Apenas se consiguió la independencia, su principio cayó en el olvido. Gandhi quería expulsar a los ingleses de su país para que la India fuera más india. Nehru, en cambio, veía la independencia como la oportunidad de hacer a la India más occidental.
Gandhi no fue persuadido por la civilización técnica, con sus máquinas, motores y fábricas, porque veía en ella una cultura que no conocía fin más sublime que el de minimizar el esfuerzo físico, la acumulación y maximizar el bienestar material. Insistía en una sociedad que, de acuerdo con la tradición hindú, diera prioridad a una forma de vida espiritual. Abogaba por la renovación de los incontables poblados de la India y por una forma de progreso acorde con ellos. A su modo de ver, la India estaba comprometida con una idea de la buena vida y de lo correcto que contradecía los ideales prevalecientes en Inglaterra durante la era de la automatización. Por ello, una imitación indiscriminada de Occidente estaba sencillamente fuera de discusión. Según él, algunos elementos aislados podían adoptarse sólo si contribuían a dar una mejor expresión a las aspiraciones de la India.
Nehru disentía. No veía más alternativas que introducirse en los logros de Occidente tan pronto como fuera posible y tomar el camino hacia una civilización económica. Nehru encontraba la visión de Gandhi "completamente irreal". Sin embargo, veía a la sociedad india primordialmente como una economía, es decir, como una sociedad que se define a sí misma como productora y consumidora, siendo su objetivo la provisión de bienes.
Cuando la economía lo domina todo, desde un punto de vista solamente económico, la naturaleza del hombre, la función de la política y el carácter de las reformas sociales asumen un significado particular. Se ve a la gente como si viviera en una situación permanente de escasez, ya que siempre tiene menos de lo que desea. La tarea más noble de la política es entonces crear las condiciones para la prosperidad material, y esto a su vez, requiere de reorganizar a la sociedad en una economía nacional, a partir de un conjunto de comunidades de subsistencia local.
Nehru fomentó precisamente ese autoengaño occidental, que estaba también en el corazón de la idea del desarrollo: la realidad esencial de una sociedad consiste únicamente en sus relaciones funcionales para lograr cosas útiles, lo demás es sólo folklore o asuntos privados. En esta visión, la economía ensombrece cualquier otra realidad. Las leyes de la economía dominan a la sociedad y no las reglas de la sociedad a la economía. Por esto, siempre que los estrategas del desarrollo ponen su visión en un país, no ven una sociedad que tiene una economía sino una sociedad que es una economía. Dar por sentada esta conquista de la sociedad por la economía es una carga heredada de la Europa del siglo XIX, que ha sido trasladada al resto del mundo a lo largo de los últimos sesenta años, pero que en India con su estructura socio-religiosa todavía presenta problemas de aceptación.
En la actualidad, India admite sin plantear problemas todas las inversiones que los países capitalistas efectúan para aprovechar la baratura de su mano de obra. A pesar de todas las ayudas al desarrollo, el país tardará en emerger con un mínimo de solvencia.
CUBA es el país que situado junto a EEUU, era el lupanar y casa de vicio de los norteamericanos. Hace sesenta años, se caracterizaba por tener una población analfabeta y miserable, hoy día gracias al cerco económico mantenido por EEUU, aunque con su población alfabetizada, se halla perfectamente pobre pasando penuria su población, sin piezas de repuesto para sus fábricas y sometida a un aislamiento internacional por los países demócratas, hasta conseguir la implantación de la democracia. Sin duda constituye un mal ejemplo para la mayor parte de las poblaciones centro y sudamericanas que consumidas en la mayor de las miserias no entienden nada de los elevados principios de la democracia.
El desarrollo cubano se basó en el ahorro interno y sobre todo en el externo procedente del área socialista de la época. Sin duda era el escaparate más vistoso de la URSS, y por ello se esmeraron. La consecuencia fue una población alfabetizada y el desarrollo de una sanidad y centros de investigación médica que llamaron la atención en la época, hoy carentes de los utensilios más elementales. Por otra parte, la estructura económica no ha podido desarrollarse por el aislamiento debiéndose adaptar a la supervivencia. 

