viernes, 8 de julio de 2011

4º.-EL COLOSO CON LOS PIES DE BARRO (AÑO 2005)

EL COLOSO CON LOS PIES DE BARRO


INTRODUCCIÓN.-

El presente trabajo consiste en la recopilación de cuatro artículos, escritos en diferentes años, pero unidos por un mismo hilo conductor: la pérdida progresiva de democracia en el mundo desarrollado y el expolio y permanente dominio de la economía americana a través de sistema internacional de pagos.

Los cuatro artículos son:

1º.-“MAS QUE UN CAOS ECONOMICO”. de Fernando Merino, 1.965

2º.-“DE HITLER A BUS”. de Federico Farsano, 2.003

3º.-“¿UN NUEVO SIGLO AMERICANO?, IRAK Y LA GUERRA OCULTA ENTRE EL DÓLAR Y EL EURO”. de F. William Engdahl, 2.004

4º.-“EL EURO, PERDICION DE SADAM”. De Marcel Coderch, 2.005



El primer artículo lo cito por su carácter premonitorio. Hace cuarenta años se pergeñaba lo que iba a ocurrir. Lo grave es que los problemas internacionales del sistema de pagos, siendo de la misma naturaleza, no sólo no se han resuelto sino que se han agravado por la concentración del capital.

Los otros tres artículos tienen carácter diferente pero son complementarios. Farsano detalla muy bien la situación política de la democracia originada por la necesidad de mantener el sistema de pagos, y F. William Engdahl explica muy bien lo acontecido en el periodo de cuarenta años desde mi artículo hasta nuestros días, y que, M.Corderch, abunda en la opinión.
Cuando se habla de las guerras últimas, normalmente se piensa en el dominio del petróleo, materias primas, etc, por parte de USA, y casi nadie piensa que la razón última y más poderosa permanece agazapada, escondida de la opinión pública por desconocida, y es el mantenimiento del sistema internacional de pagos que permite el dominio de unos países sobre otros.

ESQUEMA DEL PROBLEMA .-

Aunque con detalle se explica en los artículos el mecanismo del expolio, aquí haré una pequeña introducción.

Desde la antigüedad, el comercio ha necesitado del dinero para la compra-venta de bienes. La forma del dinero ha sido diferente según los tiempos, hubo una época que se usaba la sal, etc. Pero la cuestión empieza cuando el dinero toma la forma de moneda. El precio de las cosas, su valor, se fijaba en una moneda, y era el propio metal que llevaba la moneda, lo que valían las cosas. Así por ejemplo, una moneda hecha de oro con una aleación de x gramos de oro, valía x gramos de oro. Había monedas de plata, cobre, etc, y cada una valía según la cantidad de metal que tuviera en su composición, y en la moneda figuraba su valor. De aquí surge un concepto muy importante que es la moneda como DEPOSITO DE VALOR, y no olvidemos que es un dinero con forma de moneda metálica.
Así una devaluación de la moneda no era otra cosa que la cantidad de metal puro que tenía la moneda había descendido. Una moneda cuyo valor facial era de 100 pts y tenía x grs de plata, se devaluaba manteniendo el mismo valor facial y rebajando la cantidad de plata en la moneda. Lo mismo ocurría con los otros metales. Por eso había monedas más apetecibles, más caras que otras en razón a la cantidad de metal puro que contenían, esto se llamaba su ley.
La ley de las monedas dependía de la riqueza del que las emitía.
Como el comercio entre los países fue creciendo, el manejo de monedas de ley fue disminuyendo y siendo sustituidas por otras sin ley, y por papel moneda, que es la práctica actual. Si nos acordamos, las monedas llevaban una inscripción que decía: “ El Banco de España se compromete al portador del presente billete a reintegrarle x grs del metal puro en que se basaba el valor del dinero”, o algo parecido. Eran las reminiscencias de los tiempos pasados. Esta fórmula se basaba en la pervivencia de que el valor del dinero era el valor del metal con que estaba hecho.
Dicho lo anterior ya tenemos los elementos para comprender el “Patrón Oro”. Bajo este sistema el déficit que los países tenían entre sí por su comercio, era pagado en lingotes de oro.
El problema surge cuando el volumen de intercambios crece hasta volúmenes de tal magnitud, que no hay volumen suficiente de oro para respaldar los intercambios. Entonces, desde Breton Woods, se acuerda que una moneda respetada y de valor y solvencia indiscutible por todos, va a ser equivalente al oro, y esa moneda va a ser el dolar. Se fija una proporción de un dólar tantos gramos de oro, y tener un dólar es como tener el oro. Fort Knox lo garantiza. Ha nacido el nuevo “Sistema Patrón Cambio Oro”.
Este nuevo sistema va a permitir el Plan Marshall, y que haya una permanente necesidad de disponer dólares por parte de los estados, para poder negociar entre ellos.
¿Cómo tienen los estados dólares?, pues vendiendo a USA, quien como pago de sus compras (Importaciones) no tiene mas que echar mano a la manivela y fabricar papel que se llama dólar y que hace las veces del oro, para que los terceros países puedan comerciar entre ellos. De esta manera USA exporta su inflación y todos pagamos su déficit.
El resto de la historia aparece en los artículos reseñados.
Un aspecto que no aparece en dichos artículos es, con mucho respeto y pidiendo perdón, nada sobre la memez del 0,7% de ayuda a los países del tercer mundo. Es normal que nada digan.
Estos días han declarado la guerra al hambre unos ¿...?, representantes de países de pandereta. No quiero desanimarles pero es mejor enseñar a pescar que dar pesca, y además diría que esa política lleva a que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. No quisiera que este comentario llevara al escándalo, por ello diré a estos gobernantes tan preocupados por la solidaridad y el desarrollo humano que reflexionen sobre lo que tratan estos artículos: El Sistema Internacional de Pagos.
Creo recordar, que por la década de los sesenta-setenta, hubo una propuesta por algunos gobiernos de Sudamérica, que fue desestimada por los beneficiados del sistema, consistente en hacer DEPOSITO DE VALOR las materias primas. De un plumazo se había resuelto el problema del subdesarrollo. Claro, nacerían otros problemas derivados de la pérdida de situaciones de privilegio y de explotación, pero los lagrimeos de todos los farsantes que dicen preocuparles la miseria de la humanidad se habrían acabado. Los países subdesarrollados grandes poseedores de materias primas serían dueños de sus destinos, y una nueva reestructuración del mundo se impondría por necesidad.

CONCLUSIÓN.-

Creo sinceramente que la llamada “Ciencia” Económica no ha conseguido desarrollar ningún país, dentro del cuadro de economía hoy practicada en nuestras facultades, y este era el principal reto hace cuarenta años. El tema de los países emergentes, es otra cuestión que será tratada correspondientemente.
Por último pedir perdón por la longitud del trabajo, pero no lo he podido evitar.

Fernando Merino
Septiembre 2.005




1º.- MAS QUE UN CAOS MONETARIO (1.965)

EL pasado 4 de marzo el General De Gaulle declaró en una conferencia de prensa en el Elíseo la necesidad de volver al viejo "Patrón Oro" ocasionando con tal declaración un revuelo fabuloso de tipo económico y político entre los más sólidos países de Occidente. No era extraño, por otra parte, que tal declaración removiese las cada vez más agitadas aguas del Océano Atlántico, pues significaba un abandono del actual "Patrón Cambio Oro" por el antiguo "Patrón Oro". El actual sistema monetario sustenta las relaciones económicas internacionales en el oro y en una serie de monedas-reserva respaldadas por aquél, ofreciendo tal sistema unas posibilidades de recuperación económica a los países europeos arrasados por la guerra mundial. Sin embargo tal sistema encierra un grave inconveniente: el aumento de liquidez exigido por el Comercio internacional está determinado por el aumento del volumen de monedas-reserva en poder de terceros países, dado que el crecimiento del oro está limitado por el ritmo de producción mundial de dicho metal. Como inmediatamente se deduce, la subsistencia de tal sistema descansa en dos condiciones:

a) Que se mantenga un déficit permanente en los países cuyas monedas tienen la consideración de monedas-reserva (EE.UU. y Gran Bretaña) al objeto de no privar de liquidez al resto de los países para su Comercio internacional.

b) La confianza en las monedas-reserva por parte de los bancos centrales de los diferentes países que se comprometen a no exigir su conversión en oro y por tanto a su acumulación.

Mientras el Comercio internacional fue reducido a causa de la debilidad de los países contendientes, el sistema monetario pudo camuflar celosamente su contradicción, pero cuando los países europeos fueron recreando su riqueza y con ello aumentando sus relaciones internacionales, se pusieron de manifiesto situaciones contradictorias que hacen insostenible por más tiempo el actual cuadro de relaciones económico-políticas entre las diferentes naciones, abocándose posiblemente a la constitución de un bloque económico y político en el que los Estados Unidos pierdan parte de su significación mundial en beneficio de otros países principalmente europeos de tal forma que el bloque formado por los países desarrollados del mundo occidental gane en coherencia interna, producto de una comunidad de fines y de unas relaciones más equitativas entre ellas.
En el año 1948, EE.UU. disponía como reservas de oro de 24.000. millones de dólares de los 32.000 millones de dólares repartidos por el mundo en papel. En la actualidad los millones de dólares oro existentes son 15.000. Frente a un déficit acumulado de 25.000 millones correspondientes a los ejercicios 1951 a 1963, sólo han sido satisfechos en oro 7.500 millones, quedando el resto de dólares en poder de los demás países del mundo. Es decir, que si en un momento dado solicitasen todos los países el cambio de sus monedas-reserva por oro físico desaparecerían totalmente las reservas áureas norteamericanas, lo cual es cada día una tentación mayor para la deterioración constante de las reservas.
En realidad a los norteamericanos les ha tenido sin cuidado la existencia de déficits en su Balanza de Pagos ya que éstos eran invariablemente cubiertos con la emisión de dólares que eran acogidos perfectamente por los demás países, pero .además tales déficits, a manera de ventanas abiertas, clarificaban el ambiente enrarecido de la economía norteamericana proporcionando escapes a sus' problemas de sobreinversión y estancamiento. Y es así que en el transcurso de los años los países europeos han desarrollado su economía con las características y leyes propias del sistema. Por ello no debemos extrañarnos de que el General De Gaulle haga parecidas declaraciones a las del 4 de marzo. A fin de cuentas lo que hace es defender los intereses del capitalismo de su casa que es Europa y específicamente Francia (hoy día el capital rebasa el marco nacional.) y dolido por el trato que el capital norteamericano depara al europeo evidencia, el General, las ventajas que tal sistema monetario proporciona a EE.UU. No olvidemos que hoy día los países miembros del Mercado Común poseen, en conjunto, unas reservas oro similares a las norteamericanas y resulta lógico que comiencen a surgir protestas por la preeminente situación del dólar.
Al ser considerado internacionalmente el dólar como medio de pago en paridad con el oro, permite a los EE.UU. invertir en el exterior sin ninguna preocupación, véase la franca ayuda primordialmente militar que ofrece a los gobiernos de determinados países, o la entrada de sus empresas en esos países sin que ello perjudique su propia Balanza de Pagos; puesto que el déficit que ocasionan tales actividades es en realidad financiado por todos aquellos países que tienen dólares y no los convierten en oro. Pero, si el dólar no fuera utilizado como medio de pago y depósito de valor con carácter internacional, los saldos negativos conducirían a una disminución de las reservas oro, lo que obligaría a una vigilancia de la Balanza de Pagos por parte de EE.UU. y por tanto a una limitación de las actividades en el exterior.
En realidad los problemas derivados del sistema monetario no vienen a ser mas que aspectos concretos o manifestaciones particulares de otro problema fundamental que es la competencia entre los altos grupos financieros monopolistas y sólo orientando el estudio desde el punto de vista de esta realidad superior que condiciona los diferentes aspectos de la vida económica se puede lograr un conocimiento completo de los problemas particulares que componen la ciencia económica.
Nunca debemos considerar de una forma simplista que las cosas ocurren sin más ni más. Si hoy el sistema monetario de Occidente es el "Patrón cambios oro" es porque alguien o algunos así lo acordaron y recordemos que este sistema se puso en práctica fundamentalmente por decisión de EE.UU. y de Gran Bretaña para asegurar su predominio monetario y por añadidura económico sobre los demás países que se encontraban destrozados por la guerra. Notemos también que los problemas del sistema monetario no surgen cuando éste se instaura, sino cuando estos países se recuperan y, por lo tanto, se consolidan centros de decisión económica al margen de los EE.UU. y de la Gran Bretaña.
Por ello cuando el General De Gaulle habló lo hizo no sólo en nombre de los grupos empresariales de Francia, sino en el nombre de los grupos financieros de todo el continente, pues no hay que olvidar que tales grupos se encuentran alarmados por el auge de las inversiones yankees en Europa que provocan al mismo tiempo un aumento del déficif de la Balanza de Pagos de los EE.UU. financiado con la acumulación de dólares en el Mercado Común. El Gobierno francés entiende que es inadmisible que él mismo esté prestando (al no convertir los dólares en oro) a los americanos para que éstos se apoderen contra su voluntad, del control de los sectores industriales suyos.
Pero no son estos únicamente los problemas que tiene planteados el capital europeo; otro importante es el de la expansión de los mercados para dar salida a la producción en competencia con el capital americano. Con tal intención hizo el viaje el General De Gaulle a Iberoamérica, del que tan poco fruto sacó, entre otras razones por la ventajosa posición que el dólar coloca a los EE.UU. respecto a Francia en materia de Comercio Internacional.
Así pues el problema fundamental planteado en la economía altamente desarrollada capitalista es el de la reorganización a escala monetaria, lo que no se puede asegurar es el tipo de desajustes que se producirán para conseguir una mayor racionalidad del sistema monetario. Estos desajustes pueden rebasar el campo puramente económico y concretarse en aspectos militares con todo lo que ello puede significar.
Lo que parece posible es que se habilitará una solución intermedia entre los dos sistemas, "Cambio oro" y "Patrón oro", que servirá hasta que los países del tercer mundo, factor hasta ahora no considerado, se encarguen de hacerlo inservible. Desde luego una vuelta al patrón oro es improbable, ya que significaría un aumento de la importancia relativa del bloque socialista y no están las cosas como para que los grupos financieros se coman entre sí, como los lobos del refrán.
Respecto al General De Gaulle, parece comprobarse que goza entre algunos de un culto y admiración que produce pánico. En realidad tales personas admiran al General por haberse "atrevido" a levantar la voz contra EE.UU., y es bastante pobre que, sin más conocimientos de las cuestiones, por un hecho tan simple, se catalogue a una persona, y más aún cuando recuerda cada vez más a un personaje nefasto para la Humanidad llamado Adolfo Hitler. Ya es sabido que en este momento, en que los solapados seguidores de todos los fascismos se empiezan a quitar de nuevo la careta, ellos no estarán de acuerdo con ésto, simplemente se pudiera pedir a estas personas un análisis comparativo entre la tendencia que aparece en la evolución de la Economía Política europea para ver de las semejanzas que guarda con lo que pudiera haber sido el Imperio del divino Fhurer. Por supuesto que todo el marco institucional, que puede ser considerado como superestructura, es radicalmente diferente, pero aun reconociendo tal realidad no pierde valor lo dicho.
Además cuando De Gaulle pide mesiánicamente la independencia de Francia y de Europa, alegando razones poderosas desde luego, en el terreno político, no olvidemos que fundamentalmente lo que está reclamando es la independencia o mayores posibilidades de subsistencia de los grupos monopolistas europeos, calificados antes como centros de decisión económica distintos de los de los EE.UU., esto es lo importante y esto cae de lleno en el terreno económico que no en el político.