9º.- Fracaso del “DESARROLLO” en la Ciencia Económica


A fines de los años 60 se comenzó a reconocer el fracaso en las anunciadas promesas de desarrollo.  En la OIT y el Banco Mundial los expertos se dieron repentinamente cuenta de que las políticas de crecimiento no funcionaban. La pobreza se incrementaba precisamente a la sombra del bienestar, el desempleo probaba ser resistente al crecimiento y la situación alimentaria no podía mejorar con fábricas de acero. Se hizo evidente que la identificación de progreso social con crecimiento económico era pura ficción.
En 1973, Robert McNamara, entonces presidente del Banco Mundial, resumió el estado de cosas: "A pesar de una década de incremento sin precedente en el producto interno bruto, los segmentos más pobres de la población han recibido un beneficio relativamente pequeño". Tan pronto se admitió el fracaso de la estrategia de Truman, se proclamó otra estrategia de desarrollo con un nuevo objetivo: el desarrollo rural y los pequeños campesinos. La lógica de esta operación conceptual es suficientemente obvia: la idea de desarrollo no fue abandonada sino que, en realidad, se amplió su campo de aplicación. De manera similar, en rápida sucesión, el desempleo, la injusticia, la erradicación de la pobreza, las necesidades básicas, las mujeres y, finalmente, el ambiente, fueron convertidos en problemas y se volvieron objeto de estrategias especiales. El significado de desarrollo explotó y dio cobertura a una creciente multitud de prácticas contradictorias
Así, desarrollo se ha convertido en una palabra ameboidea sin forma. No puede expresar nada porque sus límites son borrosos. Pero no se ha erradicado porque su difusión parece benigna. Quien pronuncia la palabra no denota nada, pero pretende tener las mejores intenciones. El desarrollo no tiene contenido, pero posee una función: permite que cualquier intervención sea santificada en nombre de una meta más alta y evolucionada.
El desarrollo se ha vaciado, pero queda un curioso remanente y hay que tener cuidado: los supuestos de Truman viajan como pasajeros ciegos bajo el cobijo de la palabra. Aplicarlos implica siempre que hay corredores líderes que muestran el camino a los rezagados. Sugiere que el avance es resultado de la acción planificada. Aun sin tener el crecimiento económico en mente, cualquiera que habla de desarrollo evoca la noción de universalidad, progreso y factibilidad. Son muestras de que no se puede escapar de la influencia de Truman.
El reconocimiento general del fracaso de las políticas desarrollistas implementadas por los países del primer mundo, a la vista de los resultados, lo que significa es la mala calidad de la medicina empleada para lograr el desarrollo. La más grave consecuencia es la dudosa admisión del carácter de “ciencia” de la economía. No se puede considerar como buena ciencia médica la que es incapaz de curar enfermedades y sólo se limita a describirlas a posteriori. Desgraciadamente lo visto de la economía no son mas que procesos descriptivos y una incapacidad de solucionar a priori los problemas económicos por mucho aparato matemático que se utilice en sus manejos.
La realidad económica se expande, se desarrolla siguiendo sus propias leyes internas según el tipo de sociedad de que se trate. No sigue los cauces o directrices de ninguna “ciencia económica” que actúa como notario para certificar el camino seguido y confeccionar modelos que no se vuelven a repetir.
El desarrollo siempre sugiere ver a otros mundos en términos de lo que carecen, y obstruye el caudal de alternativas autóctonas que podrían ser inspiradoras.
Debe enfatizarse que lo contrario de desarrollo no es estancamiento. Distinciones como atrasado/adelantado o tradicional/moderno se han vuelto en todo caso ridículas, dado el callejón sin salida en que se halla el progreso en el Norte, donde variamos desde los suelos envenenados hasta el efecto invernadero. La visión de Truman caerá ante la faz de la historia, no porque la carrera haya sido tramposa, sino porque conduce al abismo. La idea de desarrollo fue una vez un monumento dominante que inspiró el entusiasmo internacional y que termina en unos movimientos migratorios planetarios.

 

 

4ª.- PARTE.- ECONOMIA Y SOCIEDAD. TERRIBLE E INHUMANA DICOTOMIA

 

 

10º.- Desarrollo contra Pobreza. La Economía sólo una parte del Teatro Social


El objetivo del desarrollo se presenta como la lucha contra la pobreza y erradicar la misma, una meta de alto contenido humano. Sin embargo, para no caer en simplismos, debemos considerar que las divisiones binarias salud-enfermedad, normal-anormal o, más pertinentemente, rico-pobre, son como aplanadoras mentales: nivelan un mundo multiforme y aplastan completamente cualquier cosa que no se ajuste. El discurso estereotipado sobre la "pobreza" ha redesfigurado, hasta hacerlas irreconocibles, las diferentes y contrastantes formas de pobreza. No distingue, por ejemplo, entre frugalidad, despojo y escasez.
La frugalidad es una característica de las culturas libres del frenesí de la acumulación. Casi todas las necesidades de la vida diaria son satisfechas con la producción de subsistencia y sólo una pequeña parte se adquiere en el mercado. La gente en esta situación tiene pocas pertenencias: quizá la choza, algunas ollas y un traje de domingo. Sus utensilios son pocos y el dinero desempeña un papel marginal. En cambio, es común que todos tengan acceso a los campos, los ríos y los bosques, mientras las labores familiares y comunales garantizan los servicios por los que en otros lugares se paga con dinero.
A pesar de encontrarse en el "sector de bajos ingresos", nadie pasa hambre. Es más, grandes excedentes son a menudo gastados en joyas, fiestas o grandiosas construcciones. En un poblado tradicional de México, por ejemplo, la acumulación privada de riqueza es motivo de ostracismo social: el prestigio se obtiene, precisamente, gastando hasta el último centavo en celebraciones comunitarias. La "pobreza", en este caso, es la forma de vida de una cultura que reconoce y cultiva un estado de suficiencia. Suficiencia que sólo se convierte en pobreza humillante cuando es oprimida por una sociedad que acumula.
El despojo se vuelve rampante tan pronto como la frugalidad es privada de su sustento. Los vínculos con la comunidad, la tierra, la selva y el agua son los más importantes prerrequisitos para la subsistencia sin dinero. El despojo acecha tan pronto como éstos son alejados o destruidos. En innumerables ocasiones, los campesinos, los nómadas y los habitantes de la selva han caído en la miseria después de haber sido arrancados de sus tierras, sus sabanas y sus bosques.
Las primeras políticas estatales sobre la pobreza, aparecidas en la Europa del siglo XVI, fueron una respuesta a la repentina aparición de vagabundos y mendigos provocada por el cercamiento de los terrenos, ya que tradicionalmente había sido tarea de la comunidad asegurar la manutención de las viudas y los huérfanos, que son el clásico caso de los pobres desamparados.
La escasez deriva de la modernización de la pobreza. Afecta principalmente a grupos urbanos atrapados en la economía monetaria como trabajadores y consumidores cuyo poder de compra es tan bajo que los hace a un lado. No sólo son vulnerables a los caprichos del mercado, sino que además viven en una situación en la que el dinero asume una importancia siempre creciente. Su capacidad de mejorar por su propio esfuerzo disminuye gradualmente, mientras sus deseos, alimentados por los resplandores de la alta sociedad, crecen infinitamente.
El efecto de desear es lo que caracteriza a la pobreza moderna. La pobreza basada en la mercancía, aún descrita como "la cuestión social" en el siglo XIX, fue la guía conductora del Estado benefactor y de su política de ingresos y empleo, después de la crisis económica mundial de 1929. Fue precisamente esta visión de la pobreza, influida por Keynes y el New Deal, la que conformó el discurso del desarrollo en la era de la post-guerra.
Hasta ahora, la política de desarrollo ha visto a la "pobreza" como el problema y al "crecimiento" como la solución. No ha admitido que se ha trabajado principalmente con un concepto de pobreza determinado por la experiencia de las necesidades mercantilistas del hemisferio Norte. Con el homo economicus menos próspero en mente, ha impulsado el crecimiento y a menudo ha producido el despojo al llevar culturas muy diversas de la frugalidad a la ruina, ya que la cultura del crecimiento sólo puede erigirse sobre las ruinas de la frugalidad, y por tanto el despojo y la dependencia de las mercancías son su precio. Después de sesenta años, ¿no es tiempo de sacar una conclusión?. Quien quiera acabar con la pobreza debe construir sobre la suficiencia. Un manejo cauteloso del crecimiento es la forma más importante de luchar contra la pobreza.
Al observar a un grupo de indígenas trabajando sus campos en las montañas de Chile o Perú, y ver la tierra árida, las herramientas primitivas y el escaso rendimiento, uno podría llegar fácilmente a la conclusión de que nada en el mundo es más importante para ellos que incrementar la productividad. Se encontrarían rápidamente los remedios: mejor rotación de cultivos, semillas mejoradas, maquinaria pequeña, privatización y cualquier otra receta que la administración de empresas pueda recomendar. Todo esto no es necesariamente erróneo. Sin embargo, el punto de vista económico es notoriamente miope: reconoce la relación costo beneficio con extrema claridad, pero apenas es capaz de percibir otras dimensiones de la realidad. Por ejemplo, los economistas tienen dificultad para reconocer que la tierra confiere identidad a los indígenas, ya que representa el vínculo con sus ancestros. De la misma manera, a menudo los economistas no distinguen la importancia central de las formas de  trabajo colectivo, en las que la comunidad de un pueblo encuentra expresión libre. La perspectiva de los indígenas es incompatible con la de los economistas: ni la tierra ni el trabajo son para los indígenas simples factores de producción en espera de ser óptimamente combinados.
Para ponerlo como paradoja: no todo lo que parece una actividad económica es necesariamente parte de la economía. En realidad, los economistas ofrecen tan sólo una de las muchas maneras de aprehender las actividades orientadas hacia los bienes y de ponerlas en un contexto más amplio. Obviamente, en cada sociedad las cosas son producidas, distribuidas y consumidas. Pero sólo en las modernas sociedades lo son con precios y productos, condiciones de propiedad y trabajo, conformadas predominantemente por las leyes de la eficiencia económica. En otros lugares son válidas diferentes reglas y prevalecen otros modelos.
Las sociedades que no están construidas sobre la compulsión de acumular riqueza material, la actividad económica está aparejada a una producción directa e instantánea. En realidad, las actividades económicas como escoger una ocupación, cultivar la tierra o intercambiar mercancía, son entendidas como medios para representar ese particular teatro social en el que los miembros de la comunidad se ven a sí mismos como los actores. La historia de ese drama define ampliamente qué pertenece a quién, quién produce qué y cómo, y cuándo y qué es intercambiado con quién. La "economía" está estrechamente ligada a la vida y no ha sido aislada como una esfera autónoma que puede imprimir sus reglas y sus ritmos al resto de la sociedad. Pero en Occidente, la economía es la única que dicta el drama en el que cada uno debe representar su papel.