Fernando J. Merino

REVISTA SARRICO- FACULTAD DE C.C. ECONOMICAS nº 14 y 15

JULIO- AGOSTO 1.965



2º.- De Hitler a Bush

El embajador de los Estados Unidos de América en la República del Uruguay, Martin Silverstein, hizo pública a finales del pasado marzo una nota de protesta contra el director del diario La República, Federico Farsano, quien había osado comparar a su presidente, George W. Bush, con Adolf Hitler. Silverstein acusó a Farsano de carecer de «integridad periodística». El director del diario de Montevideo replicó al embajador estadounidense con este enérgico y documentado artículo.
El señor embajador de los Estados Unidos de Norteamérica en Uruguay, Martin Silverstein, hace unos pocos días me envió un comunicado acusando al diario La República, publicación que me honro en dirigir, de carecer "de toda medida de integridad periodística" por comparar a su presidente, George Bush con el canciller del Tercer Reich alemán, Adolfo Hitler.
No pude contestarle antes porque el acto de piratería internacional que su país cometió al atacar con la más formidable maquinaria de matar que recuerde la historia universal, a un pueblo indefenso y casi desarmado, me obligó a destinar más tiempo que el rutinario en la preparación de las ediciones especiales sobre la matanza. También me encontraba ocupado en hacer condenar penalmente a torturadores uniformados que fueron entrenados en EEUU y que me estaban calumniando, tarea esta que llevé a cabo con éxito en estos días.
Cuando el embajador me visitó hace no mucho tiempo en mi despacho comenté con mis colaboradores que él era el embajador de EEUU más inteligente, perspicaz y humorista que había conocido. "Por fin -dije-, un representante del imperio con el que se puede discutir ideas fuera de los insulsos y aburridos clichés con que nos intoxican en las reuniones que nos toca compartir".
Pero, lamentablemente para el embajador, su sagacidad no le impidió la desdicha de tener que representar al presidente 43 de su nación, George Bush (hijo), un fanático paranoico, intoxicado de mesianismo, con menos luces que una babosa, borracho de poder como antaño fue borracho de alcohol y condenado legalmente por ello el 4 de septiembre de 1976 cuando conducía ebrio y a toda velocidad su automóvil, amonestado también por el famoso predicador Graham que le dijo: "Quién eres tú para creerte Dios", militante de la Christian Right, la derecha cristiana tejana y sudista, un racista enamorado de la pena de muerte, sobre todo contra los negros, en fin, el peor presidente norteamericano de la última centuria, el que mayores tragedias desencadenará sobre su propio pueblo, la contracara del homo sapiens, la encarnación del homo demens.
Y además misógino, como buen racista. Nadie puede olvidarse de las humillaciones públicas a las que somete a su esposa Laura Bush. No es fácil de olvidar el malestar de Laura cuando el presidente explicó a la prensa que su esposa no lo estaba acompañando ese día "porque ha llovido y ella necesitaba barrer la entrada, porque mañana recibiremos al presidente de China, Jiang Zemin, en nuestro rancho de Crawford (Texas)".
Su compatriota, el anciano escritor Kurt Vonnegut no dudó en calificarlo del "más sórdido y patético golpista de opereta que es dable imaginar".
Pero vayamos al corazón del incidente. Que se quede el embajador de EEUU con su patética desventura de tener que defender al más delirante de los habitantes de la Casa Blanca y a mí con el honor de procesarlo con las armas de la palabra. El tema es la comparación entre Adolfo Hitler y George Bush.
Obvio es que existen diferencias. La primera de ellas es que el criminal de guerra, genocida del pueblo judío y del pueblo soviético, ganó por abrumadora mayoría los comicios alemanes, mientras que el criminal de guerra, genocida del pueblo iraquí llegó al poder en forma fraudulenta, en medio del mayor escándalo electoral de la historia norteamericana.
Desde el punto de vista teórico la comparación entre Bush y Hitler es correcta. Los cientistas han definido al nazismo como la dictadura terrorista del capital financiero en expansión. Bush al ponerse al margen de la ley e invadir a una Nación indefensa que no lo agredió, para quedarse con su riqueza petrolera, la segunda mayor del mundo, y anunciar que después le seguirán otras Naciones petroleras, se acercó a la definición de dictadura terrorista del capital financiero. Aunque no le guste aceptarlo. George Bush ya llevaba en sus genes la raíz nazi.
Su abuelo, Prescott Bush, era socio de Brown Brothers Harriman y uno de los propietarios de la Unión Banking Corporation. Ambas empresas jugaron un papel clave en la financiación de Hitler en su camino hacia el poder alemán. El gobierno norteamericano ordenó el 20 de octubre de 1942 la confiscación de la Unión Ranking Corporation propiedad de Prescott Bush e incautó además la Corporación de Comercio Holando-Estadounidense y la Seamless Steel Corporation, ambas administradas por el banco Bush-Hamman. El 17 de noviembre de ese mismo año, Franklin Delano Roosevelt confiscó, por violación a la ley de comercio con el enemigo, todos los bienes de la Silesian American Corporation administrada por Prescott Bush. El bisabuelo de nuestro George, el guerrero de Dios, Samuel Bush, padre del nazi Prescott Bush, fue la mano derecha del magnate del acero Clarence Dillon y del banquero Fritz Thyssen, quien escribió el libro I Paid Hitler (Yo financié a Hitler), afiliándose en 1931 al partido nazi (Partido Obrero Nacional Socialista Alemán).
Y si el señor embajador tiene alguna duda sobre la espuria alianza de los Bush con Hitler le ruego leer el lúcido ensayo de Víctor Thorn. Dice Thorn: "Una parte importante de los cimientos financieros de la familia Bush fue constituida por medio de su ayuda a Adolfo Hitler. El actual presidente de Estados Unidos, así como su padre (ex director de la CIA, vicepresidente y presidente), llegaron a la cumbre de la jerarquía política norteamericana porque su abuelo y padre y su familia política ayudaron y alentaron a los nazis". Todo esto sin contar las estafas y desfalcos de la familia Bush por cuatro millones y medio de dólares al Broward Federal Savings en Sunrise, Florida, o la estafa a millones de ahorristas del Banco de Ahorros Silverado (Denver, Colorado).
Bisabuelo nazi, abuelo nazi, padre que no tuvo tiempo de ser nazi porque ya Hitler se había suicidado en los jardines de la Cancillería en ruinas, aunque se benefició de la fortuna mal habida de sus ancestros.
Pero no condenemos a nuestro homo demens por sus genes siniestros. Juzguémoslo sólo por sus obras. Y comparemos. Sólo comparemos.
¿Cómo cree el señor embajador, que el delirante cabo austriaco alcanzó la suma del poder público? Porque Hitler llega al poder en elecciones limpias pero se encuentra con la Constitución de Weimar que le impone límites que su omnipotencia le impide aceptar. Planifica entonces el incendio del Reichstag y en una sola noche es ungido el decisor de la guerra o la paz.
¿No le resultan conocidos esos hechos al señor embajador? La criminal demolición de las Torres Gemelas trajo los mismos lodos que el incendio del Reichstag.
Obviamente no voy a cometer la osadía de afiliarme a la tesis de los que acusan al grupo belicista bushiano de haber orquestado esa masacre o no haberla impedido cuando sabían que se preparaba.
No hay pruebas contundentes para tamaña afirmación aunque sí, múltiples indicios de negligencia culpable o vastas sospechas que son alimentadas por una férrea censura, sin precedentes en la democracia norteamericana moderna.
Algún día, cuando el pueblo norteamericano recupere totalmente la libertad de información e investigación sobre el martes negro del 11 de septiembre, hoy acotadas por la ley patriótica aprobada con el único voto en contra de una mujer, símbolo de la dignidad nacional norteamericana, se podrá saber por qué desoyeron los numerosos indicios y huellas dejadas por todo el país anunciando el magnicidio. Se podrá saber por qué demoraron 80 minutos en despegar los aviones militares para interceptar las aeronaves secuestradas cuando de inmediato se supo que los aviones comerciales que habían despegado de Boston habían sido secuestrados y se dirigían a Washington, cuando el manual prevé la intervención de la Fuerza Aérea en caso de secuestros, en menos de 5 minutos.
Se podrá saber por qué se ocultaron los restos del presunto avión que impactó en el Pentágono. Se podrá saber por qué el director del servicio secreto paquistaní inmediatamente después de reunirse en Washington con Tenet, el jefe de la CIA norteamericana, dispuso, y así lo informa el diario conservador The Wall Street Journal, que Islamabad girara a EEUU la suma de cien mil dólares para Mohammed Atta, jefe del operativo suicida contra las Torres Gemelas de Nueva York. Sobre este dato aterrador está prohibido investigar al suspenderse las libertades civiles en EEUU a partir de la Ley Patriótica.
Se podrá saber, en fin, por qué 15 de los 21 integrantes de los comandos suicidas eran originarios de Arabia Saudita, el principal aliado de los EEUU en el golfo Pérsico. No había ni un sólo iraquí. Ni por casualidad. Pero más allá de las sospechas, no hay duda de que el descontrolado presidente número 43 de EEUU, ungido en elecciones fraudulentas, en medio de una impresionante recesión sin salida a la vista, con el más bajo nivel de popularidad inicial en un mandatario, pasó a dominar todo el escenario, a recibir poderes inconcebibles en una democracia, siendo coronado Emperador vindicator para lavar la afrenta que los bárbaros infringieron a su pueblo.
El incendio del Reichstag americano del 11 de septiembre brindó la gran oportunidad de su vida a George Bush. La peor victoria electoral en EEUU de un presidente desde 1876 hasta nuestros días se transformó en la mayor posibilidad histórica recibida por belicista alguno para imponer al mundo el nuevo orden norteamericano.
Así como Hitler lo primero que hizo fue rodearse de una pandilla de facinerosos como él, fanatizados por el poder de la fuerza, como Goering, Goebels, Himmler, Mengele, Eichman, el presidente texano buscó la coraza protectora de una guardia de hierro, por momentos más belicista que él, que le impiden la tentación de la duda y que portan como él una marca en el orillo: todos son petroleros. El vicepresidente Dick Cheney estuvo en el grupo Halliburton Oil, el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld en la petrolera Occidental, la Consejera de Seguridad Nacional, la solterona despiadada Condoleeza Rice, que por una broma de la vida su nombre significa "con dulzura", integró el directorio de Chebron y tiene buques petroleros con su nombre. También la secretaria del Interior, Gale Norton está vinculada al petróleo como Bush padre también lo estuvo en el grupo petrolero Carlyle y el actual presidente Bush hijo en la Harkins Oil.
Este quinteto de la muerte que rodea al guerrero Bush, una verdadera mafiocracia, al igual que el quinteto que se fusionó con Hitler, se nutrió de una Biblia muy especial. En este caso la filosofía de Hegel, Nietzsche, Schopenhauer, que le dio vida y pasión al creador del holocausto del siglo XX fue sustituida por especímenes menos cultos y de menor prosapia intelectual, pero más pragmáticos para el Hitler del siglo XXI.
¿Cuáles son los autores de cabecera de esta pandilla belicista? El bostoniano Henry Cabot Lodge afirmando que "en el siglo XIX ningún pueblo igualó nuestras conquistas, nuestra colonización y nuestra expansión y ahora nada nos detendrá". Marse Henry Watterson declarando que EEUU es "una gran república imperial destinada a ejercer una influencia determinante en la humanidad y a modelar el futuro del mundo como no lo ha hecho nunca ninguna otra nación, ni siquiera el imperio romano".O Charles Krauthammer quien hace muy poco, en 1999 escribió en The Washington Post: "EEUU cabalga por el mundo como un coloso. Desde que Roma destruyó Cartago ninguna otra gran potencia ha alcanzado las cimas a las que hemos llegado. EEUU ha ganado la guerra fría, se ha puesto a Polonia y a la República Checa en el bolsillo y después ha pulverizado a Serbia y Afganistán. Y de paso ha demostrado la inexistencia de Europa".
O Roberto Kaplan señalando que "la victoria de los EEUU en la segunda guerra mundial, al igual que la de Roma en la segunda guerra púnica, la convirtió en una potencia universal". O el conocido historiador Paul Kennedy explicando que "ni la Pax Británica, ni la Francia napoleónica, ni la España de Felipe II, ni el Imperio de Carlomagno, ni siquiera el Imperio romano pueden compararse al actual dominio norteamericano. Nunca ha existido una tal disparidad de poder en el sistema mundial".
O el director del Instituto de Estudios Estratégicos Olin de la Universidad de Harvard, profesor Stephen Peter Rosen afirmando que "nuestro objetivo no es luchar contra un rival, porque éste no existe, sino conservar nuestra posición imperial y mantener el orden imperial".
O el inefable Zbigniew Brzezinski declarando que "el objetivo de EEUU debe ser el de mantener a nuestros vasallos en un estado de dependencia, garantizar la docilidad y la protección de nuestros súbditos y prevenir la unificación de los bárbaros".
O el Presidente Wilson declarando en pleno Congreso de la Unión que "le enseñaría a las repúblicas sudamericanas a elegir buenos diputados".
O el célebre Billy Sunday quien definía a un izquierdista latinoamericano como "un tipo con hocico de puerco espín y un aliento que haría huir a un zorrino", agregando que si él pudiera "los amontonaría a todos en prisiones hasta que se les salieran los pies por las ventanas".