 

11º.- El Proceso de “Cosificación” de la Sociedad


La imagen que de sí misma tiene una sociedad puede estar conformada por dos principios completamente diferentes: o predomina la relación persona-persona o predomina la relación persona-cosas. En el primer caso, los acontecimientos son examinados a la luz de lo que significan para los vecinos o parientes, para los ancestros o dioses. En el segundo, todas las circunstancias de la vida de la sociedad son juzgadas de acuerdo con la forma en que contribuyen a la adquisición y propiedad de cosas. La época moderna, cuyos pensamientos y aspiraciones giran principalmente alrededor de la propiedad, la producción y la distribución, está entregada al culto de las cosas. De este modo, el uso de la tecnología es su ritual beatificante.
No fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial, precisamente en la era del "desarrollo", que se vio a los países del Tercer Mundo bajo esta concepción de la realidad. Fueron percibidos, por primera vez, desde la experiencia de las sociedades que invertían todas sus energías físicas y mentales en la propagación de cosas, los estrategas del desarrollo revisaron el mundo y, qué espectáculo: donde quiera que miraban descubrieron una espantosa ausencia de objetos útiles. Mientras, lo que era de primordial importancia en muchos poblados y comunidades el tejido de relaciones con los vecinos, los ancestros y los dioses, se disolvía en el aire ante su mirada. Por esta razón, la principal imagen popular del Tercer Mundo fue la de desposeídos luchando desesperadamente por su subsistencia, mientras que lo que constituía su fuerza, su honor y su esperanza permanecían fuera de perspectiva.
La definición del Tercer Mundo como el conjunto de desposeídos luchando desesperadamente por su subsistencia, sentó las bases para la formulación de los programas de benevolencia global.
La ayuda científica en biotecnología y tecnología de la información, "herramientas del progreso", se han constituido como garantía para un desarrollo con éxito. En realidad, si alguna vez hubo una sola doctrina que uniera al Norte con el Sur fue ésta: más tecnología es siempre mejor que menos. Su decisiva relevancia se deriva de una visión del mundo centrada en lo material. Su popularidad, se deriva de la trágica falacia de que las modernas tecnologías tienen la inocencia de las herramientas: se las considera comparables con un martillo que uno usa o no según conviene, pero que, cuando es utilizado, incrementa enormemente la capacidad del propio brazo. Se consideraba  la tecnología como medio poderoso que podía usarse cuando fuera necesario, pero que no afectaba a quien la usara. La tecnología moderna parecía ser aplicable a cualquier proyecto cultural. Por tal razón, a pesar de que, en realidad, un modelo de civilización sólo sigue su propia huella, la tecnología convirtió al Sur en cautivo del Norte, preparó el terreno para una conquista de la sociedad desde dentro, al presentarse la misma como una simple herramienta, aunque fuera particularmente avanzada. Difícilmente otra ficción haya contribuido más a esconder la verdadera naturaleza de la civilización técnica.
Tomemos el ejemplo de una lavadora. Girando y vibrando ligeramente lava la colada en un instante. ¡Una herramienta maravillosa! Así lo parece, pero una rápida mirada al cable y al enchufe revela que lo que tenemos ante nosotros es más bien la terminal doméstica de un sistema nacional o incluso mundial: la electricidad llega a través de una red de cables y líneas, alimentadas por plantas generadoras que dependen de la presión del agua, de conductos o de tanques de almacenamiento, los que a su vez requieren de presas, plataformas costeras o torres de perforación en lejanos desiertos. Y toda esta cadena sólo garantiza un adecuado y puntual suministro. Cada una de sus partes es manejada por ejércitos de ingenieros, planificadores y expertos financieros, quienes, por su parte, echan mano de administraciones, universidades e industrias completas, en ocasiones hasta la militar.
Al igual que un vehículo, una pastilla, una computadora o una televisión, la lavadora depende de la existencia de sistemas de organización y producción dispersos e interconectados. Quien oprime un interruptor no está usando una herramienta, está enchufándose a una combinación de sistemas. Entre el uso de técnicas sencillas y el de modernos equipos se encuentra la reorganización de toda la sociedad.
No importa qué inocentes parezcan, los productos del mundo moderno sólo funcionan en tanto grandes sectores incluyendo la supresión, tanto de la voluntad como de la oportunidad individuales, además de la de raros remanentes de espontaneidad. Después de todo, la lavadora no revolucionaría nada si no fuera seguro que, en la cadena completa del sistema, todo pasa en el momento y lugar correctos y es de calidad adecuada. La coordinación, la programación, la capacitación y la disciplina, no únicamente la energía, son el elíxir de vida para estos aparatos excesivamente complacientes.
Son útiles y ahorran trabajo, pero exigen el desempeño predecible de mucha gente en lugares distantes. Las herramientas sólo funcionan en tanto la propia gente se convierte en herramienta.
Pero, a menudo, las cosas no suceden de este modo, especialmente en los países subdesarrollados. Gran cantidad de equipo sin usar, maquinarias enmohecidas y fábricas que operan a la mitad de su capacidad son testigos elocuentes de esta situación.
El "desarrollo técnico" de un país necesita poner en marcha una multitud de requerimientos que deben ser satisfechos para instalar sistemas interconectados en funcionamiento. Esto implica, generalmente, el desmembramiento gradual de la sociedad tradicional, con objeto de reorganizarla de acuerdo con requerimientos funcionales. Ninguna sociedad puede seguir siendo la misma. No hay lavadora sin remodelar totalmente la sociedad. En vista de esta tarea, no es sorprendente que, desde principios de los años 60, el debate del desarrollo haya repetido sin cesar: "planeación integral en vez de soluciones graduales".
Cualquier invento técnico es mucho más que una ayuda. Es culturalmente potente. Los abrumadores efectos de su poder no sólo disuelve la resistencia física sino también las actitudes ante la vida. La tecnología conforma sentimientos y moldea visiones del mundo. Las huellas que deja en la mente son probablemente más difíciles de borrar que las que deja en el paisaje.
Esta incongruencia entre un pequeño esfuerzo y su poderoso efecto, típica de la tecnología   moderna, da lugar a sentimientos de poder y libertad que acompañan el triunfal avance de la tecnología. Ya sea un vehículo o un avión, un teléfono o una computadora, el poder específico de la tecnología moderna se encuentra en su habilidad para salvar las limitaciones que nos imponen nuestros cuerpos, el espacio y el tiempo, y eliminar el cansancio, la distancia, la duración y la dependencia social.
Hay en esto algo más que la conformación de sentimientos. Algo nuevo se vuelve real: probablemente  no es exagerado decir que profundas estructuras de la  percepción están cambiando con la invasión masiva de  tecnologías. Unas cuantas palabras clave pueden ser suficientes: la naturaleza es vista en términos mecánicos, el espacio es concebido como si fuera   geométricamente homogéneo y el tiempo como si fuera lineal. En pocas palabras, los seres humanos ya no son lo que eran y se sienten cada vez más incapaces de tratar a las tecnologías como herramientas, esto es, de dominarlas.
Mediante la transferencia de tecnología, varias generaciones de estrategas del desarrollo han trabajado arduamente para conseguir que los países del Sur avancen, con resultados irregulares en lo económico, pero con sonado éxito totalmente involuntario en lo cultural.
El diluvio de máquinas derramado sobre muchas regiones del Sur puede haber sido beneficioso o no, pero lo cierto es que ha desplazado los ideales y las aspiraciones tradicionales de la gente. Su lugar ha sido tomado por un mundo de concepciones, acomodadas emocional y cognoscitivamente en las coordenadas de la civilización tecnológica.
La magia consiste en conseguir efectos extraordinarios mediante la manipulación de poderes que no son de este mundo. Causa y efecto pertenecen a dos esferas diferentes. En la magia, la esfera de lo visible se funde con la esfera de lo invisible.
Quien pisa el acelerador o tira de una palanca domina un mundo remoto e invisible con el fin de precipitar un acontecimiento en el mundo cotidiano inmediato y visible. De pronto, están a la disposición poderes y velocidades increíbles, cuyas causas efectivas están ocultas más allá del horizonte de la experiencia directa. Por así decirlo, los resultados ocurren en el escenario, mientras la gigantesca maquinaria que los hace posibles trabaja tras bambalinas, fuera de nuestra vista. En esa separación de causa y efecto, en esta invisibilidad de los sistemas que penetran en la sociedad y producen milagros técnicos, se encuentra la razón de la magia de la tecnología, que mantiene hechizada a tanta gente, especialmente en el Tercer Mundo. El poder de la velocidad del automóvil excita al conductor precisamente porque sus prerrequisitos (oleoductos, calles, líneas de ensamblado, etc.) así como sus consecuencias (ruido, contaminación, efecto invernadero, etc.,) quedan más allá de lo que puede ver a través del parabrisas. El encanto de todo esto está basado en una enorme transferencia de su costo: el tiempo, el esfuerzo y el manejo de las consecuencias son desviados hacia los sistemas que funcionan en las bambalinas de la sociedad. El atractivo de la civilización técnica depende a menudo de una ilusión óptica.
Sesenta años de desarrollo han creado una situación paradójica: actualmente las mágicas "herramientas del progreso" dominan la imaginación en muchos países, pero la construcción de los sistemas que las sostienen se ha empantanado y en realidad, puede que no se terminen nunca, a juzgar por la merma de recursos y la crisis ambiental.
Es esta brecha entre el ideal recién adquirido y la realidad que se queda atrás, la que moldeará el futuro de los países en desarrollo