Escuchemos ahora al actual vicepresidente de los EEUU Dick Cheney y al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que junto con Dulzura Rice, forman el triángulo belicista, más temible que el de las Bermudas.
Dijo el vicepresidente Cheney ante esta guerra santa: "EEUU no tiene que enrojecer por ser una gran potencia y tiene el deber de actuar con fuerza para construir un mundo a imagen de EEUU". Mientras que el jefe del Pentágono fue más claro, por si no lo entendimos. Rumsfeld dixit citando la frase preferida de Al Capone: "Se consigue más con una palabra amable y un revólver que con sólo una palabra amable".
Este lenguaje que nutre la epidermis y las neuronas de Bush es un lenguaje encrático, autoritario, intimidante que conduce inevitablemente a la perversión moral del fin justificando los medios. La característica esencial del lenguaje de la banda Bush, similar al lenguaje nazi, es la simplificación, el reduccionismo y la intimidación. El lenguaje de este grupo depredador es un lenguaje esquemático, emocional, cargado de prejuicios que incita a la exaltación de los sentimientos más nobles del pueblo. No tengo dudas que Bush se nutre del lenguaje nazi.
Bush no cree, como Hitler, en el Estado de Derecho que no es el Estado que posee leyes sino el Estado que se somete, él mismo, al imperio de la ley y no puede transgredirla por ninguna causa, y menos aún por la razón de Estado. En nombre de la razón de Estado o de la Patria o de la seguridad nacional se han cometido crímenes abominables.
¿Qué diferencia entre el edificio intelectual de Bush y el de Hitler, existen en el escenario de la razón de Estado? No creo que muchas. Salvo diferencias de estilos, épocas y magnitud de fuerza y poder. El discurso de la banda Bush es el discurso del amo y del esclavo. No hay diferencias con el discurso de la pandilla hitleriana. Uno es más amable que el otro. Aunque la historia está probando que el menos amable fue menos mortífero.
Civilización, barbarie, pacificación de los bárbaros, pueblo elegido y de ahí a la raza elegida un solo paso. En fin ¿no nos hace acordar todo esto al psicópata del bigotito? Y hablando del bigotito, es aleccionador el relato que un influyente asesor de seguridad que vive en Washington le contó a la revista argentina "Noticias": "Para bien o para mal, George Bush Jr. es el hombre indicado para esta guerra. Nació para esto. La potencia que le viene de adentro lo hace temblar. Cuando uno está hablando con él en su despacho parece que se va a comer al que tiene enfrente. Se sienta en el borde del sillón, casi sin apoyarse y mueve los brazos como si no supiera qué hacer con ellos. Necesita acción".
Vaya imitación de la gestualidad del dictador nazi. Aunque nunca es lo mismo la flema de un vaquero texano pistola al cinto que la de un teutón cuasi epiléptico que se atraganta con su furia y escupe al hablar y gesticular. El cuerpo de Bush no escupe al hablar. Su alma, sí escupe, odio y violencia y genera terror. Mas no le importa. Debe haberse aprendido el "oderint dum metuant" del emperador Calígula ("Dejen que nos odien, basta con que nos tengan miedo").
La incontinencia emocional de Bush ya es un clásico y como el Adolfo, no admite un NO. Su esposa Laura Bush recordó a la prensa que la primera vez que le dijo a su esposo que no le gustaba uno de sus discursos, éste, muy enojado, chocó su auto contra el muro de entrada del garaje de su casa.
Se siente como el numen nazi, un enviado de Dios, a quien convoca en cuanta oportunidad se presenta. Decretó que todas las reuniones de su Gabinete se inicien con una oración religiosa. Y dice haber consultado a Dios para atacar a Irak despreciando la posición de la mayoría de las naciones del planeta y del 90% de los seres humanos. Trata de imitar al presidente William McKinley invadiendo Filipinas para evangelizar a los nativos y culpando a Dios que le dio la orden de entrar a patadas en ese país.
Otra coincidencia en estas vidas paralelas, que hubiera hecho la delicia de Plutarco, es que Bush y Hitler se hubieran salvado de ingresar a la galería de los grandes bufones de la historia, de haber tenido un sicoanalista a mano. A ambos un buen sicoanalista les habría ayudado a canalizar su libido hacia menesteres más normales, sublimando el único afrodisíaco que tanto Hitler como Bush conocen, que es el poder omnímodo y cruel sobre los demás.
Sigamos viendo las similitudes entre el guerrero de la raza aria y el guerrero de Dios como bien calificara Telma Luzzani, al exaltado texano. Bush proclama urbi et orbe la guerra preventiva. Dwight Eisenhower en 1953 no dudó al respecto: "La guerra preventiva es un invento de Adolfo Hitler, francamente yo no me tomaría en serio a nadie que me viniera a proponer una cosa semejante".
Pero ¿guerra preventiva contra quién? Bien es sabido que la primera víctima de una guerra es la verdad. Y Bush lo primero que hace para fabricar su guerra preventiva, tras el incendio del Reichstag, es mentir a lo Goebels a un grado tan primitivo que nadie terminó creyéndole algo. Primero dijo que Irak apoyaba a Al Qaeda. Cuando se comprobó el odio irreconciliable entre Saddam Hussein y el ex empleado de EEUU, Osama Bin Laden, Bush apeló a incluir a Irak en la corriente fundamentalista musulmana. Difícil de creer en el país más laico del mundo árabe. Apelaron entonces a la existencia de armas de destrucción masiva. Afirmaron que Irak no iba a permitir las inspecciones y cuando las permitió, aseveraron que no iba a dejar entrar a la ONU en los Palacios y otros lugares preservados. Cuando también se reveló que tal negativa era falsa, dijeron que las armas estaban bien ocultas. Finalmente no encontraron ni una sola. Cuando todos los argumentos fueron sepultados pidieron la renuncia o el exilio de Saddam Hussein y admitieron la única verdad real: queremos ocupar el territorio iraquí pese a quien pese y decidir quién lo va a gobernar. Democracia planetaria que le dicen. La misma operación de desinformación que Hitler lanzó contra Checoeslovaquia, Austria y Polonia. Las mismas excusas que iban cambiando a medida que se derrumbaban.
Otra similitud es el desprecio por la comunidad internacional y por la opinión pública mundial. Hitler destruyó la Sociedad de Naciones creada en 1919. Bush hizo trizas las Naciones Unidas, concitando en su contra la mayor oposición a un país desde la fundación de la ONU: 170 países no apoyan la guerra contra sólo 30, la mayoría de éstos sin peso alguno y procedentes de la desarticulada Unión Soviética, que se venden al mejor postor. A Bush, como a Hitler, no lo paró ni la mayor derrota diplomática de los EEUU desde que se fundó la ONU. A Hitler jamás le importó el odio y el rechazo de los pueblos del mundo entero. Bush intenta superar al teutón. Las manifestaciones en su contra sin precedentes en el planeta, son música guerrera para sus oídos wagnerianos. Lo enfrenta el espíritu de Seattle que fundó en 1999 el movimiento antiglobalizador y pacifista más imponente de la historia universal. Nada lo detiene.
Indignaba ver el destrato de que hacía objeto al jefe de inspectores de la ONU, Hans Blix, con sus 75 años a cuestas, nacido en la maravillosa y helada Uppsala de la Suecia socialdemócrata, un digno seguidor de las tradiciones democráticas del mártir, Olof Palme.
El desprecio hacia la gente y sus derechos es el motor de su humanismo. Escuchemos al mariscal Goering en el juicio de Nuremberg: "Naturalmente la gente común no quiere la guerra, pero después de todo, son los dirigentes de un país los que determinan la política y siempre es un asunto sencillo el arrastrar al pueblo. Ya sea que tenga voz o no, al pueblo siempre se le puede llevar a que haga lo que quieren sus gobernantes. Es fácil. Todo lo que uno debe hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y porque exponen el país al peligro". Fue el nazi Goering el que lo dijo en 1945, no fue George Bush. La diferencia entre Goering y Bush es que el nazi lo dijo en alemán y Bush lo dijo en inglés. La invasión de una nación soberana que no lo agredió necesitaba una legitimación ética aunque ilícita: derrocar al tirano Hussein e imponer a sangre y fuego un gobierno democrático y popular. Suena lindo, aunque la comunidad internacional y sus normas sea el precio que haya que pagar. Pero no es cierto. Nadie duda que Saddam Hussein es un dictador siniestro que ha asesinado a su pueblo y que su partido socialista Baath, de socialista no tiene nada. Pero quién puede creerle a Bush que va a instaurar la democracia iraquí cuando sus predecesores menos nazis que él, invadieron y ocuparon durante años y años naciones soberanas e instalaron dictaduras feroces que defendieron contra sus propios pueblos como Somoza en Nicaragua, Duvalier en Haití, Trujillo en República Dominicana. Tanto como los regímenes títeres y despóticos que impusieron los nazis en los países que ocuparon, incluida la Francia antigaullista del mariscal Petain.
Así como Hitler invadió Europa en busca de su Lebensraum, de su expansión territorial y de las urgentes materias primas que necesitaba para el desarrollo alemán y la construcción del nuevo imperio germano que vengara la afrenta del Tratado de Versalles, Bush va en busca también de su propio Lebensraum. Un Lebensraum que en el mundo globalizado de hoy no se mide más por kilómetros de territorios físicamente ocupados sino por el dominio económico y político que se ejerce sobre ellos dirigido a distancia desde los centros financieros internacionales.
Los objetivos del nuevo Hitler son múltiples. En primer lugar apoderarse del tanque de gasolina del capitalismo mundial que no otra cosa es el Golfo Pérsico. Bush sabe que en 10 años el petróleo que produce su país, locomotora productiva del mundo, se agotará irremediablemente. En 40 años no existirá más petróleo en el planeta. Es una carrera contra reloj. Según Statistical Review disminuye en forma alarmante el descubrimiento de reservas energéticas. La última década creció sólo un 5% contra el 45% de la década anterior. El 65% de las reservas están ubicadas en Medio Oriente. EEUU consume 20 millones de barriles por día de los 77 millones que se producen a diario en el mundo, de los cuales sólo 10 millones es producido por los propios norteamericanos, que dependen de los demás para seguir siendo una potencia imperial. El objetivo del ataque a Irak, segunda reserva mundial de petróleo, es controlar esos depósitos, controlar su precio y controlar su producción. Qué armas ocultas ni qué otra cosa. Como dice Galeano, si Irak produjera rabanitos en lugar de petróleo, ¿a quién se le ocurriría invadir ese país?. Para Bush el petróleo está servido. Falta sólo tomarlo. No sabe aun que puede atragantarse.
La segunda jugada de Bush es disciplinar a su aliado, Arabia Saudita, primer productor mundial de petróleo y máxima reserva energética del mundo, cuyos precios no le sirven a EEUU. El tercer objetivo como reveló en febrero de este año el subsecretario de Estado, John Bolton, es invadir a Irán y a Siria, que forman junto con Corea del Norte el "eje del mal", y si la coyuntura es favorable, incluir a Libia en el sancta sanctorum. El cuarto paso es destruir la OPEP y apoderarse de los combustibles fósiles del mundo. Si no expropia los fósiles y no encuentra a tiempo alternativas energéticas, el capitalismo norteamericano deberá modificar el modelo de consumo de su pueblo y con ello puede perder el punto de apoyo de su hegemonía mundial. El quinto objetivo son los suculentos negocios de la reconstrucción de Irak sobre el que se lanzaran muchas de las 500 transnacionales que dominan el mundo, la mayoría norteamericanas. No menos importante es el sexto objetivo, que se nutre en las enseñanzas de lord Keynes, utilizando la industria bélica para superar la honda recesión en que está hundida la economía norteamericana, con crecimiento cero. No olvidemos que una guerra se gana no cuando se impone la supremacía militar sobre el adversario sino cuando se obtienen los réditos económicos que son la razón última de su desencadenamiento.
No podemos dejar de mencionar un último objetivo y quizás el más importante de esta guerra: imponer la supremacía del dólar frente al euro que en los últimos tiempos le está dando una paliza al dólar en frentes inesperados, poniendo en peligro el privilegio del peso norteamericano en la comercialización del crudo. El dólar se depreció en los últimos meses con relación al euro, un 17%, cifras inimaginables desde la creación de la moneda única europea. Incide en esta depreciación la decisión iraquí de pasar 10 billones de dólares de sus reservas a la moneda común europea, provocando un seísmo en el dólar. Esta es otra de las razones del ataque a Irak, intentando que un gobierno títere haga retornar los 10 billones de dólares iraquíes al área del dólar. También Rusia está operando el petróleo en euros y además Irán y varios países de la OPEP están analizando si también abandonan el dólar y se pasan al euro. Los economistas estiman que si esto ocurre se producirá una depreciación inusitada del dólar, desplomándose el valor de los activos norteamericanos, acercando al gigante con pies de barro a un colapso económico como en la década de los 30.
La invasión tiene su antecedente más raigal en la necesidad de un nuevo reparto del mundo al fracasar los acuerdos de la tríada (EEUU, Europa y Japón) en 1998 en la reunión de la OCDE en París y en 1999 en la reunión de la OMC en Washington. No hubo acuerdo en el reparto del mercado mundial asediado por la disminución del porcentaje del Producto Mundial Bruto que llegó hasta el 50% concentrado en las manos de la tríada y sus transnacionales al finalizar el siglo. El fracaso del neoliberalismo en seguir manteniendo la máxima tasa de explotación de las naciones dependientes, la fatiga y la decadencia de la hegemonía unipolar y la posibilidad no muy lejana de una crisis mundial que transforme a la arrogante dominación de hoy en una hegemonía en harapos, se encuentra en las raíces de este acto de piratería internacional.