 

12º.- La idea de "Humanidad" bajo el control del "Mercado Mundial"


En 1.945, la Carta de las Naciones Unidas promulgaba principios diseñados para inaugurar una era de paz: abajo los actos de egoísmo nacional, larga vida para el entendimiento internacional La unión de la humanidad era invocada en todos lados, el universalismo era la idea del momento. Las cuatro libertades de Roosevelt se aplicarían "en todas partes del mundo" y "todos los pueblos de todos los países", tendrían garantizadas "las condiciones para el progreso económico y social". Según este punto de vista, sólo en el horizonte de una sociedad global de seres humanos con igualdad de derechos, la violencia y la guerra podrían ser desterradas de la faz de la Tierra.
Las Naciones Unidas apelaban a los ideales que habían tomado forma durante la ilustración europea. El cristianismo había tenido su día, y la "humanidad" había emergido para convertirse en el concepto colectivo dominante. La Ilustración proclamó a la naturaleza humana como el fundamento de la igualdad. De este modo, la universalidad de ser hijos de Dios fue reformulada como la universalidad de la dignidad humana. Desde entonces, la "humanidad" se convirtió en el común denominador que unía a todos los pueblos y volvía insignificantes las diferencias de color, de piel, de religión y de organización social.
Pero esto no borró la imagen del Otro en Europa. Así como los cristianos tuvieron sus idólatras, los filósofos de la Ilustración tenían sus salvajes. Mientras que para el cristianismo los paganos poblaban regiones geográficamente remotas, para el concepto de humanidad, los salvajes vivían en una etapa anterior de la historia. La Europa de la Ilustración ya no se sintió separada de la figura del Otro espacialmente, sino cronológicamente. La unión de la humanidad, esto es, un mundo sin el Otro, podía vislumbrarse al ubicar las diferencias en un contexto temporal: los salvajes no eran todavía seres humanos completamente maduros y responsables, ya que se hallaban en otra fase histórica.
La idea de la humanidad que se tenía en la Ilustración sugería que con el transcurso de la historia las diferencias se disolverían en una civilización. El desarrollo, como la Carta de las Naciones Unidas ejemplifica en particular, sigue de cerca la tradición de concebir un mundo con la influencia de este sesgo evolucionista. Ciertamente, los subdesarrollados han tomado el lugar de los salvajes, pero la disposición de conceptos permanece invariable: una sociedad global dotada de paz no existe aún, pero debe ser alcanzada mediante el desarrollo de los pueblos atrasados. Lo diferente es visto como una amenaza que debe ser neutralizada por el desarrollo. Consecuentemente, la unidad del mundo será efectuada mediante su occidentalización.
El mercado mundial, alguna vez esgrimido como arma contra la tiranía política, se ha convertido él mismo en un dictador escondido, desde cuyo dominio se estremecen los países ricos tanto como los pobres. El miedo a rezagarse en la competencia internacional se ha convertido en el motor predominante para la organización de las políticas en el Norte y en el Sur, en Oriente y en Occidente. Esto conduce a los países en desarrollo a una mayor autoexplotación, con el fin de incrementar las exportaciones, y a las naciones industrializadas las lleva cada vez más lejos en la manía de una producción despilfarradora y destructiva. Tanto empresas como estados enteros se ven a sí mismos atrapados en una situación de competencia despiadada, en la que cada participante depende de la decisión de todos los demás jugadores.
Lo que falta en toda esta locura es la posibilidad de una política de autodeterminación. El imperativo categórico de la competencia en el mercado mundial frustra repetidamente todos los intentos de organizar la sociedad creativamente. Algunos países no pueden pasar sin las exportaciones agrícolas, otros no pueden abandonar la carrera de la alta tecnología. Es raro el país que, hoy en día, parece poder controlar su propio destino. A este respecto, las diferencias entre los países son sólo relativas. Ciertamente, Estados Unidos goza de un ámbito mayor que la India, pero siente a su vez la intensa presión de Japón. Para los ganadores, lo mismo que para los perdedores, las restricciones del mercado mundial se han convertido en una pesadilla.
Lo que se olvida es que el capital está por encima de las naciones y es quien con su lógica expansiva, limita y constriñe los intereses de los pueblos y naciones.
Desde finales de los años 70, la nueva imagen de "un mundo" se ha afirmado en nuestras conciencias: el globo en su finitud física. Desde la aterradora desertificación hasta la amenaza del desastre climático, las señales se multiplican y proclaman en un estridente concierto que los procesos de vida en la Tierra están desviándose. Los actos locales, tales como talar bosques o conducir automóviles, se suman a un desastre global. La unión de la humanidad ya no es una idea caprichosa de la Ilustración, sino que se impone sobre los pueblos del mundo como un hecho biofísico.
Lo que solía concebirse como un esfuerzo histórico establecer la unión de la humanidad se revela ahora como un destino azaroso. En vez de estímulos esperanzadores, lúgubres advertencias lo acompañan. La fórmula "un mundo o ningún mundo" captura esta experiencia. El poder destructivo de los seres humanos se ha vuelto tan grande que deben contenerse a sí mismos y asumir su responsabilidad global, so pena de autodestruirse. Desde este punto de vista, la humanidad se asemeja a un grupo de individuos puestos juntos por causalidad en un bote, cada uno dependiente de los demás para su propia supervivencia. Ninguno puede balancear el bote sin provocar que todos estén unidos, inmediatamente, en su destrucción colectiva.
Entre los lamentos de sirenas de esta clase de ética salvavidas, las cosas decididamente no se ven color de rosa para el mosaico de culturas que es nuestro mundo. Aun en los poblados lejanos, el precioso valor de la variedad se desvanecerá con rapidez, tan pronto como las estrategias mundiales se implementen para evitar que el bote zozobre. ¿Puede uno imaginar un motivo más poderoso que salvar el planeta para alinear forzadamente al mundo?.
Es perfectamente concebible que el apremio de una conducta eficiente de los consumidores y una amplia planificación de los recursos con la posible asistencia de la observación por satélite y los modelos computacionales empujen a la diversidad aún más hacia la nada. Una ecocracia que actúa en nombre de una Tierra y pretende sacar al mundo de su "hábito criminal" y hacerlo que encaje bien, puede convertirse pronto en una amenaza mayor para las comunidades locales y su estilo de vida. Sin embargo, esta percepción no nos ayuda a salir del dilema que tendrá una influencia determinante en las próximas décadas: es tan autodestructivo pensar en categorías de un Mundo, como no pensar en ellas. Por un lado, es un sacrilegio en nuestra era de evaporación cultural aprehender el planeta como un mundo unido altamente integrado. Por otro lado, la visión del planeta como una multitud de mundos diferentes y sólo vagamente conectados, tampoco puede hacer caso omiso de las ideas del ecumenismo, ante la violencia acechante y la destrucción de la naturaleza.
Fue ciertamente un error memorable el empeñarse, en el período del desarrollo, en mantener al mundo unido mediante la occidentalización. La promesa de unidad se convirtió en la amenaza de la uniformidad. Ahora, ¿será suficiente ver el mundo como un diálogo entre civilizaciones?