Europa no aceptó los términos del reparto y embistió con su euro. EEUU replicó con la razón de las bestias y si logra el control de los lagos negros tendrá crudo barato y abundante mientras sus aliados lo recibirán caro y en cuentagotas haciendo sufrir a sus economías.
Ese es el plan guerrero. La misma razón de dominio económico que lanzó a Hitler en los brazos de Marte, al grito de "ocupar, administrar, explotar". De ahí a que Bush pueda cumplirlo hay un gran trecho. Sobre todo teniendo en cuenta que esta guerra por primera vez la afrontará económicamente solo. La anterior invasión a Irak, legitimada por la comunidad internacional, la pagaron todas las naciones. Esta invasión ilícita, crimen de lesa humanidad contra el mundo civilizado, la pagará sólo EEUU y un pequeño porcentaje, la Inglaterra del renegado Blair. Y es mucho dinero. Suficiente como para desestabilizar aún más al dueño de la maquinita de fabricar dólares, instalada en el Departamento del Tesoro de la nación más endeudada del planeta: los EEUU de Norteamérica.
Trazados los objetivos reales, Bush y su banda de halcones patentaron la estrategia militar nazi: la famosa "Blitzkrieg" con que los nazis asolaron Europa, en la modalidad de guerra relámpago con ataques combinados de divisiones enteras de tanques Panzers apoyados por oleadas de aviones y piezas de artillería. Los tiempos cambiaron y la blitzkrieg nazi se transformó en hiperblitzkrieg norteamericana, pero la modalidad inventada por los mariscales de Hitler es la misma que aplica Bush, aunque con una potencia de fuego mil veces superior.
Otra similitud es la desproporción de fuerzas. La invasión nazi a Checoeslovaquia o a Polonia donde la caballería polaca se enfrentaba a los tanques alemanes y era diezmada previamente por la aviación, no es nada comparado con el poder de fuego infernal de la más poderosa trituradora tecnológica de la historia. Es como si los polacos se defendieran con hondas frente a la Luftwage de Goering. En la primera invasión a Irak, los iraquíes tuvieron 120 mil bajas contra sólo 137 norteamericanos muertos y 7 desaparecidos. Salvo la Guardia Republicana de Saddam, el resto del ejército iraquí son famélicos campesinos sin entrenamiento, ni tecnología, ni armamento adecuado, el que se enfrentará a más de 300 mil soldados entrenados año tras año para matar sin dudar.
¿Qué puede hacer un país que tiene un presupuesto militar de 1.400 millones de dólares contra otro que destina 400.000 millones de dólares anuales en sus Fuerzas Armadas? Y por si fuera poco Bush acaba de pedir otros 75.000 millones de dólares para la propina de esta masacre. Promete a cambio que el botín de guerra compensará con creces la inversión.
Antes de comenzar la matanza el ejército iraquí fue desangrado como se hace con los toros de lidia por los piqueteros apenas entran en la arena, para que el matador corra menos riesgos. Una década de sanciones económicas, de embargos, carente de repuestos, sin aviones, con escasos tanques, con pocas baterías antiaéreas y sólo equipado con los viejos fusiles de asalto AK 47, ha puesto de rodillas al toro iraquí. El torero sólo tiene que hundir su espada hasta el fondo y esperar la agonía. Las últimas noticias del frente, sin embargo, revelan que desangrado y todo, el toro está dispuesto a vender cara su vida.
El vagabundo vienés devenido en profeta de la raza aria, Adolfo Hitler, embistió sin respetar los grandes tesoros de la humanidad, destruyendo ciudades prodigiosas, culturas irrecuperables y fantásticos monumentos creados por el hombre a lo largo de los siglos. Imitando al protegido de su familia, George Bush entra a sangre y fuego en la cuna de la humanidad, en el Mesos Potamos que así se llamaba Irak hace 8 mil años, "tierra entre ríos", donde se fundó el primer estado, la primera civilización agraria y se inventó la escritura cuneiforme. En la tierra de la legendaria biblioteca de Nínive, la de la Torre de Babel, la de los jardines colgantes de Babilonia, entre el Eufrates y el Tigris, Bush se lanza inmisericorde en la primera guerra preventiva del siglo XXI.
Deberá responder también por los tesoros culturales que arrase. Su homo demens tendrá que rendir cuentas al homo sapiens. Como Hitler la tuvo que rendir ante la historia y sus secuaces ante Nuremberg.
El señor embajador de los EEUU en Uruguay, dice en su comunicado contra el diario LA REPÚBLICA, que está consternado por la comparación de su presidente con Hitler, explicando que lo que está haciendo Bush en Irak es lo mismo que hizo EEUU al liberar a Europa del nazismo. Creo que es un insulto a la inteligencia comparar al brillante creador del New Deal, Franklin Delano Roosevelt, con este energúmeno del poder que en nombre de las ideas mata las ideas, pero con los hombres adentro. Roosevelt ingresó a la guerra con la legitimidad que le daban todos los pueblos que se enfrentaron a la barbarie nazi, el primero de ellos el pueblo soviético que ofrendó en el altar del Moloch germano, 30 millones de sus mejores hombres, mujeres y niños, que dieron su vida para cambiar el curso de la guerra, hasta ese momento victoriosa para el Tercer Reich.
Bush hace lo mismo que Hitler no lo mismo que Roosevelt. Bush viola todas las leyes internacionales, se enfrenta a las Naciones Unidas e invade al igual que Hitler a una nación cuasi desarmada que no lo agredió en momento alguno.
Conviene precisar además ante la afirmación de que EEUU liberó Europa y más allá de la heroica entrega de vidas de los soldados norteamericanos en guerra con el Führer alemán, que el ingreso a la conflagración fue muy tardío, casi al final del conflicto cuando ya Alemania estaba desgastada por la resistencia soviética que enfrentó sola al 95% del potencial bélico nazi concentrado en el frente oriental. EEUU fue el único beneficiado con la segunda guerra mundial. Durante y después del conflicto. Durante, como bien explica Heinz Dieterich en LA REPÚBLICA, porque desarrolló lejos de los campos de batalla su industria y agricultura aumentando los salarios reales de 1941 a 1945 en un 27% generando 17 millones de nuevos puestos de trabajo y ofreciendo en 1944 más productos y servicios a su población que antes de la guerra.
Y después de la guerra cobró diez por uno su participación, y en Yalta se erigió como la potencia más fuerte del planeta, desplazando a Inglaterra, aunque temiendo a la Unión Soviética, su nuevo contrapeso histórico. Y así como decimos que es un insulto comparar a Bush con Roosevelt conviene precisar que tampoco confundimos a los padres fundadores de la democracia norteamericana, esos héroes de la libertad, a George Washington, a Abraham Lincoln, a Thomas Jefferson, con este pedagogo del crimen, patán de la muerte, que al hablar por televisión no puede ocultar el gesto taimado de los cobardes. Charles De Gaulle, ese valiente rebelde de la Francia antinazi, le preguntaba al gran filósofo Jean Guitton. ¿Qué es la cobardía, maestro? Y ese nido de sabiduría le contestaba: "La cobardía, general, es buscar la aprobación y no la verdad; las condecoraciones y no el honor, el ascenso y no el servicio; el poder y no la salud de la humanidad". ¡Qué bien se le aplica esta respuesta a nuestro nuevo Hitler que dice defender los derechos humanos de los iraquíes mientras se especializa en convertirlos en desechos humanos!
Qué nos puede extrañar esta conducta en un gobernante que se resiste a salvar al planeta de la devastación negándose a firmar los protocolos de Kyoto aprobados unánimemente por la comunidad internacional. Un gobernante que rechazó el control de armas bacteriológicas porque estimó que el acuerdo para evitar la proliferación de estos arsenales era perjudicial para su país. Un gobernante que exige a las naciones independientes que firmen un documento en el cual renuncian a su derecho a juzgar a ciudadanos norteamericanos por delitos cometidos en el extranjero. Un gobernante que se niega a firmar y a participar en la Corte Penal Internacional creada recientemente por la comunidad mundial para juzgar los crímenes de lesa humanidad. En este rechazo a una institución aprobada por más de 190 países y sólo 7 en contra coincidió su voto con el del invadido Irak quien tampoco quiere que exista en el mundo una Corte Penal integrada por 18 juristas independientes para impedir legalmente que se sigan cometiendo los crímenes de guerra que tanto los gobiernos de EEUU y de Irak han cometido.
Qué se puede esperar de un gobernante que en su propio país, cuna de tradiciones democráticas, ha suspendido los derechos civiles, ha instaurado la censura, las listas negras, la eliminación del habeas corpus, derecho por el que dieron la vida tantas generaciones, imponiendo los juicios clandestinos, las cárceles secretas y el delito de opinión, aproximando a su sociedad a la noche negra del macarthismo más anacrónico.
Pese a todo logra hoy una importante mayoría silenciosa en su propio país a favor del horror de la guerra, en medio de un gigantesco apagón intelectual en la sociedad norteamericana, empujada por la desinformación, la deformación de la realidad como sistema, el legítimo dolor del ataque criminal contra las Torres Gemelas que segó la vida de 4 mil seres humanos, y por un nacionalismo atizado por el tartufo de la Casa Blanca. El nacionalismo y el falso patriotismo es otro de los eslabones que unen a Bush y a Hitler. Ese tipo de nacionalismo es el último refugio de los canallas y se apoya en la cultura de los incultos. Albert Einstein lo describía bien: "El nacionalismo es una enfermedad infantil, el sarampión de la humanidad".
Pero ya comienza a crecer, desde el pie, desde la raíz, un movimiento popular, en las mejores tradiciones civilistas del pueblo norteamericano, para expresarse en las grandes ciudades, para parar con la energía moral que da la razón, a este asesino serial que está construyendo la mayor iniquidad bélica de las últimas décadas.
Y el pueblo norteamericano, aunque lentamente, comienza a comprender que "la libertad no puede ser fecunda para los pueblos que tienen la frente manchada de sangre".
¿Quién se anima a parar a este psicópata? Es la pregunta que circula por todo el planeta. Las Naciones Unidas no pudieron. La OTAN tampoco. Sus aliados europeos fueron desairados y humillados. Pero, desde el fondo mismo de la historia comienza a incubarse el antídoto. Todos los imperios y sus profetas se han ido deslizando de victoria en victoria hacia su derrumbe final. Y este imperio y su emperador, al que poco le importa ganarse la mente y los corazones de los pueblos del mundo, que es sordo o finge demencia ante la inmensa rebelión del sentido común, ante ese gran aullido de las sociedades surgido del vientre exasperado de las multitudes que se han lanzado a las calles en todo el mundo clamando por la paz y el cese de la matanza, no tendrá finalmente más remedio que entender que en esta cruzada, al vencedor sólo le pertenecerán los despojos.
Los hombres como Bush creen que los crímenes se entierran. Está equivocado. Los sobreviven. La gente está harta de violencia. Harta de las vendettas miserables de unos contra otros. Y quiere poner fin al tiempo de los asesinos. Y si la llevan a callejones sin salida, reaccionará. El discurso siniestro del amo y del esclavo termina casi siempre con la ferocidad del esclavo que ya nada tiene que perder. Espartaco dixit.
La protesta no cede en todos los rincones del planeta. No ha habido un imperio tan huérfano de apoyo como el que encarna hoy este morfinómano del poder.
Y este inmenso movimiento mundial contra Bush sólo comparable al movimiento mundial contra Hitler, tiene a su favor el clásico estrabismo de los mesiánicos, que les impide ver la realidad. El estrabismo es una disposición viciosa de los ojos por el cual los dos ejes visuales no se dirigen a la vez al mismo sujeto. Ven la realidad deformada. El murmullo de millones puede transformarse en el brazo que pare esta locura.
No hay que tenerle miedo a estos gigantes que ignoran las leyes de la historia. Aplican la astucia más que la inteligencia. Ello los remite al mundo dinosáurico. Esos gigantescos animales que desarrollaron cuerpos enormes y una cabeza diminuta. Cuando vino la hecatombe sus pequeñas cabezas no pudieron inventar la mutación. Sí lo hicieron los mosquitos.
Hay un refrán alemán que refiriéndose a Hitler decía que "cuando veas a un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un enano". No sabemos aún cuánto de gigante y cuánto de enano tiene nuestro nuevo Hitler. Recuerden a Gandhi, ese incendio moral que alertó a las conciencias. Sólo con su voz y su conducta por la no violencia puso de rodillas al mayor imperio de su época. Gandhi decía que lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. Ese silencio hoy no existe.
Todos los pueblos, de los países ricos y de los países pobres, gobernados por la derecha o por la izquierda, todos, todos, con excepción del que habita en el país agresor, que comienza ya a desperezarse, han tomado conciencia de que por primera vez en el siglo XXI la guerra como una cruzada irracional puede cambiar la humanidad. Sabe que una guerra injusta es una catástrofe que paraliza el encuentro del hombre con la humanidad. Y une sus manos planetarias para decirle al sicario de la Casa Blanca, que hay una vida y una raza menos sórdida que la suya. Y que vale la pena ponernos de pie para defenderla. Esa es mi respuesta, señor embajador.