13.- Ecología versus Desarrollismo: “Desarrollo Sostenible”. El Mundo como Sistema


La transformación de la sociedad en una economía política fue conseguida únicamente después de una prolongada lucha que demandó muchos sacrificios. Ni la manera en que la gente se gana la subsistencia o ve la propiedad, ni su idea de buena conducta o su sentido del tiempo, fue conformada por un ethos comercial. El mercader no era todavía un empresario, la tierra no era vendible, la competencia era mal vista, la usura tenía mala reputación y quienes trabajaban por un salario vivían en los márgenes de la sociedad. Por todo esto, el progreso del capitalismo fue marcado por amargas disputas sobre si o hasta qué grado la tierra y la selva, el grano y el dinero, los trabajadores mismos, podían ser tratados como mercancías.
En las últimas décadas, han tenido lugar cambios similares en muchas partes del Tercer Mundo, conforme la ideología económica ha aumentado su presión. Las tradiciones de suficiencia han sido hechas a un lado, las relaciones de intercambio local disueltas, las formas colectivas de propiedad destruidas y las economías de subsistencia suprimidas. La pauta para la política internacional del desarrollo es crear sociedades donde abunden los trabajadores pagados y los consumidores. Los expertos escrutan los países para identificar los "obstáculos para el desarrollo" que impidan la libre movilidad de los "factores de la producción". Ningún costo es demasiado alto y pocos sacrificios son demasiado grandes para convertir a las sociedades en economías políticas que funcionen adecuadamente.
Sin lugar a dudas, han sido forjados verdaderos milagros y una gran corriente arrasa los continentes del hemisferio sur. La historia ha dado un enorme salto. Sin embargo, se hace cada vez más claro que un desastre se avecina. En el mismo momento en que la economía ha logrado finalmente dominar en todo el mundo, las rupturas sociales y la destrucción ambiental se han vuelto rampantes. Las sociedades se ven a sí mismas acorraladas: ni pueden rendirse a esta autocracia ni pueden escapar de ella.
¿Cómo podrían reinventarse instituciones económicas que permitan a la gente vivir agradablemente, sin hacerla prisionera del pernicioso impulso de acumular? Tal vez en el Tercer Mundo haya más poder creativo para enfrentar este reto histórico. Simplemente porque, a pesar de todo, mucha gente allí aún recuerda una forma de vida en la que el desempeño económico no era el valor supremo.
Vista la situación de deterioro medioambiental a la que nos ha llevado la transformación de la sociedad surge la necesidad de plantearnos si hay alternativa al desastre que se avecina.
Los suecos, en 1.972, preocupados por la lluvia ácida y los residuos venenosos encontrados en aves y peces, convocaron la Conferencia de las Naciones Unidas y obtuvieron una rápida respuesta, principalmente de Estados Unidos y Canadá, donde los conflictos ambientales eran ya tema cotidiano de conversación. Surgió una nueva categoría de problemas, los "asuntos globales", que demandaban un foro, y la ONU aprovechó la oportunidad. Estocolmo fue el principio de una serie de importantes conferencias sobre población, alimentos, ciencia y tecnología, desertificación, etc. , que se conjuntaron para alterar nuestra percepción del espacio global.
 Había pasado el período de la posguerra, cuando el mundo podía imaginarse como un campo abierto con una multitud de naciones que perseguían el crecimiento económico, cada una para sí misma y en contra de todas las demás. Esta idea fue reemplazada lentamente por la imagen de un sistema global interconectado, en el que todas las naciones tienen que actuar bajo un aparato de condiciones restrictivas. El espacio global fue sentido cada vez menos en términos de oportunidad y cada vez más claramente en términos de limitación.
El aparato conceptual para este cambio estaba ya disponible en Estados Unidos: una filosofía de ecosistema con implicaciones neomalthusianas. El mundo fue concebido como un sistema compuesto por los siguientes elementos: población, tecnología, alimentos, recursos y ambiente. Su estabilidad se pone en riesgo cuando estos elementos dejan de estar en equilibrio. En  realidad, tal desastre ya había sido predicho, puesto que las demandas de la población y la tecnología amenazaban en gran medida con exceder la capacidad de los recursos. El crecimiento ilimitado se consideró entonces como una peligrosa ilusión, ya que el mundo es efectivamente un sistema cerrado: es finito y sólo tiene una capacidad de carga limitada. El Club de Roma popularizó la percepción del futuro del planeta como si fuera determinado por la interacción de curvas de crecimiento en las cinco dimensiones señaladas.
El enfoque del ecosistema global tuvo éxito sólo porque era totalmente compatible con los intereses de la élite del desarrollo: compartía sus perspectivas la sublime culminación de la planificación mundial y advertía la confusión en el mundo, nítida y claramente, en ordenados conjuntos de datos que clamaban por una acción.
Ya han pasado 60 años desde que Estados Unidos pusiera a circular, como objetivo mundial, la idea de desarrollo". Los resultados son pavorosos. Plantas y animales desaparecen para no ser vistos nunca jamás. Y culturas enteras se desvanecen, arrolladas por las tecnologías del progreso. ¿Hay alternativas? Ganadores y perdedores no saben cómo salir de la trampa del "desarrollo".
La idea de desarrollo es ya una ruina en nuestro paisaje intelectual, pero su sombra, originada en una época pasada, oscurece aún nuestra visión
Los gobiernos tenían poco interés en los "limites del crecimiento", pero no podía ignorarse el hecho de que el crecimiento dependía de mucho más que de las condiciones apreciadas previamente: la "formación de capital" o la "capacitación de la fuerza de trabajo", por lo que apareció la definición de un nuevo problema del desarrollo a largo plazo: la conservación de los recursos naturales.
Aquel que quiera crecimiento en el largo plazo, que se abstenga de dilapidar ahora todos sus recursos. Esta percepción llevó a incorporar al programa de crecimiento "el manejo eficiente de los recursos naturales". La redefinición del sumario del crecimiento presentándolo como un problema de conservación de los recursos volvió inofensivo el conflicto entre el crecimiento y el medio ambiente y lo transformó en un ejercicio administrativo. Los planificadores del desarrollo debían ahora pensar también en la naturaleza. "En el pasado nos hemos preocupado del impacto del crecimiento económico sobre el medio ambiente, ahora estamos obligados a preocuparnos del impacto de la presión ecológica sobre nuestras expectativas económicas".
La incorporación de la preocupación sobre el medio ambiente al concepto de desarrollo, erigió el "Desarrollo Sostenible" como un techo conceptual para violar el ambiente tanto como para sanarlo. Hizo que el ambientalismo no estuviera ya en contradicción con los debates tradicionales sobre el crecimiento y las necesidades básicas.
Como tantas veces en los últimos sesenta años, al reconocerse sus efectos destructivos, el concepto "desarrollo" fue estirado de tal manera que pudiera incluir tanto el daño como la curación.
Pintorescamente los lemas son la cristalización de los deseos. La "ecología" se ha convertido en el lema de nuestra era porque contiene la promesa de reunir lo que ha sido separado y de sanar lo que ha sido herido. En pocas palabras: de arreglarlo todo.
Ahora se toma nota de la falta de habilidad de las instituciones modernas para ver más allá del horizonte de sus intereses específicos y para responder por los llamados efectos colaterales de sus acciones. La situación se presume tan grave que en el presente mes de junio, las Academias de Ciencias de los países que forman el G-7 y Rusia, han elaborado conjuntamente un informe a sus respectivos gobiernos alertando de las graves consecuencias en el cambio climático por la emisión de gases que provocan el efecto invernadero.
 Hasta el presente, el alto nivel de eficiencia de las Instituciones se ha basado en su desinterés por todas las consecuencias que no afecten significativamente a sus propios cálculos. Ni siquiera el Tercer Mundo se ha abstenido de esto: la agricultura intensiva hace que el nivel de los mantos freáticos disminuya, las políticas energéticas toleran el desmonte de las selvas húmedas, las fábricas de productos químicos producen enfermedades, algunas veces incluso la muerte. Consecuentemente, los reclamos de una visión de largo alcance y de una planificación integral son reiterados en los informes ambientalistas sobre la política de desarrollo.
Integración y Sistema son los conceptos clave usados para concebir cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen (relaciones holísticas). El lenguaje de los sistemas no es inocente, ya que moldea la percepción de acuerdo con un estilo instrumentalista. Ver los habitats como "sistemas", se trate de la tala en la Amazonía o del planeta Tierra, implica identificar un número mínimo de componentes fundamentales y representar su interdependencia en términos cuantitativos. En el caso de la tala de bosques, el sistema puede constituir una interacción entre energía, masa y temperatura. El sistema mundial puede involucrar población, recursos y ambiente. Esencialmente, esto implica la reducción de una realidad compleja a un puñado de dimensiones abstractas. No hay otra manera de explicar o predecir el comportamiento de los sistemas. Este reduccionismo es inevitable. El lenguaje de los sistemas elimina la personalidad, las particularidades locales y las cualidades de la realidad. Es insensible a la individualidad de una situación.
Por otra parte, el lenguaje de los sistemas no puede evitar ver a las comunidades vivas desde el punto de vista del control. Es, en su origen, el lenguaje de los ingenieros y los administradores. El concepto de sistema fue inventado entre las dos guerras mundiales, con el propósito de describir organismos de una manera simple, mecanicista, en la cual el "todo" se interpretaba como "equilibrio"; y en la tradición de la ingeniería, donde la relación entre el todo y sus partes era vista como un "mecanismo autorregulado", con la función de mantener este equilibrio. Si los mecanismos de retroalimentación son conocidos, la conducta del sistema puede ser simulada. Los términos "ecosistema" o "sistema global" no pueden sacudirse el legado de la ingeniería. El lenguaje está comprometido con un interés en la regulación y el control.
Aun el término "medio ambiente", aparentemente inofensivo obedece espléndidamente a este interés, en contraste con "naturaleza", por ejemplo, no revela vida alguna: es abstracto y falto de color. Es la encarnación de la pasividad. Si lo examinamos con más cuidado, esto no debe sorprendernos, ya que "ambiente" es un concepto de relación que no tiene existencia propia, sino que reúne todos aquellos factores externos importantes para un sujeto que comúnmente no está mejor caracterizado.
¿Qué rodea el ambiente? ¿Por qué y para quién es importante? En los informes ambientales internacionales, el tema usualmente oculto es el de la economía nacional. El ambiente aparece como la suma total de las barreras físicas que entorpecen la dinámica del sistema económico. Las condiciones previas para su existencia continuada determinan qué aspectos de la naturaleza se presentan como ambiente, y se invoca su habilidad de adaptación para superar estas barreras. En este sentido, el ambiente nos invita a buscar soluciones en un nivel mayor de complejidad, en lugar de apaciguar la dinámica del sistema.
Es sabido que muchas comunidades rurales del Tercer Mundo no tienen que esperar a que los expertos de los institutos de ecodesarrollo, fundados precipitadamente, bajen hasta ellos y les den los remedios para la erosión del suelo, por ejemplo. Ocuparse del bienestar de sus hijos y nietos ha sido siempre parte de sus métodos de cultivo y de sus economías. En el futuro, sin embargo, la planificación ambiental centralizada amenaza con entrar en conflicto con las ecologías locales. La supresión del conocimiento local por los expertos y las burocracias pueden incrementarse aún más a través de la planeación ambiental.
Además, las medidas económicas para conservar los recursos pueden fácilmente resultar desastrosas para las economías de subsistencia. Después de todo, las economías de subsistencia están íntimamente ligadas a la naturaleza: viven directamente de ella y pueden, por tanto, mantener la economía monetaria al alcance de la mano. Dondequiera que los bosques se convierten en plantaciones forestales o en parques nacionales, las comunidades que los usan como su espacio para vivir son amenazadas no sólo con la expulsión, sino también con la degradación económica.
Los programas de reforestación que favorecen las especies de árboles de rápido crecimiento, sus cualidades, su crecimiento, su rendimiento y el efecto sobre el suelo y el balance del agua son tales que los bosques no pueden albergar a los indígenas. Una ecología que aspiraba al manejo de recursos naturales escasos choca con una ecología que desea preservar las comunidades locales. De esta forma, la planificación nacional de los recursos puede llevar a una continuación de la guerra contra la subsistencia, aunque con otros medios.
Las fotografías de satélite de la Tierra, que escrutan cultivos, pastizales y bosques, evocan un universalismo falso. En estas fotografías no aparecen los seres humanos ni lo que la naturaleza significa para ellos y sus vidas. El manejo global de recursos tiende a ignorar el contexto local. A este desconocimiento solía llamársele colonialismo.
Actualmente se hablan alrededor de cinco mil cien lenguas en la Tierra. Cerca del 99% de ellas son originarias de Asia, Africa, el Pacífico y el continente americano, y tan sólo un 1% de Europa. En Nigeria han sido identificadas más de 400 lenguas, en la India 1.682, y aún Centroamérica, que geográficamente es muy pequeña, se precia de contar con 260 lenguas. Los valles en las montañas y las islas, los desiertos y los bosques, son frecuentemente los lugares donde minúsculos mundos lingüísticos afirman su existencia. Un mosaico de áreas lingüísticas, grandes y pequeñas, cubre el planeta. Pero todos los indicadores sugieren que dentro de una generación apenas cien de estas lenguas habrán sobrevivido.
Los idiomas están desapareciendo gradualmente, al mismo ritmo que las especies. Las plantas y los animales desaparecen de la historia de la naturaleza para no ser vistos nunca más, y con la muerte de los idiomas, culturas enteras se desvanecen de la historia de la civilización. De la misma manera en que ciertas especies de plantas y animales son responsables de la existencia continuada de vastos ecosistemas, a menudo los idiomas son portadores de culturas sutiles a través del tiempo, ya que los lenguajes preservan la manera en que se ordena el mundo, la forma en que siente un grupo y el significado de todo. Junto con los idiomas, concepciones enteras de lo que significa ser humanos se evaporan al calor del "desarrollo".
Y, sin embargo, la muerte de los idiomas es tan sólo la señal más dramática de la evaporación mundial de las culturas. Aunque sus efectos individuales permanecen con mucha frecuencia en la superficie, el efecto agregado de los radio-transistores, los consejeros agrícolas y las enfermeras, el régimen del reloj y las leyes de acero del mercado disparan una transformación histórica sin precedente. De cualquier forma que se le vea, la uniformación del mundo está en su apogeo: una monocultura global se extiende como mancha de aceite sobre el planeta.
Se han ido ya sesenta años de "desarrollo", formados sobre el modelo de "un mundo". El resultado final de todo esto, si las apariencias no engañan, es un espejismo aterrorizante. Ideas como "política doméstica mundial", "mercado mundial unido" o hasta "responsabilidad global" han estimulado a mentes nobles, y están siendo nuevamente discutidas con un tono de sentimiento moral, hoy aún más que hace algunos años. Pero, en una era de evaporación cultural, su inocencia es sospechosa.




                                                                                                               Fernando Merino
                                                                                                                   junio de 2005

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