Dr. Federico Farsano Mertens
Director del diario “La República”, 1410 AM Libre y TV Libre
Uruguay, domingo 30 de marzo de 2003



3º.- ¿Un Nuevo Siglo Americano? Irak y la guerra oculta entre el dólar y el euro.


F. William Engdahl


A pesar del aparentemente rápido éxito militar de EEUU en Irak, todavía el dólar norteamericano tiene que mostrar beneficios como paraíso monetario. Este es un desarrollo inesperado, ya que muchos cambistas habían esperado que el dólar se fortaleciera con las noticias de la victoria de EEUU. El capital está huyendo del dólar, principalmente hacia el euro. Muchos han comenzado a preguntarse si la situación económica de los EEUU es mucho peor de lo que sugiere el mercado de valores. El futuro del dólar está lejos de ser una cuestión menor de intereses sólo bancarios o cambistas. Se levanta en el corazón de la Pax Americana, o de lo que se ha llamado, el Siglo Americano, el sistema de acuerdos en que descansa el rol de los EEUU en el mundo.
Sin embargo, aún cuando el dólar esta cayendo frente al euro tras el fin de la lucha en Irak, pareciera que Washington esta empeorando deliberadamente la caída del dólar, según los comentarios del público. Lo que está ocurriendo es un juego de poder del más alto significado geopolítico, el más cargado de consecuencias quizás, desde la emergencia de EEUU en 1945 como el poder económico dominante.
La coalición de intereses que aceptaron la guerra contra Irak como una necesidad estratégica para los Estados Unidos, incluía no sólo a los halcones neoconservadores altamente visibles, del entorno del Secretario para la Defensa Rumsfeld y su adlater, Paul Wolfowitz. Incluía también a intereses permanentes poderosos, de los que depende la influencia económica global de EEUU, tales como el influyente sector de la energía en torno a Halliburton, Exxon Mobil, Chevron Texaco y otras grandes multinacionales. Incluyó también a los inmensos intereses de la industria de defensa, nucleados en torno a Boeing, Logkheed-Maron, Raytheon, Northrop-Grumman y otros. El problema para estos gigantescos conglomerados de la energía y de la defensa no es el de unos pocos gordos contratos con el Pentágono para reconstruir las plantas petroleras de Irak y repletar los bolsillos de Dick Cheney o de otros. Se trata de un juego por la misma continuidad del poder americano a lo largo de las próximas décadas del nuevo siglo. Esto no quiere decir que no se obtuvieran ganancias en el proceso, pero este es sólo un subproducto del tema estratégico global.
En este juego de poder, lo que menos se entiende es la importancia de preservar al dólar como la moneda de reserva, como un factor dirigente que contribuyó en los meses pasados en los cálculos de poder de Washington sobre Irak . La dominación de EEUU sobre el mundo reposa en última instancia sobre dos pilares—su aplastante superioridad militar y, especialmente en los mares; y su control de los flujos de la economía mundial a través del papel del dólar como divisa mundial de reserva. Cada día queda más claro que la Guerra de Irak fue más que nada en torno a la preservación del Segundo pilar –el papel del dólar. En el rol del dólar, el petróleo es un factor estratégico.

El Siglo Americano: las tres fases
Si miramos hacia atrás, a todo ese período desde el final de la Segunda Guerra Mundial, podemos identificar barias fases muy distintas de evolución acerca del papel de EEUU en el mundo. La primera fase, que comenzó en el período inmediato de la posguerra , 1945-1948, en la partida de la Guerra Fría, podría llamarse el Sistema de Patrón de Oro de Bretón Woods.
Bajo el sistema de Bretón Woods, inmediatamente después de la Segunda Guerra, el orden se mantuvo relativamente tranquilo. EEUU había salido de la guerra claramente como el único superpoder, con la más poderosa base industrial y con mayores reservas de oro que cualquier otra nación. La tarea inicial fue reconstruir a Europa Occidental y crear una Alianza Atlántica (NATO) en contra de la Unión Soviética. El rol del dólar se ató directamente al del oro. Mientras EEUU disfrutó de las más grandes reservas de oro, la economía de EEUU fue de lejos la más productiva y eficiente, la estructura cambiaria completa de Bretón Woods, desde el Franco francés a la Libra Esterlina británica y el Marco alemán, se mantenía estable. Los créditos en dólares se extendieron junto con la asistencia del Plan Marshall y financiaron la reconstrucción de la Europa asolada. Las compañías americanas, entre ellas las multinacionales petroleras, ganaron fortunas al dominar el comercio en los comienzos de los 1950. Incluso Washington apoyó la creación del Tratado de Roma en 1958, a fin de fortalecer la estabilidad europea y crear así un más amplio mercado para la exportación americana. En su gran parte, esta fase inicial que el editor de Time Henry Luce llamó "El Siglo Americano", en términos de ganancias económicas, fue relativamente "benigna" tanto para EEUU como para Europa. EEUU todavía tenía la suficiente flexibilidad económica para moverse.
Ésta fue la era de la política exterior liberal de los EEUU. Los EEUU era el poder hegemónico en la comunidad Occidental de naciones. Como poseía aplastantes recursos económicos y en oro, comparados con los de Europa Occidental o Japón o Corea del Sur, y EEUU podía darse el lujo de mantener su comercio abierto a las exportaciones europeas y japonesas. Este intercambio con Europa y Japón apoyaba el rol de EEUU durante la Guerra Fría. El liderato americano se basó en los 1950 y principios de los 1960 menos en la coerción directa y más en la elaboración de consensos, sea en las rondas del GATT o en otras cuestiones. Organizaciones de elites, tales como las reuniones de Bildenberg, se organizaron para compartir consensos en evolución entre EEUU y Europa.
Esta primera fase más o menos benigna del Siglo Americano, llegó a su fin a principios de los 1970.
El Estándar de Oro de Bretón Wood comenzó a venirse abajo, a medida que Europa se puso en pie económicamente y comenzó a ser un fuerte exportador a mediados de los 1960. Esta fuerza económica creciente en Europa Occidental coincidía con el aumento de los déficits públicos en EEUU, mientras Jonson escalaba la trágica guerra en Vietnam. A lo largo de los 1960, de Gaulle en Francia comenzó a tomar sus ganancias de exportación en dólares y a reclamar oro de la Reserva Federal de los EEUU , lo que en aquellos tiempos era legal bajo las reglas de Bretón Woods. Hacia noviembre de 1967, el drenaje de oro de las bóvedas de EEUU y del Banco de Inglaterra llegó a ser crítica. El eslabón débil en los acuerdos del Estándar de Oro de Bretton Woods era Gran Bretaña, "el hombre enfermo de Europa". El lazo se cortó cuando en 1967 se devalúa la libra esterlina. Esto solamente aceleró la presión sobre el dólar, mientras Francia y otros bancos centrales aumentaban sus reclamos por oro norteamericano a cambio de sus reservas en dólares. Ellos calculaban con el ascenso de los déficits de la Guerra de Vietnam, y que sólo será cuestión de meses que el propio EEUU devaluara contra el oro, para vender su oro a más alto precio.
Hacia mayo de 1971, la salida de oro de la Reserva Federal se volvía alarmante, y hasta en Banco de Inglaterra se unió a los franceses en la demanda de oro por sus dólares. Este fue el punto donde en vez de arriesgar el colapso de las reservas de oro en los EEUU, la Administración Nixon optó por abandonar el oro completamente, lanzándose hacia un sistema de divisas flotantes en agosto de 1971. La quiebra con el oro, abrió la puerta a una fase enteramente nueva del Siglo americano. En esta nueva fase, el control sobre la política monetaria fue, en efecto, privatizado, con grandes bancos internacionales tales como Citibank, Chase Manhattan o Barclays asumiendo el rol que habían tenido los bancos centrales en el sistema de oro, pero completamente sin oro. Serían "las fuerzas del Mercado" las que ahora determinarían el precio del dólar. Y lo hicieron con una venganza.
La libertad de flotación del dólar, combinada en 1973 con el ascenso de los petróleos de OPEP en un 400%, después de la Guerra de Yom Kippur, creó la base para una segunda fase del Siglo Americano, la fase del Petrodólar.

Reciclando petrodólares

A comienzos de la primera mitad de los 1970, el sistema de dominación económica global del Siglo Americano, experimentó un cambio dramático. Una sacudida petrolera anglo-americana repentinamente creó una enorme demanda de dólares flotantes. Países importadores de petróleo como Alemania, Argentina o Japón, todos se enfrentaron con el problema de cómo exportar en dólares para pagar sus costosas importaciones de petróleo. Los países petroleros de la OPEP fueron inundados con nuevos dólares petroleros. Una partida mayor de estos dólares llegaron a bancos de Londres y de Nueva York donde se instituye un nuevo proceso. Henry Kissinger lo llamo "reciclaje de petrodólares". La estrategia de reciclaje fue discutida ya en mayo de 1971 en la reunión de Bildenberg en Saltjoebaden, Suecia. Fue presentada por los miembros americanos de Bildenberg, como se detalla en el libro Mit der Olwaffe zur Weltmacht.
La OPEP repentinamente se estremecía de dólares que no podía usar, y los bancos del Reino Unido tomaron los dólares de la OPEP y los reconvirtieron como bonos o préstamos en Eurodólares para el Tercer Mundo, desesperado por encontrar dólares para sus importaciones de petróleo. El crecimiento de estas deudas de petrodólares hacia finales de los 1970 echó las bases para la crisis de la deuda del Tercer Mundo en los 1980. Cientos de miles de millones de dólares fueron reciclados entre la OPEP, los bancos de Londres y Nueva York y de regreso a los países deudores del Tercer mundo.
Hacia agosto de 1982, la cadena finalmente se rompió y México anunció que probablemente iría al default en el pago de los préstamos en eurodólares. Comenzaba la crisis de la deuda del Tercer Mundo, cuando Paul Volcker y la Reserva Federal de EEUU unilateralmente alzaron las tasas de interés a fines de 1979, para tratar de salvar al dólar de su caída. Después de tres años de intereses en niveles record de altura, el dólar fue "salvado", pero el sector en desarrollo fue completamente afectado económicamente con los intereses usurarios de EEUU a sus deudas en petrodólares. Para hacer obligatorio el pago de las deudas a los bancos de Londres y Nueva York, los bancos echaron a andar al FMI para que actuara como "policía de la deuda". Los gastos públicos en salud, educación, seguridad social fueron abatidos por orden del FMI para asegurar que los bancos recibieran el pago puntual de sus servicios de deuda sobre sus petrodólares.
La fase de hegemonía del petrodólar fue un intento del establecimiento norteamericano para demorar su declinación geopolítica como centro hegemónico del sistema de la posguerra. "El Consenso de Washington" del FMI se desarrolló para reforzar la recolección draconiana de la deuda de los países del Tercer Mundo, forzarlos a repagar deudas en dólares, prevenir cualquier independencia económica de las naciones del Sur, y mantener a flote al dólar y a los bancos de EEUU. La Comisión Trilateral fue creada por David Rockefeller y otros en 1973 a fin de considerar la reciente emergencia de Japón como un gigante industrial y tratar de pastorear a Japón hacia el sistema. Japón, como una nación industrial mayor, era un importador importante de petróleo. El excedente japonés que provenía de la exportación de automóviles y otras mercaderías fue usado para comprar petróleo en dólares. En excedente restante fue invertido en bonos del Tesoro de EEUU para ganar intereses. El G-7 se fundó para mantener a Japón y a Europa Occidental dentro del sistema del dólar de EEUU. De tiempo en tiempo hacia los 1980, se alzaron diversas voces en Japón parta reclamar tres divisas—el dólar, el marco alemán y el Yen que compartieran el papel de reservas mundiales. Eso no ocurrió nunca. El dólar permaneció dominante.
Desde un punto de vista estrecho, la fase hegemónica del petrodólar parecía funcionar. Pero por debajo, se basaba en una acentuación de la declinación económica en todo el mundo, en lo que se refiere a los niveles de vida, a medida que el FMI destruía con sus políticas el crecimiento nacional, e impulsaba mercados abiertos para globalizar a las multinacionales que buscaban abaratar su producción, en los 1980 y especialmente en los 1990.
Así, aún en la fase del petrodólar, la política económica internacional Americana, y su política militar, eran dominadas por las voces del consenso liberal tradicional. El poder norteamericano dependía de la negociación periódica de nuevos acuerdos comerciales o de otra índole, con sus aliados en Europa, Japón y el Este de Asia.

¿Un Petroeuro rival?

En final de la Guerra Fría y la emergencia de una nueva Europa Unida, y la emergencia de la Unión Monetaria Europea a comienzos de los 1990s, comenzó a representar un desafío enteramente nuevo al Siglo Americano. Tomó algunos años, más de una década después de la Guerra del Golfo, para que este nuevo desafío emergiera a la luz pública. La presente guerra de Irak sólo es inteligible como una batalla mayor en la nueva, tercera fase, por asegurar la dominación Americana. Ya se ha bautizado a esta fase, la del "imperialismo democrático", un término favorito entre Max Boot y otros neo-conservadores. Como lo sugieren los sucesos de Irak, esta fase tiene muy poco de democrática y si mucho de imperialista.
A diferencia de los primeros períodos después de 1945, en la nueva era, la libertad de EEUU para dar concesiones a los otros miembros del G-7, se esfumó. Ahora el poder desnudo es el único vehículo para mantener el dominio americano a largo plazo. La mejor expresión de este argumento proviene de halcones neo-conservadores del entorno de Paul Wolfowitz, Richard Perle, William Kristol y otros.
El punto a destacar, sin embargo, es que los neo-conservadores gozan de tal influencia desde el 11 de septiembre, dado que una mayoría del establecimiento de poder en EEUU encuentra útiles sus puntos de vista para sustentar el nuevo rol agresivo de EEUU en el mundo.
En vez de trabajar en áreas de acuerdo con sus socios europeos, crecientemente Washington ve a "Euroland" como una gran amenaza estratégica a la hegemonía norteamericana, especialmente a "la Vieja Europa" de Alemania y Francia. Justo como lo hacía Gran Bretaña en su decadencia, cuando después de 1970 recurría a guerras imperialistas desesperadas en África del Sur y otros lugares, así también EEUU está usando su potencia militar para tratar de alcanzar lo que ya no puede por medios económicos. Aquí el dólar es el talón de Aquiles.
Con la creación del euro a lo largo de los últimos cinco años, un elemento enteramente nuevo se ha agregado al sistema global, uno que define lo que podríamos llamar la tercera fase del Siglo Americano. Esta fase, en la que la última guerra de Irak juega un rolo principal, amenaza con acarrear una nueva y maligna fase imperial que reemplace las fases previas de la hegemonía americana. Los neo-conservadores mantienen abierta una agenda imperial, aun cuando voces más tradicionalistas en la política de EEUU traten de negarlo. La realidad económica que enfrenta el dólar en la partida del Nuevo siglo, define la nueva fase de manera ominosa.
Hay una diferencia cualitativa que se alza entre las dos fases iniciales del Siglo americano –la de 1945-1973, y la de 1973-1999—y la nueva fase emergente de dominación continua tras los ataques de 11.9 y la Guerra de Irak. El poder americano post-1945, fue predominantemente el de un hegemon. En tanto un hegemon es el poder dominante, en una distribución desigual del poder, su poder no se genera solo por la coerción, sino también a través del consentimiento de los poderes aliados. Esto porque el hegemon se ve obligado a realizar ciertos servicios a sus aliados, tales como seguridad militar y regulación de los mercados mundiales para beneficio del grupo más amplio, incluido el propio hegemon. Un poder imperial no tiene tales obligaciones para con aliados, ni la libertad para tal cosa, sólo los rudos dictados sobre cómo mantener su poder declinante –lo que algunos llaman "sobre extensión imperial". Este es el mundo que Rumsfeld. Cheney y sus halcones sugieren que América ha de dominar, mediante una política de guerra preventiva. En el corazón de esta nueva fase está la Guerra oculta por la hegemonía global entre el dólar y la moneda euro.
Para entender la importancia de esta batalla silenciosa por la hegemonía de las divisas, debemos comprender que desde la emergencia de EEUU como superpoder global dominante, desde 1945—la hegemonía de EEUU ha descansado sobre dos pilares intocables. El primero, la superioridad militar aplastante sobre todos sus rivales. En estos días EEUU gasta en defensa más de tres veces que el total de la Unión Europea, unos $396 mil millones versus $118 mil millones, el último año, y más que las siguientes 15 naciones más grandes combinadas. Washington planea agregar a la defensa $ 2.1 trillones en los siguientes cinco años . Ninguna nación o grupo de naciones puede aproximársele en tales gastos militares. China está al menos a treinta años de llegar a ser una amenaza militar seria. Nadie es seriamente desafía el poder militar de EEUU.
El Segundo pilar del dominio de EEUU en el mundo es el papel dominante del dólar como reserva monetaria. Hasta el advenimiento del Euro a fines de 1999, no existía un contendor potencial a la hegemonía del dólar en el comercio mundial. El Petrodólar había estado en el corazón de la y hegemonía del dólar desde los 1970. La hegemonía del dólar es estratégica para el futuro del predominio global americano, en muchos sentidos es más importante que el aplastante poder militar.

El dólar, moneda instantánea

El giro crucial ocurrió cuando Nixon sacó al dólar de la paridad con el oro, para ponerlo a flotar frente a otras monedas. Esto removió las restricciones para imprimir nuevos dólares. El límite era ahora cuántos dólares el resto del mundo podía tomar.
Con su firme acuerdo con Arabia Saudita, como el más grande productor de petróleo de la OPEP, Washington se garantizó que la más importante mercancía mundial, el petróleo, esencial para la economía de todas las naciones, la base de todo el transporte y de la economía industrial pudiera comprarse en los mercados mundiales solamente en dólares. El acuerdo había sido hecho en junio de 1974 por el Secretario de Estado Henry Kissinger, y establecía la Comisión Conjunta entre EEUU-Arabia Saudita para la Cooperación económica. El Tesoro de EEUU y la Reserva Federal "permitirían" al banco central Saudi, SAMA, comprar bonos del tesoro de EEUU con petrodólares Saudis. En 1975, la OPEP aceptó oficialmente vender su petróleo sólo en dólares. Un acuerdo militar secreto de EEUU para armar a Arabia Saudita fue la contrapartida.
Hasta noviembre del 2000, ningún país de la OPEP se atrevió a violar la regla de los precios en dólares. Todo el tiempo mientras el dólar continuara siendo la divisa más fuerte, no había razones para ello. Pero fue en noviembre cuando los franceses y otros miembros de la "Euroland" convencieron finalmente a Saddam Hussein para que desafiara a los EEUU transando "el petróleo por comida" de Irak no en dólares, la divisa "enemiga" como la llamaba Irak, sino solamente en euros. Los euros estaban en depósito en una cuenta especial de las Naciones Unidas en el principal banco francés BNP Paribas. La Radio Libertad del Departamento de Estado de EEUU trasmitió un corto flash en las noticias y la historia fue rápidamente olvidada.
El movimiento de Irak, tan poco conocido, para desafiar al dólar a favor del euro, en sí era insignificante, pero si se difundía, especialmente en un punto en que el dólar se estaba debilitando, podía crear un pánico de venta d e dólares en los bancos centrales internacionales y entre los productores de la OPEP. En los meses anteriores a la última guerra de Irak, impulsos en esta misma dirección se escucharon en Rusia, Irán, Indonesia y aún en Venezuela. Un funcionario iraní de la OPEP, Javad Yarjani, entregó un análisis detallado sobre cómo en algún punto del futuro la OPEP podría vender su petróleo a la UE por euros y no por dólares. Él habló en Oviedo, España, en abril de 2002, a invitación de la UE. Todas las indicaciones coinciden en que la Guerra de Irak fue escogida como el medio más fácil de darle una advertencia preventiva para que dejaran de coquetear con el abandono del sistema de los petrodólares a favor de uno basado en el euro.
Círculos bancarios bien informados de la City de Londres y de otros lugares de Europa, confirmaron privadamente, el significado de aquel movimiento iraquí tan poco conocido, de ir del petrodólar al petroeuro. "El movimiento de Irak fue una declaración de guerra contra el dólar" me dijo recientemente un banquero londinense. "Tan pronto como quedó claro que EEUU y Gran Bretaña habían tomado Irak, se escuchó un gran suspiro de alivio en los bancos de la City. Ellos dijeron privadamente "ya no tenemos que preocuparnos de la amenaza del maldito euro"
¿Por qué algo tan pequeño podía significar una amenaza estratégica tan grande para Londres y Nueva York y para EEUU, que un presidente americano arriesgara aparentemente 50 años de alianzas globalmente, y lanzarse a un ataque militar cuya justificación ni siquiera pudo probar ante el mundo?
La respuesta es el rol único del petrodólar en la conservación de la hegemonía americana.
¿Cómo funciona esto? Mientras que el 70% del comercio del mundo se realice en dólares, el dólar será la divisa que los bancos acumularán como reserva. Pero los bancos centrales, sean de China, Japón o de Brasil o Rusia, no solamente acumulan dólares en sus bóvedas. Las divisas tienen una ventaja sobre le oro. Un banco central puede usarlas para comprar los bonos de estado de quien las gira, los EEUU. La mayoría de los países alrededor del mundo se ven obligados a controlar los déficit comerciales o enfrentar el colapso monetario, no los EEUU. Esto es por el rol de las reservas de divisas en dólares y el basamento del rol de la reserva, es el petrodólar. Toda nación necesita obtener dólares para importar petróleo, unas más que otras. Esto significa que su comercio debe tener como objeto países dolarizados, sobre todos, a EEUU.
Dado que el petróleo es la mercancía esencial para toda nación, el sistema del petrodollar que existe hasta el presente, demanda la construcción de grandes excedentes comerciales a fin de acumular excedentes en dólares. Éste es el caso de todos los países menos uno –los Estados Unidos que controla el dólar y lo imprime a voluntad, instantáneamente. Dado que hoy la mayor parte de todo el comercio internacional se realiza en dólares, los países deben irse afuera a obtener los medios de pago que ellos mismos no pueden producir. La estructura completa del comercio global, funciona en torno a esta dinámica, desde Rusia a China. De Brasila a Corea del Sur y Japón. Todos quieren maximizar sus excedentes en dólares provenientes de su comercio de exportación.
Para mantener andando este proceso, los Estados Unidos han aceptado ser "el importador de última instancia" porque su hegemonía monetaria completa depende de este reciclaje del dólar.
Los bancos centrales de Japón, China, Corea del Sur, Rusia y el resto, todos compran bonos del Tesoro de EEUU con sus dólares. Esto, a su turno, permite a los Estados Unidos tener un dólar estable, tasas de interés más bajas, y manejar una balanza de pagos deficitaria en $500 mil millones de dólares en relación al resto del mundo. La Reserva Federal controla las prensas que imprimen dólares, y el mundo necesita sus dólares. Es tan simple como eso.

La amenaza de la deuda externa de EEUU

Pero quizás no todo es tan simple. Este es un sistema enormemente inestable, ya que el déficit comercial de EEUU y la deuda neta de obligaciones en cuentas extranjeras está actualmente por encima del 22% de PIB del 2000, y subiendo rápidamente. La deuda neta de EEUU—publica y privada—está comenzando a explotar de un modo ominoso. En los últimos tres años, desde el colapso de la bolsa de EEUU y la re-emergencia de los déficits presupuestarios en Washington, la posición de la deuda neta, de acuerdo al reciente estudio del Pestel Institute de Hanover, ya casi se ha doblado. En 1999, en el pico de la furia del punto com la deuda neta de EEUU al extranjero era de algo así como $ 1.4 trillones de dólares. A finales de ese año, excedía ya los 3.7 trillones!! Antes de 1090. EEUU había sido un acreedor neto, ganando más de sus inversiones en el extranjero de lo que pagaba en intereses hacia el extranjero, por bonos u otras inversiones. Desde los finales de la Guerra Fría, EEUU ha llegado a ser una clara nación deudora, del orden de los $3.7 trillones ¡! Esto no es lo que Hilmar Koper podría llamar "cacahuates".
No se necesita ser muy perceptivo para avizorar la amenaza estratégica de esos déficits al rol de los EEUU. Con un déficit de cuenta corriente anual de $ 500 billones, algo así como el 5% del PIB, los EEUU deben importar o atraer al menos $1.4 billones cada día, a fin de evitar el colapso del dólar y mantener las tasas de interés lo suficientemente bajas para apoyar a la endeudada economía corporativa. Esta deuda neta se está volviendo peor a un ritmo dramático. Si Francia, Alemania, Rusia y un número de países petroleros de la OPEP giraran a compras de pequeñas porciones de sus reservas de dólares en euros o para comprar bonos en Alemania y Francia, o en cualquier otro lugar, los Estados Unidos enfrentarían una crisis estratégica más allá de cualquiera otra del período de posguerra. Para "pre-emptizar" esta amenaza surgió la razón oculta para la decisión de ir hacia "un cambio de régimen" en Irak. Todo fue tan simple y frío como esto. El futuro de América con su estatus de superpoder único dependía de "preventizar" la amenaza que surgía de Eurasia y Euroland especialmente. Irak fue y sigue siendo una pieza en el ajedrez de un juego estratégico, con muy altas apuestas.

El euro amenaza la hegemonía


Cuando se lanzó el euro a finales de la última década, figuras principales de los gobiernos de la UE y banqueros del Deutsche Bank como Norbert Walter, y el Presidente Chirac, fueron hacia principales tenedores de reservas en dólares –China, Japón, Rusia—y trataron de convencerlos para salir del dólar al menos en parte de sus reservas, e ir hacia los euros. Sin embargo, esto chocaba con la necesidad de devaluar un euro demasiado alto, de modo que las exportaciones alemanas pudieran estabilizar al crecimiento europeo. Un euro en caída fue el caso hasta el 2002.

Entonces, con la debacle de burbuja de los punto com, los escándalos financieros de Nerón y Worldcom, y la recesión en EEUU, el dólar comenzó a perder su atractivo para los inversionistas extranjeros. El euro avanzó aceradamente hasta finales del 2002. Entonces, mientras Francia y Alemania preparaban su estrategia diplomática secreta para bloquear la Guerra en el Consejo de Seguridad de las naciones Unidas, surgieron rumores que los bancos centrales de Rusia y de China sigilosamente habían comenzado a dejar caer dólares y a comprar euros. El resultado fue la caída libre del dólar después de la guerra. El escenario ya estaba armado, sea que Washington ganara la guerra, o esta se transformara en una larga y sangrienta debacle.
Pero en Washington en los principales bancos de Nueva York y entre las altas esferas del establecimiento norteamericano, se sabía muy bien lo que estaba en juego. Lo de Irak no se trataba en absoluto sobre armas químicas, nucleares o "armas de destrucción masiva", sino la amenaza de que otros siguieran el ejemplo de Irak girando de dólares a euros, creando así "la destrucción masiva" del papel económico hegemónico de EEUU en el mundo. Como lo dijera un economista, un fin del rol de la reserva en dólares sería una "catástrofe" para EEUU. Las tasas de interés de la Reserva Federal deberían empujarse más alto que en 1979 cuando Paul Volcker las alzó sobre el 17% para tratar de detener la caída del dólar en aquel entonces. Pocos se dan cuenta que la crisis del dólar de 1979 fue también el resultado directo de movimientos de Alemania y Francia, bajo Schidt y Giscard, para defender a Europa juntos con Arabia Saudita y otros que comenzaban a vender bonos del Tesoro de EEUU para protesta contra la política de la Administración Carter. También vale la pena recordar que después del rescate del dólar por Volcker, la Administración Reagan, respaldada por muchos de los actuales halcones neo-conservadores, comenzó con sus grandes gastos militares para desafiar a la Unión Soviética.


Eurasia versus el Poder insular Americano


Esta lucha sobre los petrodólares versus petroeuros, que partió en Irak, de ninguna manera ha terminado, a pesar de la aparente Victoria de EEUU en Irak. El euro fue creado por estrategas geopolíticos franceses para establecer un mundo multipolar después del colapso de la Unión Soviética. El objetivo era balancear la aplastante dominación de EEUU en los negocios mundiales. Significativamente, los estrategas franceses se basaban en un estratega geopolítico ingles para desarrollar su alternativa de poder rival a los EEUU, Sir Halford Mackinder.
En febrero pasado, un órgano conectado con la inteligencia francesa, Intelligence Online, publicó un artículo, "The Strategy Behind Paris-Berlin.Moscow Tie". Refiriéndose al bloque en el Consejo de Seguridad de Francia-Alemania-Rusia para prevenir los movimientos bélicos de EEUU en Irak, el reporte de Paris anota los esfuerzos recientes de los poderes Europeos y otros para crear un contrapoder al de los EEUU. Refiriéndose a los nuevos lazos de Francia con Alemania y más recientemente con Putin, ellos notan "una nueva lógica, y aún una dinámica que parece haber emergido. Una alianza entre Paris, Moscú y Berlín que va del Atlántico a Asia puede esbozar un límite al poder de EEUU. Por primera vez desde comienzos del siglo XX, la noción de una masa continental mundial–la pesadilla de los estrategos británicos—ha regresado a las relaciones internacionales".
Mackinder, padre de la geopolítica británica, escribió en un artículo digno de citar, "El Pivote Geopolítico de la Historia" que el control de la masa continental Eurasiática, desde Normandía en Francia a Vladivostock, era la única posible amenaza que se pudiera oponer a la supremacía naval británica. La diplomacia británica hasta 1914 se basó en la prevención de esa amenaza eurasiática y en ese tiempo se daba a través de la expansión hacia el Este de la política del Kaiser alemán, con el ferrocarril a Bagdad y las construcciones navieras de Von Tirpitz. La Primera Guerra Mundial fue el resultado. Refiriéndose a los actuales esfuerzos de los Americanos y Británicos por prevenir una combinación rival Eurasiática, el informe de la inteligencia de Paris, señalaba, "que la aproximación estratégica (esto es, de crear una unidad de la masa continental Eurasiática) está en el origen de los choques entre los poderes continentales y los poderes marítimos (Reino Unido, EEUU y Japón)... Es la supremacía de Washington sobre los mares lo que aún ahora dicta el inquebrantable apoyo de Londres a lkos EEUU, y la alianza entre Tony Blair y Bush"
Otro periódico francés bien conectado, Reseau Voltaire,net, escribió en la víspera de la Guerra de Irak que el dólar era "el talón de Aquiles de EEUU". Lo que es una declaración algo imprecisa, para decirlo suavemente.

Lo de Irak fue planificado mucho antes

Esta amenaza emergente de una política Europea con Irak y otros países. lidereada por Francia, llevó a algunos círculos dirigentes del establecimiento político de EEUU a comenzar a pensar en amenazas preventivas al sistema del petrodólar mucho antes de que Bus llegara a la Presidencia. Mientras Perle, Wolfowitz y otros neo-conservadores principales jugaban un papel principal en el desarrollo de una estrategia para preservar al sistema vacilante, un nuevo consenso tomaba forma e incluía a elementos mayores del establecimiento tradicional de la Guerra Fría, con figuras como Rumsfeld y Cheney.
En septiembre del 2000, durante la campaña, un pequeño grupo de especialistas de Washington, el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano entregó un importante estudio político, "Reconstruyendo las Defensas de América: Estrategias, Fuerzas y Recursos para un Nuevo Siglo". El informe es útil en muchas áreas para entender la actual política de la Administración. Sobre Irak, declara: " Los Estados Unidos ha buscado por décadas jugar un papel más permanente en la seguridad regional del Golfo. Si bien el conflicto no resuelto con Irak provee la justificación inmediata, la necesidad por una presencia sustancial de la fuerza americana en el Golf, trasciende la cuestión del régimen de Saddam Hussein."
Este artículo PNAC es la base esencial para el Libro Blanco Presidencial de septiembre del 2002, 'The National Security Strategy of the United States of America". El PNAC apoya un "programa detallado de acción para mantener la preeminencia global de EEUU evitando el ascenso de grandes poderes rivales y conformando el orden de la seguridad internacional en línea con los principios e intereses americanos. La Gran Estrategia Americana deberá perseguirse en el futuro tan lejos como sea posible". Todavía más, EEUU debe "desalentar a las naciones industriales avanzadas para desafiar nuestro liderato o aún, que aspiren a tener un papel regional o global más extenso". La membresía del PNAC en el 2000 se lee como un gallo que anuncia la administración Bush. Incluía Cheney a su mujer Lynne Cheney, al asistente neoconservador de Cheney, Lewis Libby; Donald Rumsfeld; el subsecretatrio de Rumsfeld, Paul Wolfowitz. También incluía a la cabeza del Consejo Nacional de Seguridad del Medio Oriente, Elliott Abrams; John Bolton del departamento de Estado; Richard Perle y William Kristol. Igualmente, el antiguo vicepresidente de Lockheed-Martin, Bruce Jackson, y el ex jefe de la CIA, James Woolsey estaban a bordo junto con Norman Podhoretz, otro de los fundadores neoconservadores. Woolsey y Podhoretz sólo decían que estaban en "la Cuarta Guerra Mundial"
Está llegando a ser paulatinamente más claro para muchos que la guerra en Irak fue para prevenir una bancarrota del modelo del Siglo Americano para la dominación global. Está también claro que Irak no es el fin. Lo que todavía no está claro, y debe ser debatido abiertamente en todo el mundo, es cómo reemplazar el fracasado orden del petrodólar con un nuevo y justo sistema de prosperidad económica y de seguridad global.
Ahora, mientras que Irak amenaza con explotar en el caos interno, es importante repensar de nuevo el orden monetario completo de posguerra. La presente alianza entre Francia, Alemania y Rusia para crear un contrapeso a los EEUU, requiere no solamente una versión del petrodólar dirigido por los franceses, una suerte de sistema petroeuro, que continúe la bancarrota del Siglo Americano, sólo que con acento francés y euros reemplazando a los dólares. Eso sólo continuaría destruyéndolos estándares del mundo, agregando derroche humano y creciente desempleo tanto de las naciones industrializadas como aquéllas en desarrollo. Debemos repensar enteramente lo que comenzó brevemente con algunos economistas durante la crisis asiática de 1998, las bases par un nuevo sistema monetario que apoye el desarrollo humano y no lo destruya.





4º.- El euro, perdición de Sadam. Marcel Coderch


Petrodollar Warfare: Oil, Iraq and the Future of the Dollar

(Guerra de petrodólares: petróleo, Irak y el futuro del dólar)

William R. Clark

265 págs., New Society Publishers,

Gabriola Island, British Columbia, Canadá, 2005 (en inglés)


La influencia de las reservas de petróleo iraquíes en la decisión de
invadir Irak para derrocar a Sadam Husein se ha mantenido fuera del
análisis político habitual en los medios de comunicación
estadounidenses. Sólo en contadas ocasiones la cuestión encontró
cierto eco en la prensa de ese país, como, por ejemplo, cuando el
magnate Rupert Murdoch dijo que "lo mejor que puede salir de [esta
guerra] para la economía mundial… sería un barril de crudo a 20
dólares", o cuando Wolfowitz, al contestar por qué se trataba de
forma distinta a Irak y a Corea del Norte, dijo que era muy
sencillo: "La diferencia más importante entre Irak y Corea del Norte
es que, por razones económicas, no teníamos opción: Irak flota en un
mar de petróleo".
De hecho, el libro de William Clark tiene su origen en un ensayo
publicado en Internet en enero de 2003, The Real Reasons for the
Coming War in Iraq, que fue seleccionado por el Project Censored, un
grupo de vigilancia de la prensa de California (EE UU), como una de
las noticias de 2005 que no había recibido el eco merecido en los
medios estadounidenses.
La tesis de Clark, ampliamente documentada en el libro, va más allá
de señalar al crudo como motivación básica de la guerra de Irak. Para
el autor, Washington, en la práctica, ha sustituido el patrón-oro del
sistema económico internacional de Bretton Woods por un patrón-
petróleo, que exige que los países productores denominen el codiciado
recurso en dólares. A medida que la economía estadounidense ha ido
acumulando más y más deuda exterior, su salud ya no depende tanto de
las magnitudes económicas convencionales como del mantenimiento del
sistema de reciclado de petrodólares. Como dice Richard Benson,
presidente de Speciality Finance Group, "en el mundo real -que no es
el que nos venden Hollywood y los medios de comunicación- el factor
que determina la prosperidad de EE UU es el sostenimiento del dólar
como divisa de reserva internacional", y "eso sólo puede hacerse si
los países productores de crudo fijan su precio en dólares". Y, para
rematar: "Si hubo algo que hundió el último clavo en el ataúd de
Sadam Husein fue su decisión de aceptar euros por oro negro". Otros,
como Chris Cook, han llegado a señalar que "los principales
productores, como Irán y Arabia Saudí, se han dado cuenta de que el
crudo no se denomina en dólares, sino que son éstos los que se
valoran en petróleo".
Para Clark, la razón última de la invasión de Irak está en la
necesidad de detener el declive del estatus económico de EE UU como
única superpotencia. Con ese objetivo han utilizado su abrumadora
potencia militar para asegurarse el control estratégico del oro
líquido iraquí y su denominación en dólares, enviando una señal a
Irán, Venezuela, Rusia e incluso Arabia Saudí, que en algún momento
habían pensado también en aceptar euros. El control político de las
reservas iraquíes mantendría al dólar como divisa monopolística en el
mercado mundial y perpetuaría el mecanismo que hace posible la
expansión continuada del crédito internacional que financia los
astronómicos déficit gemelos estadounidenses. Se trataría, pues, en
cierta forma, de una guerra soterrada entre divisas, entre el dólar y
el euro, lo cual explicaría el cisma que se abrió entre la Unión
Europea y EE UU.
En 1973, cuando Nixon suspendió la convertibilidad dólar-oro,
Washington eliminó cualquier restricción a su capacidad de crear
dólares. De esa forma, puede aplicar en cada momento las políticas
fiscales que considere necesarias para mantener su hegemonía mundial.
El único límite está en el volumen de deuda que el resto del mundo
acepte, confiando en la solvencia de la economía de la superpotencia.
Si, además, sólo es posible comprar petróleo con dólares, se asegura
la liquidez de esa divisa y una demanda continuada, que mantiene su
cotización, independientemente de sus déficit.
Hasta noviembre de 2000, ningún país de la OPEP había violado este
esquema. En esa fecha, Sadam Husein salió de un Consejo de Ministros
y anunció que Irak pronto pasaría a denominar su crudo en euros. No
está claro si lo hizo por iniciativa propia o animado por la UE.
Fuera como fuera, Irak abrió una cuenta en euros en el BNP Paribas y
depositó en ella los ingresos del programa Petróleo por Alimentos
controlado por la ONU, que ascendían a 10.000 millones de dólares
(unos 8.400 millones de euros). En los meses anteriores a la
invasión, Rusia, Irán, Indonesia y Venezuela dieron muestras de
querer seguir el ejemplo, amenazando con precipitar una caída del
dólar en medio de una gran tormenta monetaria internacional que
hubiera podido poner en peligro la solvencia del sistema financiero
de EE UU. Estos intentos quedaron truncados cuando Paul Bremer,
nombrado máximo responsable de la Autoridad Provisional de la
Coalición el 3 de mayo de 2003, anuló la orden de Sadam y ordenó la
transferencia de los fondos depositados en Francia a bancos de EE UU
(lo cual supuso para Irak una ganancia del 25% por la revalorización
del euro frente al dólar). El 5 de junio de ese año, Financial Times
informaba de que las ventas de oro negro iraquí volvían a denominarse
en dólares.
Como reconoce el autor, se trata de una interpretación de los
acontecimientos que muchos no dudarán en relegar al baúl de las
teorías de la conspiración, en lugar de analizar los datos y
argumentos presentados. Se trata, en cualquier caso, de una
explicación mucho más coherente que el conjunto de razones que la
Administración Bush ha ido desplegando y retirando sucesivamente para
justificar su intervención, y que explicaría la actitud que adoptaron
Francia y Alemania, y también la del Reino Unido.
Pronto tendremos ocasión de comprobarlo si, como anuncia Kamal
Daneshyar, presidente de la Comisión de la Energía del Parlamento
iraní, Teherán se decide a denominar su petróleo en euros
para "demostrar a EE UU que no son los únicos que pueden infligir
daños económicos a [los demás] y que Irán puede responderles con la
misma moneda".

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